Capítulo 7: La Mejor Decisión

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 Había anochecido ya cuando llegué a casa. Esa tarde el tiempo se me fu conversando y divirtiéndome con Andy, no me percaté de la hora hasta que él recibió una llamada de Ashley, entonces amablemente se ofreció a llevarme a mi casa. Demás está decir que no quería despedirme, hubiese pasado mucho más tiempo junto a él, pero me estusiasmó saber que pronto lo acompañaría al ensayo con la banda y él me llamaría para confirmar, a lo que yo le pregunté:

— Aún no entiendo, ¿cómo es que conseguiste mi número?

— Lo que sucede, es que soy un maldito psicópata. Es la verdad —me dijo chistosamente, ambos reímos— sólo bromeo, lo conseguí en el hospital. Hice una especie de trato con las enfermeras, espero no te moleste.

— No, para nada —le dije, pensativa.

Nuestra conversación no perduró, porque para mi desgracia él debía reunirse con los chicos de la banda. Después de todo lo que pasé con él, no encontré las palabras correctas de despedida. Tal vez debía decirle "Ha sido un gusto, adios", o sólo "Nos vemos". Probablemente él esperaba unas palabras de agrado, pero no fue así. Yo sólo hice un leve y tímido gesto de simpatía, Andy me respondió con una sonrisa. Nuevamente no hacían falta palabras, nada más que decir. Me bajé de su auto y él se fue.

En casa me esperaba Moly, ansiosa. La inevitable sonrisa que llevaba en mi rostro me delató.

— Alice Wayne... exijo que me lo cuentes ¡TODO! —me dijo, emocionada. Pero yo pensé que si le contaba en aquel momento no me creería. Mejor lo haría al amanecer para explicárselo de manera más clara y coherente. Ahora sólo quería descansar.

— Sí, Moly. Te lo contaré... pero mañana. Estoy muy cansada ahora y... bueno, tengo mucho que procesar.

— ¿Vas a dejarme en la incertidumbre? —me prenguntó, indignada.

— Mañana ¿sí? por favor, Moly.

— Está bien, pero al menos dime de quién se trata —dijo ella, yo reí.

— Mañana. Buenas noches ¡te quiero! —me despedí retirándome.

 Aquella noche me costó bastante conciliar el sueño, y no era para menos. Repasé en mi mente cada momento junto a Andy y la conclusión era evidente: ese accidente fue lo mejor que me pudo haber sucedido. Me sentía plenamente feliz, como nunca antes me había sentido, como si Andy hubiese llegado a mi vida para llenar ese espacio en mí que nunca nadie había ocupado. Cerraba mis ojos y ahí estaba él, sonriéndome. Lo extrañaba. Lo necesitaba junto a mí. Sólo para sentirlo cerca de algún modo, me puse mis audífonos y escuché sus canciones como usualmente lo hacía, pero esta vez era diferente. Al escuchar su voz me invadió una sensación desconocida, agradablemente desconocida. De esta manera logré finalmente dormir, con el rostro sonriente y la voz de Andy en mis oídos.

— Buenos días, dormilona —percibí la voz de Moly entre sueños, desperté y la vi entrar con una bandeja— traje tu desayuno y tu medicina.

— Gracias, Moly —dije, quitándome los audífonos. Me acomodé y recibí la bandeja. Moly se sentó a mis pies y yo adiviné en su expresión lo que iba a decirme, por lo que me adelanté- lo sé, Moly, te lo voy a contar todo.

— ¡Te escucho entonces! —dijo, ansiosa.

— Ok... seré breve. Primero que todo, tienes que saber esto: el día del concierto no me caí en bicicleta, sino que fui atropeyada —Moly se alarmó.

— ¡¿Qué?! ¿Quién fue el desgraciado?

— Andy Biersack —respondí secamente y sin vacilar, me mantuve seria pero ella parecía confundida.

Mi Amado BiersackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora