Capítulo 9

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Capítulo 9

Ryan llegó a su casa enfadado, dando un portazo. Solo podía pensar en lo mal que le había salido el plan de secuestrar a Lydia, por culpa de Dylan. Entonces sacó su móvil y mandó un WhatsApp a Alex "si buscas a Dylan, está en el hospital, haz lo que quieras con él." Guardó su móvil y entonces vio como su padre se acercó a él.

- ¿Y ese portazo? –Preguntó el padre de forma intimidante.

Ryan retrocedió hasta pegar su espalda a la pared, y bajó la cabeza con miedo.

- Lo siento, se me escapó, no volverá a pasar –Dijo con la voz temerosa.

- No querrás que tu madre se despierte ¿verdad? –Preguntó el padre poniendo una mano sobre la pared, cerca de la cara de su hijo.

- Claro que no –Contestó Ryan sin mirar a su padre a la cara.

- Ya sabes lo mala que está tu madre, y necesita reposo.

- Lo que necesita es ir a un hospital, en la cama nunca se va a curar de la paliza que le metiste –Contestó Ryan con algo de valentía.

- ¿Tú crees? –Dijo el padre mientras pegó un puñetazo a la pared cerca de la cara de Ryan, lo cual le asustó-. ¿De verdad quieres eso? ¿Quieres que se entere la policía? ¿Qué me detengan? ¿Y luego qué? ¿Quién va a pagar las facturas? ¿Quién te va a dar de comer? ¿Quién va a pagar el techo bajo el que vives? ¿Tú? No me hagas reír... ¿lo hará tu madre? Jamás ha hecho más que drogarse, desde que la conocí, no puede ni cuidarse de sí misma. Sin mí acabaríais bajo un puente. Me debéis la vida los dos.

- Sí papá –Contestó Ryan con miedo-. Tienes razón, tenemos qué comer y dónde dormir gracias a ti, lo siento.

- Así me gusta, buen chico –Dijo el padre mientras se separó de Ryan-. Ahora vete a tu cuarto, no quiero verte por aquí, venga.

Ryan se fue rápidamente de allí y cerró la puerta de su cuarto tras de sí. Le tenía miedo a su padre. Son incontables las palizas que ha recibido tanto él, como su madre, por parte de su padre. Pero tenía razón, su madre, al conocer a su padre, dejó los estudios, no trabajó, se dedicó a la casa, y probaba todas las drogas con las que su padre traficaba en la calle. Su padre la dejó como un mero trapo, es decir, su madre ya casi ni reconocía a nadie, era un muerto viviente que luchaba por respirar cada día. Pero hace poco, en medio de una discusión entre Ryan y su padre, porque este quería que le firmara una autorización para hacer una excursión con el instituto, la madre se metió en medio, y el padre le propinó tal paliza que la dejó en cama hasta ahora. Así lleva semanas luchando por seguir viviendo.

Ryan solo podía ahora mismo sentarse en el suelo y llorar, no podía controlar sus lágrimas, porque entre lo que vivía en casa, y lo que vivía en el instituto...se le hacía difícil seguir adelante.

Al día siguiente, al llegar al instituto, Ryan se dirigió a su taquilla, la abrió, y cuando miraba dentro para buscar un libro, llegaba por el pasillo Seth y su panda de matones, los que le hacían la vida imposible cada día.

Seth era un tipo de su instituto, de su misma edad, pero más alto que Ryan, y mucho más musculoso. Tenía los ojos azules y el pelo rubio.

- Vaya mirad a quien tenemos aquí –Dijo Seth entre risas-. Si es la princesita Ryan.

Seth golpeó la puerta de la taquilla de Ryan haciendo que esta se cierre aplastándole la mano. Ryan gritó de dolor mientras los amigos de Seth se reían. Seth entonces, agarró a Ryan del cuello de su camisa.

- Oh mirad, gime como su madre cuando me la follo –Se burló Seth-. ¿Y ahora qué? ¿Vas a llorar como la maricona que eres?

En ese momento sonó la campana, señal de que todos debían entrar en clase.

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