VIII

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—Come la carne y te dejó salir a fuera —dijo la enferme cruzando los brazos. Gabriella abrió los ojos.

—¿Qué?

—Entiendo que no tengas ganas de nada, por eso te dejaré salir si te comes la carne, solo eso por favor —Gabriella cogió el tenedor con inseguridad y pinchó el pequeño trozo de carne que se podía comer perfectamente en tres trozos. Sonrió. Solo eso, ella podía.

Acercó el tenedor con la carne a su boca, la abrió y perfectamente puso el trozo en su boca. Sonoramente se lo tragó. La enfermera sonrió y le dió unas pequeñas palmas a la espalda.

Lo que Gabriella no sabía era que estaba empezando a mejorar, y pronto, saldría de aquel infierno. ¿O tal vez?

Los ojos de Anne se abrieron lentamente, sin ganas. Miró a todos lados. Su cabeza iba a explotar y tenía un fuerte dolor de cabeza.

—¿Mamá? —susurró sin fuerzas, pero suficientemente alto para que su madre le apretara la mano con cariño.

Su madre se levantó de la incómoda silla del hospital, y agarró con más fuerza la mano de su hija.

—¡Cariño! Oh dios mio, no me tenía que haber ido. La culpa es mía...

—¿Qué? ¿Qué me ha pasado? —se levantó sin ganas de la cama y se sentó. Unos tres médicos entraron corriendo y al verla bien sonríeron.

—Hola Anne, has tenido un ataque normal en esta enfermedad. Es muy normal, no te preocupes —dijo aquel hombre con barba.

—¡No puede decir eso! Mi hija ha estado apunto de morir y, ¿dice que es normal? —la madre de Anne dejó de sujetar la mano de su hija para dirigirse a aquel hombre —Esto es una mierda.

Anne suspiró. 

—¿Dónde está Katherine? ¿Está bien? —preguntó con inseguridad a su madre. Tal vez para cambiar un poco de tema.

De pronto Mila entró en la habitación.

Su bata blanca estaba manchada de suciedad, y su pelo estaba recogido con un moño que dejaba ver sus 49 años a la vista.

—Avisó a unos jóvenes. Entró en la habitación y por accidente mio la cerré. Pensé que Kate se iría a algún lugar, conociéndola... El caso es que esos jóvenes avisaron a la planta de abajo que en tu habitación había alguien herido y fuimos corriendo.

—¿Como puede usted encerrar a una chica? —preguntó la madre de Anne mirandola con asombro.

—Tal vez porqué es esquizofrénica y sus pensamientos pueden obtener un suicidio o algo así —su voz era clara pero se podía ver como estaba apunto de perder los nervios. Mila, con los brazos encogidos, se dió vuelta para luego pasar por la puerta e irse.

—¿Por qué has venido? —preguntó Anne con un tono calmado.

Mila se giró y la miró a los ojos. Los ojos azules de Anne se volvieron un poco más oscuros de la rabia.

—Bienvenida a este hospital cariño. Necesitas tener amigos, te conviene. Ahora dejaré pasar a dos o tres de abajo —dicho aquello, Mila se fue por la puerta y giró a la izquierda.

Anne empezó a mirar por la ventana, su madre le apretaba aún la mano.

—No sé cuanto llevo con esta mierda, pero quiero irme —los brazos de Anne temblaron una vez más. Su madre le abrazó con fuerza. Sabía que ese abrazo era de aquellos que te animaban para continuar, pero era díficil. Muy díficil.

Free Her. (Calum Hood fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora