✓ "Huída"

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Se terminó de atar una camisa de manga corta color beige ajustada a su cuerpo y rápidamente empezó a ponerse unas playeras blancas con unos calcetines tobilleros azules. Se hubiera puesto un pantalón con mucho gusto para correr mejor, pero en el armario sólo había minifaldas por lo que decidió ponerse una falda beige a juego con la camisa.

Acababa de terminar de atarse las zapatillas cuando entraron apresuradamente en la habitación Inuyasha y Miroku.

- ¡Kagome tienes que ponerte esto sobre la ropa! - exclamó Miroku.

Miroku corrió a ayudarla a colarse los pantalones azul marino de chándal mientras que Inuyasha cerraba con llave la puerta y arrastraba un armario delante de ella para evitar que la abrieran. Fuera se empezaban a escuchar los disparos de algún arma de juego y ella empezaba a asustarse muy seriamente.

- ¡Mierda! - Inuyasha corrió hacía ella- ¡han llegado demasiado de prisa!

Mientras que Miroku le ataba como podía el pantalón de chándal para que no se le cayera al ser excesivamente grande para ella, Inuyasha le colaba por la cabeza un niki negro de algodón.

- ¿Para qué me ponéis esta ropa? - cogió una gran bocanada de aire al terminar de colarse el cuello del niki- si vienen a buscarme no me harán daño, ¿no? - vio que ambos intercambiaban miradas- ¿no?

- Verás Kagome... - Inuyasha le bajó el niki que le llegaba a hasta las caderas- en realidad no son del FBI.

- Antes te dije que venían a buscarte para que te no te pusieras nerviosa- murmuró Miroku- si es cierto que hay parte de tu desaparición, pero con los agentes del FBI acabamos hace unas horas. Ya no suponen ningún problema.

- ¿Entonces quiénes son?

- Son unos asesinos- le contestó Inuyasha- asesinos y rivales nuestros. Vienen a acabar con nosotros y si te ven te matarán aunque no tengas nada que ver con nosotros.

Inuyasha le coló los brazos dentro del chaleco anti balas y comenzó a atárselo con fuerza para que no se le abriera en ningún momento. No podían arriesgarse a que recibiera ningún disparo.

Tan rápido como terminaron de colocarle el chaleco anti balas se apartaron a una esquina de la habitación para preparar las armas mientras que murmuraban algo. Era más que obvio que hablaban de ella y no pudo evitar sentirse pequeña y débil. Ella no era más que un estorbo para ambos hombres y si por un casual no lo graban escapar, sería culpa suya.

Puso el oído todo lo que pudo para intentar averiguar qué les preocupaba tanto, pero no pudo escuchar gran cosa, sólo algunas frases sueltas.

- Es demasiado arriesgado... - murmuró Inuyasha- si la cogen le harán algo peor que matarla...

- Pero si vamos los tres juntos nos cogerán, por separado llamamos menos la atención... - suspiró.

- ¡Pero ella no puede ir sola, no puede defenderse! - le recriminó Inuyasha.

Murmuraron un poco más aunque ella no pudo captarlo y entonces, se separaron y se dirigieron hacia ella con expresión decidida.

Inuyasha la agarró y se quedó junto a ella mientras que Miroku hacía pedazos la ventana y comenzaba a romper los barrotes dándole patadas en lugares estratégicos para que cediera el fuerte acero. Los barrotes cedieron en seguida y cayeron hacía a bajo pero no se escuchó el sonido del acero chocando contra el suelo. Descubrieron por qué cuando se escuchó el grito de un hombre y Miroku se asomó poniendo cara de asombro.

- ¡Lo siento, Renkotsu!- gritó.

- ¡Ya podrías tener más cuidado pedazo de lerdo!

- Tampoco te pongas así hombre...

 Secuestrame ✓ FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora