Capitulo cuatro

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Tom no tenía apetito, revolvía su plato de huevos revueltos con pesadumbre mientras mantenía la mirada fija en la mesa de Ravenclaw. Anastasia reían despreocupadamente con el capitán del equipo de quidditch de su casa, mientras que este la miraba embobado.

Habían pasado ya tres semanas desde la reunión de Slughorn y desde entonces ella lo ignoraba completamente, aunque Tom tampoco hizo esfuerzo alguno por acercarse a ella, su orgullo se lo impedía. La obsesión de Tom por Anastasia iba en aumento, el lo negaba rotundamente, diciendose a si mismo que solo le interesaba el guardapelo.

Por momentos se le había cruzado por la cabeza simplemente hechizarla y arrebatarselo del cuello, pero Dumbledore lo vigilaba de cerca y además Anastasia no era ninguna ingenua, sabría que él lo hizo y lo desenmascaria delante de todos.

- Riddle. - lo llamo Abraxas Malfoy interrumpiendo sus pensamientos.

- ¿No te he dicho mil veces que no me llames por ese nombre? - dijo en un siseo que podria haberle helado la sangre a cualquiera.

- Lo... lo siento. ¿me puedo sentar? - dijo arrepentido el rubio.

_ Haz lo quieras. - susurro mientras observaba detenidamente como Anastasia salia del gran comedor seguida por el Ravenclaw.

Un extraño brillo rojizo se hizo presente en los ojos de Tom.

- Oye Malfoy. ¿Tu haces las rondas de vigilancia con Goodrich verdad? - dijo sonriendo por dentro.

Abraxas dudo.

_ Si...

- cambiaremos de lugar- ordenó. - A partir de hoy tu patrullaras con Abbott.

- Pero... - intento decir Abraxas.

- ¿Acaso me estás cuestionando? - dijo tom bebiendo un sorbo de jugo de calabaza y satisfecho por dentro.

- No, claro que no.

- Bien.

Cuando la cena concluyó, Tom se dirigió triunfal hacia el lugar donde sabia que Malfoy se reunia con Anastasia para realizar el patrullaje nocturno, actividad que era una de las tantas obligaciones de los prefectos de Hogwarts.

La chica se encontraba de espaldas, con la mirada perdida en un gran ventanal que daba al bosque prohibido. Su respiración empañaba el cristal, mientras que la lluvia lo golpeaba con fiereza desde el exterior.

Tom carraspeo para hacerse notar y sintió un escalofrío cuando los ojos frios de la chica se clavaron en los suyos, aunque le atribuyó esta sensación al viento helado que circulaba por los pasillos de piedra.

- ¿Necesitas algo Riddle? - pregunto la chica volviendo a clavar la vista en la ventana.

- Yo patrullare con tigo a partir de ahora. - anuncio Tom con voz serena.

- Por supuesto que no ¿ Donde esta Malfoy? . - protesto cruzando los brazos.

- El me pidió que cambiáramos lugares. - mintió.

- Como quieras Riddle. - dijo Anastasia indiferente.

Tom hizo un enorme esfuerzo por no gritarle, odiaba sentir que aquella chica no se sentía intimidada por su presencia.

- Deberías. - siseo con sonido muy similar al de una serpiente. - ser más amable conmigo, ¿O acaso te olvidas que yo se tu pequeño secreto?

La chica lo fulmino con la mirada y rápidamente sus ojos pasaron de un azul intenso a un ámbar brillante.

Tom sintió otro escalofrío recorriendo su columna vertebral.

- ¿Por que tus ojos cambian de color? - pregunto curioso.

- Debe ser porque tu presencia me irrita. - dijo y sonrió maliciosamente. Sus facciones se volvieron sombrías por un instante.

- Dime la verdad Goodrich. - susurro Tom al que cada vez le costaba más mantener la compostura.

- Es un simple hechizo Riddle. - dijo parpadeando muchas veces y sus ojos volvieron a ser azules. - es que no quiero parecer un hombre lobo. - agregó intentando bromear.

- No creas que me voy a creer tus boberias. - señaló.

- No te pedí que lo hicieras. ¿Entonces patrullamos o que?

Tom asintió en silencio y comenzaron su larga caminata por los pasillos del colegio. A medida que avanzaban la luz se volvía más tenue y las temperaturas comenzaban a descender. Pronto todos los alumnos estaban en sus salas comunes y sus pasos empezaron a hacer eco en los pisos de piedra.

Riddle aspiraba lentamente el perfume que emanaba su compañera sin darse cuenta, y sentía como el nerviosismo de la chica iba en aumento a medida que la oscuridad comenzaba a reinar en el castillo.

- Lumus - susurró ella temblando por el frio.

- ¿Acaso le tienes miedo a la oscuridad Goodrich? - susurro Tom maliciosamente.

- Claro que no.

- Entonces ¿Por qué estás tan nerviosa?

- Solo olvide hacer algo, es todo, y ademas me estoy congelando ¿que esperabas?

Tom bufo y vio que la chica solo llevaba la fina camisa del uniforme y de mala gana le lanzó su propia capa.

- No esperaba un gesto de caballerosidad de tu parte Riddle. dijo ella envolviendose en la capa de Slytherin.

- Solo tómala y callate. - sentenció el - además te sienta bien el uniforme de Slytherin. - dijo sonriendo de lado, recordando lo que Dumbledore le había contado sobre ella.

- Eso jamás. - se defendió ella y a luz de su varita Tom percibió que sus ojos volvían a cambiar de color.

- No tienes que fingir, Dumbledore me contó tu secretito con el sombrero.

_ ¿Acaso estás acosándome Riddle?

El iba a replicar pero la chica lo hizo callar un gesto.

- Shh ¿escuchas eso? - susurro.

- Yo no oigo nada. - murmuró Tom

- Alguien está llorando. - respondió Anastasia y apuro el paso.

- Seguro es alguna niña de primero ¿qué más da? - protesto el.

Anastasia lo ignoró y siguió su camino... al baño del segundo piso.

-Lumus maxima - susurro y los llantos cesaron. - ¿Myrtle? ¿Que haces aqui?

- Nastia... - susurro, sus mejillas se ruborizaron cuando vio que Tom la acompañaba y se secó las lágrimas con la manga de su túnica avergonzada. - es que unos Gryffindors se burlaron de mí otra vez...

- Sabes que no debes estar fuera de la sala común a esta hora. No diré nada pero debes prometerme que no volverá a pasar ¿de acuerdo?

-¿ Amo es usted? amo... amo...

Tom dio un respingo, al oír que el basilisco lo llamaba desde la cámara.

-¿Todo en orden Riddle? - preguntó Anastasia.

El se tranquilizo al recordar que solo el podía escuchar al monstruo y sonrió tranquilamente.

- Si claro. ¿Por qué no acompañas a la chica a su sala común? Yo terminare la ronda.

- Si, es una buena idea. - asistió. - nos vemos mañana Tom. - añadió y le dio un corto beso en la mejilla.

Myrtle soltó una risita nerviosa.

- ¿quien mas esta ahi? amo, amo... - susurraba el basilisco - déjame despedazarla... déjame matarla.

- cállate - susurro y se llevó la mano a la mejilla que ardía como si lo hubiesen quemado.

Al día siguiente la noticia de la muerte de Myrtle se extendió como pólvora por el castillo...

El único amor de Tom RiddleWhere stories live. Discover now