9. Fase II Parte I

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—¿Por qué preguntás eso?— preguntó algo temerosa

—Ámbar, como ya dije anteriormente te conozco, y no disimulas para nada como la miras— Ámbar miró el suelo verdaderamente sonrojada

—Delfi yo... estoy con Simón, es todo lo que te diré allá vos si me quieres ayudar o no— Delfina rodó los ojos

—Está bien, pero esto no se queda así— advirtió señalándola con el dedo índice —Y ni una palabra de esto a nadie, mucho menos a Pedro

—¿Creés que voy a andar por allí diciendo mi plan para que llegue a oídos de Simón? Para nada— paró de hablar y miró a Delfina interrogante —¿Y por qué te preocupa tanto lo que dice Pedro?

—No, por nada— rió nerviosa —Es que... es un nuevo amigo muy reciente y no quiero que piense mal de mí

—¿Segura que eso es todo?— Delfina asintió, cuando Ámbar sintió unos brazos rodeando su cintura y volteó

—Simón, me asustaste— se tocó el pecho con una expresión de susto muy exagerada

—Lo siento, bonita, no sabía que era tan feo— Ámbar rió

—¿Vos? ¿Feo? ¿No tenés espejos en el loft?— se acercó provocativamente a él para darle un beso

—¿Quieres venir a averiguarlo?— la rubia sonrió de lado mientras seguía acercándose

—Me encantaría— susurró a centímetros de juntar sus labios pero se separó de imprevisto —Pero tengo cosas que hacer, nos vemos, amor— le besó la mejilla y se fue a los lockers donde Delfina la esperaba con la cámara dejando a Simón solo... Bueno, no tan solo

—Bravo, guitarrista— Matteo aplaudió haciéndolo sobresaltar —Te ganaste el premio al más iluso

—¿De qué hablas, Matteo?— preguntó molesto

—¿De qué hablo? Obvio que hablo de Ámbar, se te nota en la cara que piensas que ella siente algo por ti, pero no es así, sólo sos un juego más

—Retira ahora mismo lo que estás diciendo, porque es mentira— apretó sus puños fuerte haciendo que sus nudillos se tornen blancos

—¿Estás seguro? ¿Por qué no le preguntas que siente por ti, eh?— sonrió de lado —Cuando lo hagas me avisas— soltó una risa por lo bajo y se fue

¿Debía preguntar?, pensó Simón

***

Emilia suspiró mientras caminaba de un lado al otro dudosa, una vez que tocara ésa puerta no había vuelta atrás, y había dado tantas vueltas que pudo asegurar que hizo un hoyo en el suelo. Hasta que se acercó a la puerta y tocó rápidamente. Y al instante le abrió, y justo ella.

—¡Emilia!— exclamó Luna con una gran sonrisa que después se borró y miró el suelo —Ámbar no está aquí, y si la buscas debes entrar por la puerta principal

—Por eso entré por ésta, no busco a Ámbar— le sonrió —Te busco a ti

—¿A mí?— preguntó completamente incrédula

—Sí— la misma sonrisa volvió a aparecer en el rostro de Luna —Quería saber si la invitación a patinar sigue en pie

—Sí, sí, obvio, sigue en pie— asintió rápidamente

—Entonces ¿Qué esperas? Ve por tus patines

—Eh... Claro, claro, vuelvo enseguida, no te muevas— Emilia asintió y Luna subió rápidamente las escaleras, y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba nuevamente abajo —¿Lista?

Blondies Don't Cry [Ambilia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora