09 - Punto de partida

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"¿No confiás en que me vaya a tomar toda la taza?"

Jazmín estaba parada a dos metros de Flor de pie, mirándola perdidamente en su sillón mientras bebía su taza de té. La imagen de Flor despeinada, con el pelo mojado y con esa remera suelta era lo más parecido a la perfección. Y la ironía de verla en el mismo sillón donde tanto la había pensado y la había imaginado.

"Perdón. Me colgué mirándote."

Flor se sonrojó y sonrió un poquito. "¿Por qué no te cambias vos, que también estás empapada?"

Jazmín no tenía tiempo de pensar en ella, seguía preocupándose por Flor "¿Seguís con frío?"

"Ya no."

Entonces Jazmín fue a su cuarto. Buscó en su placard ropa seca y la apoyó sobre la cama. Fue quitando poco a poco su ropa mojada hasta quedar en ropa interior. Con la toalla que había traído con ella, secó las gotas que aún corrían por su cuerpo. Estaba tan concentrada en su tarea que no se percató en que alguien la miraba desde el marco de la puerta, hasta que escuchó un ruido.

"Hmmm."

Algo tímida, Jazmín se tapó un poco con la toalla.

"Perdón hmmm no te quería espiar. Quería ver si necesitabas algo."

No podía haber encontrado peor excusa.

Jazmín se puso algo nerviosa, pero no con nervios incómodos, sino nervios lindos, por lo que sonrió "No. Creo que estoy bien."

"¿Creés que estás bien? Estás temblando."

"Tengo mucho frío."

Jazmín no lo había notado, pero el hecho de tener su ropa mojada en su cuerpo tanto tiempo la había afectado.
Flor lo notó enseguida y se acercó a ella.

"Jaz. Estás congelada."

Sin pedirle ningún tipo de permiso, que igualmente no necesitaba, Flor se acercó despacio y de a poco la abrazó, y el calor de su cuerpo fue haciendo que Jazmín recuperara de a poco su temperatura. Pasó sus brazos por detrás y con sus manos tibias fue acariciando la espalda desnuda de Jazmín, quien empezó a sentir escalofríos que nada tenían que ver con la temperatura de su cuerpo. Dibujó con la yema de sus dedos algunas líneas ascendentes desde su cintura hasta su cuello. No podía creer la suavidad de aquella piel. Era la primera vez en su vida que tenía ese contacto con una mujer. De hecho, las sensaciones que la abrumaban la hacían sentir que era la primera vez que tocaba a alguien en su vida.
Apoyó su rostro en su hombro y fue llevando sus brazos hacia el cabello mojado de Jazmín.
Ambas tenían los ojos fuertemente cerrados.
Flor se preguntaba si era posible quedarse en ese lugar el resto de su vida.

Ahora Jazmín empezaba a trazar con sus manos por la piel visible de Flor. Acarició sus brazos, su cuello, su pelo. Parecían estar bailando pero sin ningún sonido más que el de sus pesadas respiraciones.

"¿Estás bien, Flor?"

Jazmín se separó para mirarla a los ojos. Flor tenía una mirada de paz y de entrega. Una mirada que se clavó en sus labios. No había palabras que pronunciar. Ambas sabían cuál era el siguiente paso.
Una vez más sus labios se conectaron. Esta vez el beso era distinto a los anteriores. Flor quería memorizar cada movimiento. Disfrutar de cada paso. Esos labios suaves no eran dignos de pasar por alto. Con su labio inferior acarició los carnosos labios de Jazmín hasta llegar a su nariz. Luego los llevó a su mejilla.
Besó suavemente sus párpados, sus pómulos.
Todo iba tan lento y tan bien.
Era como estar aprendiendo de cero a sentir. Era como haber vivido sin sus sentidos y de golpe recobrarlos todos.
El perfume, la suavidad en el tacto, la agudeza de escuchar cada ruidito que salía de sus gargantas.

Entonces Flor por primera vez en su vida fue capaz de anteponer sus anhelos ante todo.

"Jaz. Hacelo de nuevo."

"¿Qué cosa Flor?" Era incapaz de negarse a lo que le pidiera.

"Haceme olvidar de todo. Haceme sentir que estoy haciendo lo mejor. Volame la cabeza."

Ese era el último ticket de pase que Jazmín necesitaba. Se alejó un paso y volvió a posar sus ojos en los de Flor para estar segura. Extendió sus brazos y buscó el borde de la remera de ella para levantarla suavemente. Cada centímetro de piel que descubría era fabuloso. Sentía el calorcito que emanaba ese cuerpo, tan distante al frío de su piel. No quiso rozar en seguida con sus fríos dedos para no contrarrestar la temperatura.
Entonces hizo una especie de reverencia y acercó sus labios a su cuello, dibujando con ellos todo lo que alguna vez plasmó en sus cuadros.
Flor emitió un leve gemido que la invitó a continuar.
Fue bajando hasta su pecho desnudo y entendió cuánto anhelaba ese tipo de contacto. Con experiencia, trabajó sobre cada uno de ellos, mordiendo y lamiendo en iguales proporciones.
Flor pronunciaba palabras indefinidas.
Luego rozó con su nariz la línea marcada del vientre de Flor que la llevaban directo al lugar más necesitado.
Flor no quería perder tiempo, su urgencia la estaba volviendo loca. Tomó distancia y en un movimiento poco sugerente se quitó la poca ropa que aún llevaba.
Jazmín la miraba atónita y entendió su urgencia. Tomó sus manos y la llevó hasta el borde de su cama.

"¿Estás segura?"

"Estoy muy segura."

"No quiero que te sientas..."

"Jazmín por favor, no me hagas esperar más, creo que me estoy muriendo."

Y Jazmín no querría que Flor muera así. Se arrodilló ante ella colocándose suavemente entre sus piernas y alcanzando su centro con respeto. Primero rozó con sus gruesos labios la zona, como pidiendo permiso. El gritito ahogado de Flor le indicó la urgencia que sentía.
Subió sus manos que apretaban sus rodillas y las invitó a tomar las piernas de Flor. Eran tan suaves como ella. Porque Flor era la persona más suave con la que había estado Jazmín.

"¿Estás bien?"

Flor solo podía asentir con su cabeza. Era lo único que aún estaba en pie de su cuerpo. Entonces Jazmín se animó a más y su lengua entendió la señal. Sin tapujos devoró todo a su alcance. La mano de Flor se sujetó de su cabello, como si el hecho de no hacerlo la haría caer. Al mismo compás del movimiento, un concierto de ruidos salían de su garganta. Siempre la había avergonzado ese tipo de sonidos. Que iba a saber ella que eran involuntarios.
Cuando creía que más no podía sentir, Jazmín subió una de sus manos y empezó a trabajar en la misma zona con sus dedos, como seguramente lo hacía cuando pintaba. Sin necesidad de consultarle, entró en ella suavemente, descubriendo una nueva calidez a su paso.
Flor sentía a Jazmín jugar dentro suyo como si también conociera a la perfección sus puntos más débiles. Allí, Jazmín fue más profundo y encontró aquel recoveco que le terminaba de volar las ideas. Con su lengua se encargaba de dibujar líneas de placer que la encendían. Flor se mordió fuerte los labios y contrajo su vientre, en señal de aprobación. Abrió levemente su boca y recién ahí notó que su propia mordida había lastimado su labio inferior. Se sorprendió a sí misma de estar pronunciando a los gritos aquellas palabras casi ininteligibles. "Jaz... no pares. No pares. Por favor..."
Jazmín suspiró dejando un cálido rastro sobre su centro y se separó para verla a los ojos "Conmigo no tenés que pedir por favor. Acá estoy para vos. Para todo lo que necesites."
Flor la miró.
Apoyó su cabeza nuevamente en la almohada, entregada. Giró el rostro y el perfume de Jazmín sobre las sábanas la hizo sentir en las nubes.
El mismo perfume que tuvo que dejar de sentir cuando su respiración se cortó para concentrarse en el único lugar que precisaba. Se inclinó como pudo para ver la fuente de tanto placer. Y ver a Jazmín con su rostro sobre ella, con sus rizos colorados sobre su vientre y su mano libre acariciando con tanto amor su pierna la llevó a ese lugar que muy pocos conocen. A ese punto donde el placer y el amor se funden para hacerla gritar sin medidas y derramar una lágrima. Al punto de partida donde ya no había vuelta atrás.

Inercia - Flozmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora