Maia.
Desperté cuando la alarma de mi celular sonó a todo volumen, y casi caí de la cama cuando Dakota, mire a mi amiga. La pobre chica se había llevado un susto de muerte. Dakota me miró con mala cara, los mechones de pelo rosa estaban enredados y sonreí cuando mi compañera me mostró el dedo de en medio.
-Buenos días a ti también -dije y me estire sobre la cama para apagar la alarma del celular.
- ¿Me puedes decir por qué mierda tienes esa canción como alarma? -pregunto Dakota señalando mi celular con un gesto dramático.
-Es la canción favorita de mi hermano -dije y me acordé cuando ambos cantábamos juntos, borre ese recuerdo rápidamente y revise la hora.
-Oh. -dijo Dakota algo apenada-. No debí quejarme lo siento.
-No importa. Ni yo soporto esa canción.
Ella rió y negó divertida. Me arrastre fuera de la cama y tira de la coleta que sostenía mi enrulado cabello. Mi amiga se levantó y se fue al baño, yo me dirigí al armario e intente decidir que ropa usaría. Luego de veinte minutos, estaba vestida con un jean azul oscuro, una remera negra con una frase en ella y mis vans azules. Dakota me informó desde el baño que tardaría un rato. Me limite a soltar un suspiro dramático y bien audible, escuche una risa desde el baño y sonreí. Me acerque al escritorio que estaba en el centro de la habitación y me puse un poco de maquillaje, un poco de rímel y delineador. Luego me tumbe sobre la cama -sin hacer- y me puse los auriculares, puse mi lista de canciones y Linkin Park comenzó a sonar. Antes de empezar con las clases. Teníamos una hora libre, o eso creí, ya que teníamos que desayunar en la cafetería. Una almohada golpeó mi cara y fruncí el ceño.
-Hasta que te dignas en salir. -dije mirando a Dakota.
-El baño es todo tuyo, linda. -dijo ella divertida y recogió la almohada del suelo.
Negué divertida y me levante de la cama, entre al baño y cerré la puerta detrás de mí, peine mi pelo como pude. Estuve diez minutos, hasta que lo deje más presentable. Luego salí del baño y Dakota abrió la puerta de la habitación para ir a la cafetería. Está vez nos fue mucho más fácil encontrar la cafetería, ya que la mayoría de los chicos y chicas caminaban hacía allí.
- ¿Te has dado cuenta de que todas las chicas son jodidamente parecidas?
Voltee mi mirada hacía mi amiga y luego escruté a todo el gentío. Joder era cierto. Había morenas y rubias, todas con un cabello perfecto, un enorme trasero y senos igual de grandes. Y claro, como estas put... chicas no tenían algo más corto para ponerse, usaban todo corto y ajustado.
-Creo que no tendremos muchas amigas. -murmuré mirando a una de las tantas chicas que pasaban a nuestro lado.
Dakota soltó una carcajada y le dediqué una mirada divertida.
-Y ahí van mis sueños de ser porrista.
Cinco chicas, tres rubias y dos morenas, vestidas con un top azul y una falda del mismo color veteada con rayas blancas, estaban paradas frente a nosotras. Primero nos echaron una ojeada, y luego nos sonrieron falsamente con unos dientes demasiado blancos para ser reales.
-Mi nombre es Kimberly. -Dijo la chica morena que teníamos frente a nosotras-. Esa será su mesa.
Puse mis ojos en blanco. La mesa que nos señaló, era una al fondo del comedor en una esquina apartada del resto. ¿Quién se creía para decirme a donde sentarme? Dakota y yo intercambiamos miradas y luego le sonreí falsamente a Kimberly, esta nos miró con el ceño fruncido. Pase por su lado, sin ser demasiado delicada y me senté en una mesa a la izquierda que estaba vacía.
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Stay With Me
Novela Juvenil–Ninguna chica se merece a alguien como yo. –dijo él y me miro. –Todas las chicas con las que te acostaste sí. ¿Y sabes porque? – ¿Por qué? –Porque aunque sepan que sólo te acostaras con ellas una vez y no volverás a hablarles, deciden acostarse c...