Capítulo 6: Un Día Para Recordar

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 Todos mis sentidos se exaltaron al saber a Andy en mi puerta esperando por mí. Estaba realmente ansiosa por oír su voz, sentir su aroma, su tacto y contemplar su sonrisa otra vez.

— ¿Esperabas a alguien? —preguntó Ryan. Sólo entonces me percaté de la complicada situación en la que me contraba envuelta... Ryan no podía verlo, él sabía de mi gusto por BVB y además, es muy celoso. Era preferible que nadie supiera que veía a Andy. Decidí salir rápido de aquel confuso cuadro.

— Sí, Ryan, esperaba a una persona y acaba de llegar. Discúlpame pero —tomé mi bolso y sin vacilar me dirige a la puerta— creo que tendremos que hablar en otra ocasión —abrí la puerta y lo primero que vi fue aquella sonrisa excepcional. Andy iba a hablarme pero cerrando la puerta trás de mí rápidamente lo conduje al auto para que no lo reconozcan y ya dentro de él le dije:

— Perdón, comprenderás que mis amigos te conocen.

— Oh, claro. Seré cuidadoso la próxima vez —me dijo mientras conducía, siempre sonriéndome. No podía dejar de estar nerviosa; su sola presencia me perturbaba, incluso olvidé lo acontecido con Ryan, no me importaba haber sido descortés con él mientras podía disfrutar de la compañía de Andy.

— ¿Dónde vamos? —me atreví a preguntarle, para aparentar algo de normalidad.

— A un lugar bastante hermoso, te encantará.

— ¿Sí? ¿cómo lo sabes?

— Porque se parece a un sueño conocido por ambos.

 Supe traducir sus palabras porque ya adivinaba cual era la base de nuestra conexión. En pocos minutos llegamos a una especie de parque o bosque al cual yo nunca había prestado atención. Andy me ayudó a bajar y luego me condujo entre los senderos. Efectivamente era un lugar encantador, entre toda esa magnifica naturaleza reinaba la tranquilidad y se respiraba aire puro. Al parecer Andy quería mostrarme algo más. Mientras caminábamos me dijo:

— Alice, quiero darte una explicación acerca de mi comportamiento contigo lo miré y él prosiguió—. Primero que todo, ten la seguridad de que yo nunca quise atropeyarte; es más, devolvería el tiempo para evitarlo... iba muy rápido, estaba distraído y fue una fatal imprudencia de mi parte. Pero... bueno, durante el coma estuve visitándote porque no lo puedo negar, conocerte me causó mucha conmoción y cuando despertaste y yo estaba allí sentí algo, algo de lo que en realidad no estoy seguro, pero me agrada. Y... planeaba contactarte, pero salí de la ciudad y surgieron asuntos importantes con la banda, hasta hoy que volví y al fin pude reunirme contigo... espero me entiendas.

 Andy hablaba con su acento característico tan cautivador y entretanto yo me deleitaba escuchándolo sin deseo alguno de dejar de hacerlo. Analizaba cada palabra suya y debo reconocer que al principio estaba segura de que sólo hacía esto motivado por la culpa, pero luego me di cuenta de que no era así y de que estaba tan consternado como yo producto del accidente y de nuestro encuentro. Tal y como yo lo había pensado, tanto para él como para mí esto significaba en inicio de algo extraordinario.

— Despreocúpate, Andy. Yo no tengo nada que reprocharte y creo haberte dicho que tienes mi perdón, sin rencores —le dije, con la mayor sinceridad posible.

— Gracias —dijo él rozando mi brazo para detenerme, entonces me miró y murmuró suavemente— pero esto se trata de ti y de mí...

— Entonces... ¿no me buscas por culpa? —pregunté, tratando de contener la exaltación que me producía tenerlo a centímetros.

— No, en absoluto —me respondió con una leve risa; continuando nuestro camino dijo—. Te visité tantas veces en este último tiempo que aprendí a familiarizarme con tu presencia. Sé que esto quizás sonará tonto, pero para mí verte era como evocar a una parte de mí que estaba vacía... y lo sigue siendo. Alice, ¿sabes? pueda que no te conozca bien y esto tal vez sea un error, pero quiero tomar los riesgos y, buenas o malas, quiero ver las consecuencias.

  Pronunció aquellas palabras con tal entusiasmo que yo mejor evité mirarlo para no lanzarme a sus brazos en aquel instante. Francamente estaba anonadada, él acababa de decir exactamente lo que yo opinaba acerca de esto, era increíble cuán evidente era nuestro vínculo. No sabía qué responderle. Mi emoción era de tal magnitud que de súbito me detuve y le dije tímidamente:

— Andy... ¿puedo abrazarte?

— Por supuesto... —respondió él acercándose y yo sin pensarlo estreché mis brazos alrededor de su cuello, él me envolvió con los suyos tal y como sucedió en mi sueño. Quería llorar, gritar, reír, correr. Eran tantas emociones las que me atacaban al sentirlo... supe que absolutamente ningún sentimiento se comparaba a áquel.

 Reanudamos nuestro recorrido y en poco tiempo estuvimos en lo que yo podría llamar el lugar más utópico que jamás visité. Efectivamente, recordaba haberlo visto en un sueño y no sé si tal vez era porque Andy estaba conmigo pero aquella me pareció una experiencia completamente ficticia. El espacio estaba compuesto por una transparente laguna rodeada de arbustos floridos, que más bien parecían ilusiones primaverales y un extenso prado decorado por algunos árboles añosos que brindaban tranquilidad al lugar. Para mí el panorama no podía ser mejor: estábamos yo y Andy solos en aquel paraíso terrenal. Me detuve un instante a contemplar la escena y sin duda, lo más precioso que mis ojos podían vislumbrar era la figura de Andy, su rostro sereno y su cabello alborotado por la brisa. Me encontraba en la circunstancia perfecta, sentía amor por la vida y una inmesa paz se apoderó de mi ser.

— Este lugar es... incomparable —declaré observando a mi alrededor.

— Lo es. Años atras solía venir solo, luego no tuve oportunidad de volver y hoy quise traerte para compensar de cierta manera la forma en que ocurrió todo esto —habló con seriedad, pero luego cambió su expresión y dijo simpáticamente— y además, quería proponerte una especie de trato...

— ¿De qué se trata?

— De que empecemos de cero, de que nos conozcamos de nuevo como si... esa pesadilla nunca hubiese ocurrido. Pero con una única condición: si alguna vez derramas una lágrima que no sea de felicidad por mi causa, estarás en todo tu derecho de atropeyarme, dispararme, lanzarme de un rascacielos o como quieras tomar venganza —decía mientras yo me reía de sus graciosos gestos al proponerme el trato—. Entonces, ¿aceptas?

— Me temo que es un poco drástico, pero acepto encantada —respondí con una seriedad sarcástica.

— Perfecto —dijo, y enseguida se arrodilló ante mí, caballerosamente tomó mi mano y como todo un seductor se presentó—. Andrew Dennis Dean Biersack, para servirle —besó mi mano sin apartar sus ojos de los míos. Yo sólo reía ante su comportamiento y lo hacía en parte para disimular lo transtornada que me encontraba.

— Un gusto, Señor Biersack. Mi nombre es Alice Margarett Wayne —seguí su juego, mientras él me observada y no hice otra cosa que seguir riendo, Andy también lo hizo poniéndose de pie.

— Gracias Alice —se quedó pensativo mirando fijamente mi rostro y continuó—. Me encanta verte sonreír...

 Ambos serenamos nuestros rostros reflexivos. Nos mirábamos como si nos estuviésemos comunicando con el pensamiento, porque no hacían falta palabras para comprender lo que estaba sucediendo entre nosotros. Desde que subí al auto de Andy supe que estos momentos permanecerían por siempre en mi recuerdo, no estaba equivocada. Él me estaba mostrando una faceta suya que yo asumí jamás conocería, y al verlo a los ojos como en aquel mágico momento no hacía más que discurrir en sus características, en su gracia y en su tez de ángel, lo que inevitablemente me hizo sonrojar, por ello atiné a interrumpir el silencio abrazándolo. Era imposible no desear hacerlo. Además, ya había perdido la vergüenza y sólo quería disfrutar al máximo esos momentos.

— Vamos, quiero que conozcas el resto del lugar —me dijo luego de nuestro abrazo, yo asentí. Andy tomó mi mano y juntos nos encaminamos entre la arboleda.

Mi Amado BiersackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora