-¡Buenos días Oliver!
-Hola señora Jakes.
La amable señora Jakes siempre sonreía. Era una mujer algo rellenita, de cabello negro. Media un 1.65 aproximadamente. Una mujer pequeña pero de gran actitud y sabiduría. ¿Qué estarán haciendo aquí? ¿Qué no estaba...?
-Ven, siéntate. Come algo. George quiere entrenarte el día de hoy. Será mejor que tengas muchas energías.
En la mesa había waffles recién hechos. Tomé dos y les coloqué miel encima.
-¿En donde esta Natasha y Matt?
-Natasha, en su habitación leyendo seguramente y Matt... -La señora Jakes señaló con la cabeza detrás de mí.
Matías, el pequeño hijo de Mabel y George Jakes, jugaba con pequeños autos de juguete en la sala del lugar. Tenía tres años y empezaba a hablar. A veces solo hacia sonidos incomprensibles pero muy graciosos.
Natasha, la hija mayor de los Jakes, era una chica carismática, en ocasiones algo tímida, pero una pesadilla si estaba furiosa. De 1.70, cabello negro como la noche, piel blanca y una figura bastante atlética, solía recordarme de alguna manera a Jhacky. Apareció casi instantáneamente al lado de mí. ¿Qué está pasando?
Era extraño. Esa sensación de familia que transmitía estar con ellos me resultaba familiar. Cuando el mundo se puso de cabeza era agradable tener en quien confiar. Pero había algo que no cuadraba...
De pronto, George Jakes entró al lugar. Con la cara manchada de sangre y una herida de bala en el pectoral derecho.
-¡¿Qué demonios te pasó?!- dijo la señora Jakes.
-La Hermandad... ya vienen- tosió sangre- Llévate a los chicos y lárguense antes de que sea demasiado tarde.
Afuera, el sonido del motor de varios autos, hizo que me temblaran las piernas.
-¡Sal de allí, cerdo asqueroso!
Maldición. Esto es demasiado familiar.
-Si no sales ahora, soplaré y soplaré y tu casa derribare- dijo una voz afuera de la casa tras una carcajada estrepitosa.
Antes de poder reaccionar, varios hombres entraron y sacaron por la fuerza a cada integrante de la familia Jakes. Conmigo incluido.
Nos llevaron al frente de la casa. Dos hombres vestidos totalmente de negro sujetaron los brazos del señor Jakes y lo colocaron frente a nosotros.
-Vaya, vaya. No sabía que tenías una familia tan bonita, George- dijo un hombre fornido, de cabello y barba de color café oscuro.
-Déjalos en paz, Félix.
-¿Qué dices? ¿Qué los deje en paz? Con mucho gusto viejo amigo- volvió a soltar una carcajada. Luego le disparó a la señora Jakes en la cabeza.
-¡NOOOOOOO!
Abrí los ojos y me senté de golpe. Una pesadilla. Solo había sido una maldita pesadilla. Recuerdos horrorosos. Nada más.
Miré a ambos lados en la oscuridad. Jhacky aún dormía. Tuve suerte de no despertarla; no quería asustarla por culpa de una pesadilla. ¿Qué pensarían mis amigos si se enteraban que les mentí? Tarde o temprano se enterarían de mi pasado.
Volví a vestirme en silencio pensando en lo que sucedió sólo unas horas antes. Puede que fuera el error más grande que pudiera cometer, pero, saber que ella me amaba también... valía la pena cualquier riesgo.
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Las Reglas del Fin
Science FictionOliver es un joven de dieciocho años que se ve inmerso en un escenario post-apocalíptico en el cual la soledad es la única que reina. Tras una serie de eventos reencuentra a alguien que es muy importante para él. Juntos deberán encontrar la forma de...