Eran las 6 a.m. según el reloj analógico que había en la pared. Aún estaba oscuro afuera. No había podido conciliar el sueño debido a todo lo que rondaba en mi cabeza gracias a lo que Daniel dijo la noche anterior. "La Hermandad". Ese nombre me provocaba escalofríos. Aún tengo muy presente los recuerdos de mis encuentros con ellos. Disparos por todas partes, personas suplicando piedad, otras llorando y otras simplemente muriendo. ¿Alguna vez se han encontrado en una situación en la que quieren actuar y no pueden hacerlo? ¿Han sentido esa falta de aire o esa presión en el pecho debido a la impotencia? Pues eso es justo lo que provoca La Hermandad con sus acciones. Definitivamente son tipos con los que no querrías encontrarte; no les importa nada más que hacer sufrir a las personas. Les divierte el sufrimiento ajeno y si algo he aprendido de toda esta situación, es que las personas así son imposibles de tratar. Fue lo que descubrí con mi grupo anterior. Si tan solo pudiera retroceder en el tiempo...
Enfrentarse a ellos iba a ser algo extremadamente difícil,pero deseaba derrotarlos, acabar con ellos de una vez por todas y lo haré. Todo el mal que han hecho no debe quedar impune. Después de todo, nadie es invencible.
Una vez el equipo estuvo reunido fuimos hasta la armería a escoger armas para nuestra misión. Era una armería bastante básica. Se podría decir que tienen lo necesario para defenderse. Desde luego la fuerza de Nest eran los suministros alimenticios, no las armas. Había dos rifles de francotirador, diferentes armas de mano y una cantidad variada de cuchillos y espadas. Con tantas armas y suministros resultaba obvio que más temprano que tarde, Nest, se convertiría en el objetivo de muchas comunidades bélicas.
-¿Y bien? ¿Qué les parece? - dijo Daniel.
-¡Es increíble! ¡Tienen muchas cosas!-.
Jhacky parecía muy asombrada. Era gracioso ver que una chica se entusiasmara tanto por las armas. Aunque no es de extrañarse, desde que todo esto comenzó, tener el arma correcta puede salvarte de una muerte desagradable.
-¿En dónde consiguieron todo esto?- dije.
-Bueno, casi todo lo encontramos en un puesto de avanzada militar que fue evacuado. Al parecer salieron corriendo tan rápido que ni siquiera les importó dejar todo atrás. Sigo preguntándome que pudo haberlos hecho huir de esa manera. Es como si hubieran visto algo peor que a los come humanos.
-La desgracia de unos es la suerte de otros, ¿No es así?- dije con ironía.
-Pues en ese caso esperemos que sigamos teniendo suerte por mucho tiempo más- dijo una voz grave y áspera proveniente de lo más profundo de la armería.
-Ah, hola Frank. Chicos él es Frank Wilson, es nuestro herrero y el encargado de la armería. Lleva el inventario de lo que entra y sale de aquí. También hace nuestras balas.
Frank era un hombre robusto, medía aproximadamente 1.75, tenía una barba espesa y blanca, brazos fornidos típicos de un herrero y llevaba un fuerte olor a tabaco. Era un hombre que tenía toda la pinta de que, antes del día "Zombie" como yo lo llamo, pertenecía a esos grupos de motociclistas que van de arriba abajo con sus Harley Davidson.
-Balas, chuchillos, espadas, armas de calidad niño- dijo con una expresión de orgullo- tomen lo que quieran y luego vengan conmigo para que les de la munición.
Daniel y Val fueron los primeros en escoger sus armas. Ambos tomaron una Glock y un cuchillo militar.
-Armas comunes para chicos comunes -dijo Frank tras soltar una carcajada.
-Eres un viejo bocazas ¿Lo sabías Frank? Jajajaja -dijo Daniel.
Yo, por mi parte pasé varios minutos tratando decidir que revólver tomar. Unos eran demasiado grandes, otros muy pequeños y otros muy incomodos; hasta que encontré el revólver perfecto. Una Colt Police Positive 22.
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Las Reglas del Fin
Science FictionOliver es un joven de dieciocho años que se ve inmerso en un escenario post-apocalíptico en el cual la soledad es la única que reina. Tras una serie de eventos reencuentra a alguien que es muy importante para él. Juntos deberán encontrar la forma de...