-39- La nueva loba blanca.

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*Tres años después*

Alaia (POV):

-¡Mami, mami!-Gire mi cuerpo con dificultad, sintiendo una pequeña patada en mi vientre.

Me agaché abriendo los brazos para recibir un gran achuchon de mi pequeño Aiden. Sus brazos me rodearon con dificultad por culpa de mi enorme barriga.

Estaba embarazada de una niña, de la futura loba blanca. En dos semanas salía de cuentas, y tenía unas enormes ganas de ver como era.

-Hola cosita.-Le si un sonoro beso en la mejilla.-¿Que tal te lo has pasado?

-¡Muy bien mami! Leroy y Tim me han enseñado a saltar a la pata coja.-Abrí los ojos haciéndome la sorprendida.-¿Quieres verlo mami?-Asenti ilusionada.-Mira.

Se puso de espaldas y dio unos cuantos saltitos a la pata coja, así siendo más adorable de lo que mi precioso cachorro ya era.

-¡Taran!-Sonreí agarrando sus manitas.-Cuando mi hermanita salga de tu tripa le enseñaré.-Dijo con orgullo.

-De eso no me cabe duda.

-¡Mamá!-Dos voces al unísono aparecieron por la puerta, mostrándome a dos hombrecitos en proceso.

Me abrazaron a la vez dándome sonoros besos por la mejilla, sintiendo como Aiden intentaba abrirse paso entre ellos.

-Hijos, ¿que hacéis con vuestra madre?-Todos reímos ante la voz de mi compañero de vida.

Se acercó agarrándome de la cintura, así ayudándome a ponerme de pie de nuevo.

-Hola Trenzas.

-Hola.-Sonreí mientras uníamos nuestros labios en un dulce beso.

-¡Iugh!-Soltaron nuestros cachorros.

Nos reímos ante sus expresiones de asco.

Leroy ahora tenía diez años recién cumplidos, al igual que Tim, quien tenía ocho años, que los cumplió dos semanas después que su hermano mayor.

Ambos estaban mayores, y cada vez más altos y guapos. En cuanto me diese cuenta, esos dos hombrecitos serían más altos que yo, y eso no me hacía más que muy feliz.

-Mamá ya está en su mundo.-Parpadee un par de veces mirando divertida a Tim.

Sentí un pinchazo en mi vientre, el cual ignoré.

Error.

-Mami, ¿te has hecho pis encima?-Ian solto una maldicion a mi lado agarrándome entre sus brazos.

-¡Ah!-Grite colocando mi mano en mi barriga.-Mierda...-Susurre.-Duele Ian, duele.-Una lágrima callo de mis ojos.

Sus ojos me miraron alarmados, mirando a nuestros hijos sin saber que hacer.

Necesitaba que reaccionase.

Esto me estaba doliendo cinco veces más que con Aiden, era insoportable.

-Ian...

-Vale Trenzas, por favor respira.-Mordió su labio.-¡Sarty, Martina!-Ambas vinieron corriendo, y en cuanto vieron la situación asintieron.

-¡Por la diosa luna! Iros Alpha, nosotras cuidamos de los pequeños y avisamos a la familia.-Ian no necesito más para salir corriendo conmigo en brazos.

-Tranquila preciosa, todo estará bien.

Sin embargo, no escuché más, pues el dolor era tan grande que caí desmayada en sus brazos escuchando sus gritos llamándome.

Tú mía, Yo tuyo. #MT1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora