✓ "Aquellos excitantes días de verano..."

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Miroku entró rápidamente en la mansión de la organización y mientras corría hacía la habitación fue quitándose de encima las armas, el chaleco antibalas y todo hasta quedarse con unos pantalones de chándal azul marino y un niki negro de algodón. Abrió la puerta de la habitación despacio por el terror que le invadía y suspiró aliviado al encontrarse a Kagome tumbada sobre la cama, durmiendo.

Quiso entrar con sigilo para darle un beso en la frente pero estuvo a punto de gritar al clavarse algo en la planta de los pies. Definitivamente, había sido una mala idea quitarse las playeras y los calcetines. Se mordió el labio para no gritar de dolor y levantó el pie para acariciarse un poco la zona dolorida. Miró al suelo mientras palpaba la planta de su pie, descubriendo unas horquillas que estaban tiradas de cualquier forma sobre la moqueta. ¿Kagome habría intentado escapar forzando la cerradura? Aunque estaba allí tumbada, durmiendo apaciblemente y estaba claro que si lo había intentado, se había dado cuenta de que estaba abierta. ¿Por qué no había aprovechado para irse? Él se lo había puesto en bandeja como el imbécil que era, se había arriesgado a sufrir la furia de Inuyasha y a no volver a verla nunca más.

Al acercarse a la cama vio su móvil sobre el escritorio. ¡Se había dejado además el móvil! ¿En qué demonios estaría pensando? Kagome podría haber salido de la habitación, haberles robado las llaves de un coche y mientras conducía rumbo a casa, llamar a la policía con su móvil y darles su dirección.

Agarró el móvil rápidamente y miró el registro de llamadas descubriendo que la última llamada que había era la que él mismo había realizado a las 8: 36 para hacer un pedido de armas. Se puso de rodillas delante de la cama y observó su rostro. Estaba seguro de que la muchacha no había huido para no darle problemas, empezaba a verlo claro.

Kagome debió de darse cuenta mientras dormía de que la observaban puesto que abrió los ojos lentamente.

- Siento haberte despertado... - murmuró Miroku.

- Has vuelto... - sonrió- has cumplido tu promesa.

- Sí.

Kagome se incorporó en la cama quedando sentada y le ofreció un hueco a Miroku para que se sentara junto a ella.

Miroku algo dudoso por el ofrecimiento se metió dentro de la cama y le pasó un brazo sobre los hombres para que se apoyara en él de una manera tan natural y tan cómoda que casi le sorprendía.

- Gracias por cumplir tu promesa.

- Gracias por no escaparte.

- ¿Hug?

- Me acabo de dar cuenta de que te he dado oportunidades suficientes para irte y tú no te has ido- le aclaró.

- No me he ido porque te acusarían a ti- murmuró- Inuyasha enfurecería contigo- sonrió- después de lo bueno que has sido conmigo, no podía hacerte eso.

Miroku le dio un suave beso sobre la frente y dejó que Kagome recostara su cabeza en su hombro. Con la mano libre se apartó un poco el cuello del nicki al sentir un calor asfixiante. Se notaba que ya empezaba el verano.

Miró a su lado a Kagome y no pudo evitar sonrojarse mientras observaba cada curva de su cuerpo con absoluto descaro. No podía quedarse mucho más tiempo allí porque si no acabaría abusando de su cuerpo. La deseaba demasiado. Además, Inuyasha le mataría si osaba poner una sola mano en aquel maravilloso cuerpo y estaría por llegar.

- Me tengo que ir... - apartó las sábanas- aún tengo cosas que hacer...

- ¿Tan tarde?

- Aquí casi nunca descansamos, mi amor.

 Secuestrame ✓ FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora