Capitulo tres

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Los primeros rayos de sol matutino se filtraban sutilmente por las ventanas de la mansión Goodrich, una niña de unos siete años hojeaba distraídamente unos libros que sus padres jamás le dejaban tocar. En ellos había dibujos de horribles seres que luego la atormentarian en sueños durante largos años.

Desde donde estaba podía escuchar a sus padres discutiendo en la planta baja, era habitual que ellos se gritaran en un idioma que ella no entendía, y que tampoco deseaba entender, ya que muchas veces temía que aquellas discusiones fueran por su culpa.

La niña se llamaba Anastasia. Y era la única hija de un importante auror Austriaco y una famosa fabricante de pociones brasileña.

A pesar de su corta edad, sus padres se habían mostrado muy alterados, porque la pequeña no presentaba ningún signo de magia. Por el contrario, era una niña torpe y muy tímida que se dejaba intimidar fácilmente por los otros niños.

A escondidas de estos, la pequeña Anastasia leía dificultosamente antiguos libros de magia que habían sido de su padre cuando asistía a Durmstrang e intentaba desesperadamente realizar pequeños hechizos sin éxito alguno.

Los gritos cesaron y la niña se apresuró a esconder el libro que había estado ojeando. Uso una silla para colocar el pesado libro en su sitio, en lo alto del estante, pero tropezó torpemente y toda la estantería se vino abajo.

Los libros golpearon el suelo causando un gran estruendo, y su padre entró furioso a la biblioteca.

- ¿Acaso no te dije que no podías entrar aquí? - bramo - ¿qué diablos estabas haciendo?

- yo solo... yo solo... intentaba aprender hechizos. - susurro la niña entre lágrimas.

- ¿Hechizos tu? Jamás podrás realizar un hechizo Anastasia. ¿Acaso no te das cuenta? Eres una maldita squibb.

- Alexander ¿que estas diciendo? - bramo su esposa entrando agitada a la habitación.

- Solo le digo la verdad Antonia, ya deberías aceptarlo tú también.

Los adultos continuaron discutiendo acaloradamente sin notar la expresión de ira que se había formado en el rostro de la pequeña Anastasia, sus ojos emanaban un intenso color dorado que contrastaba sombriamente con su cabello oscuro despeinado.

Se oyó el sonido similar al de una una explosión, las ventanas explotaron cubriendo toda la habitación con pequeños trozos de cristal, los libros salieron despedidos de sus estantes y el suelo tembló. Anastasia gritó desesperadamente cuando vio a su padre desmayado, con un feo corte en la frente.

- Haz algo mami - grito.

Pero la bruja estaba en shock mirando a su hija con la misma expresión con la que se mira a un monstruo.

Su padre despertó a las pocas horas pero igualmente lo trasladaron a al El hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas.

Los días pasaron y sus padres seguían sin regresar a casa. Anastasia que había quedado al cuidado de elfos domésticos, comprobó rápidamente que podía realizar hechizos simples con absoluta facilidad y se sintió orgullosa de sí misma. Esperaba que cuando sus padres regresaran se sintieran orgullosos de que su magia por fin había despertado y la perdonarian por aquel accidente.

Los elfos domésticos ayudaron a Anastasia en la tarea de descubrir su magia y le contaron historias de Hogwarts y el mundo mágico.

Alexander y Antonia regresaron en una madrugada lluviosa, y la niña corrió a recibirlos feliz y ansiosa de contarles a sus padres todo lo que había aprendido esas semanas. Pero ellos la ignoraron.

El único amor de Tom RiddleWhere stories live. Discover now