05 - Una esperanza

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Pasó una semana desde que Jazmín fue despedida.
Debería estar buscando otro trabajo.
Debería estar buscando un abogado para reclamar por su injusto despido.
Debería estar comiendo o saliendo a ver el sol.
Pero no podía. Tumbada en su cama, solo podía pensar en algo. O en alguien.
Su vida volvía a estar dada vuelta y sentía que estaba otra vez en la primer página. Sentía que era esa Jazmín de dieciocho años en su pequeño departamento decidiendo qué hacer de su vida. Sentía otra vez las palabras de sus padres haciendo un escándalo por algo que no tenía gravedad. ¿Qué podía haber de malo en lo que sentía?
Las palabras de aquella supervisora eran tan frías y tan similares a las de ellos. Otra vez era ella en el banquillo de los acusados y su único delito era ser simplemente quien ella quería ser.
Pero ahora era acusada aún sin pruebas. Quizás si Mariana le hubiese dicho que fue despedida por quedarse fuera de hora infringiendo alguna norma, o le hubiese dicho que no debía hablar tanto con una clienta, no se sentiría tan mal. Pero no. Fue muy clara diciendo que había infringido las normas por hablar con alguien con 'fines personales'. ¿Qué sabía ella de cuáles eran sus fines personales? Lo único que tenía en claro Jazmín era que seguramente se sujetaron de la confesión que le hizo a Flor sobre su vida amorosa, y claramente eran personas con mente cerrada.
Pero ya no le importaba lo que pensaran. Ya se había sentido discriminada cientos de veces.
Ahora pensaba mil formas de entrar a la empresa y rastrear la base de datos para buscar su teléfono, pero sabía que eso era imposible.
Y aún siendo posible, quizás Flor no querría hablar con ella.
Se quedaba con la duda de cuál había sido ese cambio radical en la vida de Flor que la llevó a desaparecer esos días y terminar la llamada diciendo que la quería ver.
Jazmín pensó en si habría vuelto a llamar en esos días o se había quedado con la idea de que la veía solo como una simple clienta.

Pero de repente una idea se le vino a la mente. Una idea que tenía que funcionar.

Llamó a su amiga Virginia, una joven y exitosa abogada. Se conocían desde chicas y eran inseparables. Incluso cuando Jazmín se fue de su casa, Virginia la ayudó muchísimo.

"Vir, necesito hablar con vos."

"Hola Jaz. No me asustes ¿Qué pasó?"

"Me echaron."

"¿Cómo que te echaron? Si empezaste hace unos días ¿Qué pasó?"

"Es largo. Necesito que nos juntemos así te cuento. Pero principalmente, necesito pedirte un favor, un asesoramiento. ¿Puede ser?"

"Lo que necesites."

Jazmín se reunió y habló por horas con su amiga. Le contó del trabajo, de Mariana, de lo que vendían. Y finalmente le habló de ella, de Flor, y se le hizo un nudo en la garganta.

"Vas a pensar que estoy loca contándote sobre alguien que apenas conozco."

"No. No pienso qué estés loca. Pienso que sos muy valiente. Y pienso que tenés que pelear un poco más."

"¿Vos creés que va a servir esto?"

"Con probar no perdemos nada. Pero estoy segura que todo va a salir bien."

Al día siguiente, Jazmín se cambió y se arregló como hacía días no lo hacía. Sentía que al fin una pequeña esperanza se vislumbraba.
Tomó su bicicleta y se dirigió a las oficinas del callcenter.
En la puerta se encontró con Virginia, quien la acompañó a entrar. Entró firme y decidida, y ante la mirada desconcertada de todos, fue y se sentó en lo que era su escritorio. Segundos después estaba el muchacho que ahora ocupaba ese lugar mirándola desde atrás y Mariana caminando furiosa hacia ella. Jazmín no les hizo caso y prendió la computadora rápidamente. Buscó y buscó alguna información que le sirviera, pero nada. De Flor sólo había registros de las llamadas pero no su número. Y algo estrujó su corazón: Flor había llamado varias veces más luego de la última vez que hablaron. Virginia la miraba y le transmitía seguridad.

"Señorita del Río, usted está desvinculada de esta empresa, no puede estar acá."

"Mariana. Déjeme decirle que usted está muy confundida. Ustedes no me pueden echar. Ella es mi abogada y le va a decir en qué me amparo."

"Podemos despedirla y de hecho lo hicimos, con justas razones. Hoy están los gerentes de la empresa en una reunión en este piso. Si tiene dudas podemos hablar con ellos. Ellos mismos escucharon las grabaciones." Mariana las miraba con aires de grandeza.

"Señorita, mi nombre es Virginia, soy la abogada de Jazmín ¿Usted sabe que me tomé la molestia de leer el manual y en ninguna parte dice que esté prohibido quedarse fuera de hora trabajando? Tampoco dice nada acerca de que hablar con el mismo cliente durante horas esté fuera de lugar."

En eso se fueron acercando más personas a rodearlas y ver lo que sucedía. Entre ellos, los dos gerentes de la empresa.

"Mariana. ¿Qué está pasando acá?"

Con una sonrisa de autosuficiencia, Mariana le indicó a uno de ellos "Señor Valdés. Esta muchacha es del Río y ella es su abogada. Es la joven que despedimos hace unos días. La que se quedaba hablando fuera de hora con una clienta y usted escuchó las grabaciones."

El hombre, algo mayor y de porte serio, ahora les hablaba a ellas "Señoritas. Esto es una empresa seria. Lo que hizo la señorita del Río es inapropiado y deja muy mal parada a nuestra empresa."

"¿Usted sabe que está incurriendo en un acto de discriminación y eso está penalizado? Es un despido sin causa alguna. Usted está prejuzgando que Jazmín hizo esas llamadas con fines personales, lo cual no está claramente prohibido. Lo único que nos deja en claro es que existe un acto de homofobia."

Jazmín estaba roja como un tomate pero no podía estar más orgullosa de su amiga. La miró con una sonrisa que fue devuelta por ella. Las personas alrededor también sonreían, salvo Mariana y los dos gerentes.

El señor Valdés se sentía claramente incómodo "Estoy muy apenado si piensa eso. La realidad es que no fue así. Pero nuestra empresa no puede tolerar que una empleada abuse de las instalaciones de mi empresa sin que sea por fines laborales."

De repente, entre toda esa gente intrigada, se adelantó Leo, el joven simpático que ayudó a Jazmín el primer día.

"Esperen. Jazmín tiene razón. No fue con fines personales. Jazmín estaba trabajando. Miren."

Entonces se sentó en el escritorio de Jazmín y abrió el perfil de su computadora. En la pantalla se veían reflejados los movimientos que había hecho Jazmín, sus ventas, sus reputaciones. Y en el detalle aparecía que Flor finalmente había adquirido un producto.

Leo miró a Jazmín sonriente y ella lo miraba anonadada. Virginia fue quien tomó la palabra.

"Jazmín no utilizó sus instalaciones con fines personales. Jazmín logró venderle a esa clienta un producto. Así que señor Valdés, cuando quiera le hago llegar la liquidación con lo que le debe a mi clienta, que incluye la indemnización por despido discriminatorio y todas las horas extras que hizo."

Algunos gritaron y aplaudieron. Otros tímidamente se retiraron a sus puestos de trabajo. Jazmín y Virginia bajaron triunfantes el ascensor, escoltadas por Leo.

"Estás loco con lo que hiciste. Te pueden echar."

"No pasa nada Jazmín. Hace muchos años que estoy. Y ojalá me echaran. Creo que tu abogada me podría defender muy bien."

Virginia le estrechó la mano "Muchas gracias. Fue de mucha ayuda tu aporte. Contás con mi ayuda para lo que sea."

Leo les sonrió y miró algo apenado a Jazmín "Gracias. Perdón pero lo único que pude conseguirte fue eso que les mostré. No puedo acceder ni a su teléfono ni al producto que compró."

"No pasa nada Leo. Ya es un montón lo que hiciste. Te voy a agradecer eternamente."

Se saludaron con un cálido abrazo y cada uno partió para un lugar distinto.

Jazmín se subió a su bicicleta y comenzó a pedalear sin prisa. No había logrado conseguir su teléfono pero algo se instaló en su corazón. Ese atisbo de esperanza de saber que Flor la siguió llamando.

Inercia - Flozmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora