Secuestrame ✓ Finalizada

Capitulo Extra 🥰

Ya había pasado un año completo desde que se habían reencontrado. Cuando tan solo quedaba un mes para el nacimiento del bebé, se habían casado. La ceremonia había sido algo privado con tan solo las personas más cercanas a ellos. Miroku, la jefa de Kagome y su marido, los padres de Kagome y poca más gente.

En ese instante, Inuyasha se encontraba en la cocina con tan solo un bóxer puesto, triturando con la batidora unas cuantas frutas.

- ¿Te falta mucho?

- ¿Tanta hambre tiene, mi amor?

Kagome entró en la cocina vestida con una camisa blanca de Inuyasha y con un bebé de apenas diez meses entre sus brazos. El pequeño tenía los ojos dorados y el cabello corto azabache.

- Está lamiendo todo lo que se le acerca a la boca... - le apartó la camisa- voy a tener que poner a lavar tu camisa.

Inuyasha suspiró y subió la velocidad de la batidora. En menos de un minuto ya estaba lista la papilla de frutas.

- ¿Qué le has echado?- le preguntó la mujer.

Kagome se sentó en una silla con el niño sobre las rodillas.

- Plátano, manzana, melocotón y pera.

- ¿No le has echado galletas?

- Se nos han acabado...- suspiró- a este niño le encantan...

Kagome sonrió y con una cuchara comenzó a coger la papilla que Inuyasha había preparado. Lentamente y poniéndose perdido el niño logró comerse la papilla.

- ¡Eres un tragón! - exclamó Kagome- ¡los niños de tu edad no comen tanto!

- ¡Se parece a su padre!

- Os pondré a dieta... me valéis demasiado al mes...

Inuyasha le quitó el bebé y se dirigió con él hacía su habitación para meterlo en la cuna. Kagome se levantó y le siguió hasta allí. Se apoyó en el marco de la puerta y miró enternecida como Inuyasha cubría al niño con todo el amor del mundo.

- Eres una cotilla... - murmuró sonrojado mientras salía.

- Es que no puedo evitarlo- sonrió- ¡te ves tan tierno!

Inuyasha cerró la puerta y abrazó a Kagome sintiendo como se le mojaba el pecho. Rápidamente comenzó a desabrocharle los botones.

- La camisa está empapada... vas a coger frío...

- ¿Y no cogeré más frío si me quedo sin nada puesto?

- No, porque yo te calentaré.

Inuyasha lanzó al suelo la camisa y la abrazó mientras escuchaba las suaves carcajadas de Kagome.