Stephen nunca se recuperó al 100% con la situación de sus manos.La verdad es que soportaba verlas, sus cicatrices, la manera en la que eran más rojizas de lo normal o como había un rastro de quemadura en ellas. Soportaba ahora su pasado, a veces le daba un poco de nostalgia, pero saber que tenía algo que proteger y mucho por aprender le daba fortaleza.
Había cosas que nunca pudo recuperar, una movilidad al 100%, un pulso intacto o mucha fuerza. A veces le venían dolores al tratar de hacer un movimiento o al abrir excesivamente las manos, otros días parecía que sus manos se quedaban sin fuerza y no podía cargar muchas cosas medianamente pesadas. Lo que más le molestaba, sin duda alguna, eran los temblores erráticos que a veces tenía.
Por eso decidió usar guantes. Protegía sus manos bajo una tela dorada para evitar la mano de los curiosos o comentarios incómodos. Y no, a Dr. Strange no le daban lástima sus manos, entonces, ¿por qué los demás si la tenían cuando se enteraban de su situación?
Era algo que nunca entendió y le molestaba, se sentía vulnerable e indefenso. Pero aprendió a controlar sus dolores, cuidaba sus cicatrices y en ocaciones asistía a terapia. Pero algo que jamás podría curar o controlar eran los temblores, lo traicionaban.
Y eso pasó en su primera "cita" con el multimillonario e igualmente hermoso, Anthony Stark.
Recuerda cómo lo conoció. Una batalla en New York se había salido de control, Strange sabía que había héroes y por ello no solía intervenir mucho. Pero cuando su capa básicamente lo obligó a salir del santuario y vio a un héroe pequeño estando en problemas contra maleantes con máscaras a punto de hacer volar una tienda entera, no pensó en esperar a ningún otro héroe o policía.
Aquel problema se resolvió rápidamente, al final de la batalla aquel joven héroe con voz aterciopelada le agradeció y le dijo que era "Spider-Man". Unos minutos más tarde apareció él, Iron Man. Llegó casi gritándole al pobre chico cosas sobre "te dije que debías de avisarme" o "pudiste hacerte daño" y reclamándole no haber usado su traje antibalas.
Cuando aquel hombre mundialmente conocido le dijo al niño que "no podía proteger a toda la gente y vencer a los villanos solo, sin hacerse daño", Strange decidió meterse. Aquel chico sólo quería ayudar, tampoco debía ponerse a regañarlo por querer hacerlo.
Y fue cuando le tocó la espalda (cubierta por su traje, pero espalda después de todo) que sus ojos se miraron los unos a los otros. Y fue imposible no caer por esos ojos.
Y ahora ahí estaban, caminando hacia un restaurante.
No fueron a un restaurante muy costoso o extravagante, porque si bien podían comprar el restaurante entero, no estaban buscando ese tipo de ambiente. Fueron a un restaurante familiar, un tanto solitario, pero vendían hamburguesas y malteadas que según Tony 'eran las mejores de la ciudad'.
La charla había sido amena durante toda la tarde aunque las bromas por su vestimenta no faltaron, la capa de levitación había estado tranquila y bastante "feliz", o al menos así lo percibía.
Todo iba bien, había pedido una hamburguesa con papas fritas y un refresco. El problema empezó cuando la mesera trajo botana a la mesa. Stephen trató de tomar un puño de cacahuates con sus manos, pero sus manos empezaron a temblar. Tony notó esto, rió un poco porque pensó que eran sólo nervios del ojiazul, pero al ver como los temblores no cesaban y que cuando trató de tomar un cacahuate no pudo, se preocupó.
–Mago, ¿estás bien?
–Yo...–Stephen trataba de contener la frustración de su voz. Su mano empezó a dolerle, la hizo un puño y vio para abajo.
–Dame tu mano. –le exigió Stark.
–¿Qué?
–Dame tu mano. –Strange hizo lo indicado, sus manos aún temblando. Rogaba en su cabeza que el hombre enfrente suyo no le quitara sus guantes. Pero al ver como Tony empezaba a hacerlo, mordió sus labios con nerviosismo. –Podrías tener Parkinson, ¿sabías que sin importar los avances médicos casi 1 millón de personas tienen indicios de Parkinson?
Sus guantes dorados poco a poco salieron de sus manos, podía sentir el material deslizándose por sus dedos y el aire chocar contra sus palmas, las cicatrices fueron mostrándose poco a poco y quiso ocultar sus manos, lejos de los ojos de Iron-Man, que veía sus miembros con cuidado.
Pero su orgullo era mayor y no podía mostrarse inseguro ante el hombre que le atraía tanto, así que fingió que los nervios no lo invadían y continuo con su charla.
–Sí, en realidad son 1.2 millones de personas para ser más exactos. En algunos países 186 de cada 100,000 personas tienen Parkinson. Es lamentable, hice un par de tratamientos de Estimulación Cerebral Profunda. Eran bastante baratos y yo era un maldito sin vergüenza, prefería hacer cirugías costosas que regresarle la posibilidad de vivir una vida digna a una persona.
Parecía que todo su monólogo fue ignorado olímpicamente por el superhéroe, el cual sólo veía sus manos. Stephen volvió a bajar la mirada, no quería que absolutamente nadie volviera a verlo con ojos llenos de lástima, no quería ver la pena reflejada en las orbes castañas de Stark, no lo soportaría.
No soportaría ver como de sus labios salían palabras como "lamento eso", "es una pena" o "lo siento". Tampoco podría si Tony le preguntara cómo pasó, porque siempre terminaban sintiendo pena por él.
Pero al alzar la mirada sólo se encontró con Stark dándole una media sonrisa y su mano ligeramente morena sosteniendo con la suya, palma contra palma. Se sintió tan a salvo, tan protegido y comprendido que no pudo evitar murmurar un suave 'gracias'. Y así, sin tener que pronunciar palabra, Strange le relató todo sobre su accidente, sin ninguna presión ni atadura.
Al terminar, Tony sólo dijo:
–De verdad eras un maldito sin vergüenza, maguito.
✧,*.'✧,*.'✧,*.'✧,*.'✧,*'
¿Qué les pareció? I love my (2) dads.
Espero les haya gustado.
Love xx.s-stardust