✓ "Olvidada"

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Se sentía mucho mejor tras haberse echado una larga siesta. Ya no tenía molestias en el cuello, ni problemas respiratorios, y no veía nada borroso. Probablemente, le habrían quedado algunas marcas como prueba del incidente con la amante de Inuyasha pero mejor eso que perder la vida.

Lentamente se incorporó en la cama y se llevó la mano a la cabeza sintiendo un ligero mareo al haberse levantado tan de prisa. Sacó las piernas de la cama sin levantarse y miró el reloj. Ya eran las cuatro de la tarde y ella se moría de hambre. No tenía nada de comer sobre el escritorio así que probablemente Inuyasha se habría olvidado de ella. A pesar de su último encontronazo, era muy extraño que no se hubiera pasado a dejarle algo de comer o a comprobar cómo se encontraba. Estaba resultando ser un secuestrador muy desconsiderado aunque, a lo mejor, era así como debía ser.

Se quedó mirando la línea de luz procedente de la puerta. ¿Estaba abierta? Estaba más que sorprendida viendo que sí que estaba abierta. Inuyasha debía haberse ido tan cabreado que ni había cerrado y ella iba a aprovechar ese descuido.

Emocionada se levantó rápidamente de la cama y corrió hacía el umbral de la puerta. Al mirar descubrió una especia de salón son sofás, mesas y una pantalla plana enorme. Aquel sitio estaba completamente vacío por lo que ésa era su gran oportunidad para escapar. Salió de puntillas de la habitación para evitar hacer cualquier ruido por si tenía cerca de ella a los secuestradores, pero al ver un periódico de ese día en la mesa no pudo evitar detenerse. ¿Habrían denunciado ya su desaparición?

- Vamos a ver... ¿dónde está la sección de terrorismo?- gruñó- o será otra sección aunque lo más lógico es que vaya por esa zona...mmm...

Se puso a pasar hojas hasta llegar a aquella sección y fue leyendo todos los títulos en busca de uno dedicado a ella, pero no lo encontró. ¿Es que nadie se había dado cuenta de que la habían secuestrado? Asustada y aferrándose a la idea de que se hubiera equivocado de sección siguió rebuscando sin éxito.

Desesperada agarró el mando de la televisión y en el teletexto se situó a al hora de las noticias para repetirlas y ver si salía algo, pero nada. No podía ser cierto, alguien tenía que haberla echado en falta...

- ¿Habrá algún teléfono por aquí?

Rebuscó por toda la sala algún teléfono, ordenador o móvil, pero no encontró nada. ¿Es que los secuestradores sólo utilizaban el busca?

- Tal vez haya algún teléfono en alguna otra habitación...

Salió corriendo del salón y fue a parar a un largo pasillo en penumbra. Había muchísimas puertas a cada lado, todas paralelas a la del otro lado. Tenía dos opciones: o arriesgarse a intentar abrir todas o no abrir ninguna. Aunque teniendo en cuenta que no tenía nada que perder...

Rápidamente empezó con la puerta que tenía al lado pero estaba cerrada con llaves. Algunas puertas estaban abiertas, pero no tenían teléfonos dentro. Además todas eran habitaciones. ¿Sería allí donde dormían los secuestradores?

- ¡Joder! Tiene que haber alguna habitación con teléfono...

Abrió dos puertas más y a la tercera, divisó un móvil sobre una mesilla. Abrió la tapa del móvil y marcó el número de casa de su madre.

- ¿Aquí el templo Higurashi, con quién tenemos el gusto?

- ¡Mamá!

- Kagome, ¿cómo es que llamas tan pronto? - le preguntó- normalmente no nos llamas hasta final de mes.

- Verás mamá, tengo problemas...

- No me digas más, hija- se la escuchó suspirar- te va mal en la universidad.

 Secuestrame ✓ FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora