Al salir de la Universidad sentí un extremo frío en la nariz, por lo que me puse la bufanda al instante. Era viernes, y además era el último día de clases antes de las vacaciones de navidad, así que ya disponía de más tiempo libre; aunque no sabía como emplearlo. Me encendí un cigarrillo y empecé a andar hacia el lago, donde visualicé a una compañera sentada en un banco.
- Por fin vacaciones, ¿eh? – Di una calada. Amy se giró para mirarme, no dijo nada. - ¿Puedo sentarme? – Siguió callada, así que me lo tomé como un sí.
El lago estaba casi congelado y ya no se escuchaba ningún pajarillo merodeando alrededor. El frío viento chocaba contra nuestras mejillas.
- Creo que no volveré a la Universidad. – Amy parecía muy deprimida.
- ¿Te dejas la carrera? ¿Se puede saber por qué?
- Hay problemas de dinero en mi casa. Tengo que ponerme a trabajar si quiero evitar que les quiten la casa a mis padres...
- Menudo problema... ¿No hay otra solución? – La miré, preocupada.
- Lo hemos intentado de todas las maneras posibles... - Parecía estar a punto de llorar. – Te voy a echar de menos, Donna... Has sido una buena amiga.
- No tenemos porqué separarnos... Siempre podremos quedar para tomar algo...
- Nos vamos a mudar a otro lugar más barato, a un pueblo. – Me quedé con la boca abierta.
- ¿Me llamarás...?
- Por supuesto – Me sonrió, a pesar de su notable tristeza. – Y dile a él lo que sientes de verdad. – Medio en broma medio en serio. Luego se marchó.
Amy había sido mi amiga desde el primer día de Universidad, y nos habíamos convertido en inseparables. Nos lo contábamos todo. Aquella conversación me había dejado rota y algo me decía que el nuevo año no iba a ser bueno en absoluto.
Era extraño no acudir a un ensayo del grupo cada viernes por la tarde. Ahora que el grupo se había disipado temporalmente a causa de la aparente enfermedad de Will, no encontraba un pasatiempo que me distrajera durante lo que quedaba de día. Cuando llegué a mi casa, aproveché que mis padres no estaban para tocar un poco la batería, aunque lo dejé pronto, pues no era lo mismo sin los chicos. Miré el móvil y pensé en llamar a Chad, dado que Will no cogió ninguna de mis llamadas desde que ingresó en el hospital, hacía ya casi dos semanas. Chad tampoco me respondió al móvil, seguramente estaría con su novia; cuando estaba con ella no hacía caso a nada ni a nadie. En cambio, la que sí que me llamó poco después fue mi madre, informándome de la fiesta de gala de aquella misma noche.
Cuando eres hija de una mujer tan importante como lo era mi madre, famosa actriz, una ya se acostumbra a tantas fiestas de gala. Para muchos, mejor de estas "reuniones" es que conoces a muchas personas influyentes del mundillo, pero a mí, personalmente, no me atraía nada.
Cogí un taxi y me adentré en la tan glamurosa fiesta de ricachones. Mi madre me llamó desde una punta de la sala, ella y mi padre estaban hablando con el alcalde de la ciudad. Me aproximé a ellos.
- Hola, Donna, llegas tarde... - Me dijo mi padre. Luego me presentó al alcalde. – Esta es nuestra hija, Donna Fincher.
- Hola, querida. -Me tendió la mano, yo se la estreché.
- Es un placer.
- Y bien, ¿Qué estás estudiando, Donna?
- Nuestra hija está estudiando doctorado en la Universidad. – Dijo mi madre, orgullosa.
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Juego de Sombras
Ficción GeneralAdéntrate en la vida de Ellie, Jake, Donna, Alice y Will, unos jóvenes que pretenden encontrarse a sí mismos y descubrir su lugar en el mundo. (Recomiendo leer en modo nocturno.)