Epílogo

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Donghae volvió a revisar el horario en su móvil mientras movía uno de sus pies al ritmo de la música: las voces de Zac Efron y Zendaya cantando Rewrite the starts podían ser escuchadas a través de sus auriculares. Si bien aún no había visto la película a la cual pertenecía esta canción no era porque no lo deseara, sino porque estaba muy preocupado con la sesión de fotos que estaba haciendo en esta ocasión para la empresa en la que trabajaba.

El metro se estaba acercando así que asegurándose de tener su mochila asegurada y su móvil en el bolsillo, emprendió camino para subirse en él. Lucho con la masa de cuerpos que entraban y salían del ruidoso transporte, hasta que logro encontrar un asiento vacío y se sentó en el para recostar su cabeza y cerrar sus ojos por un momento. Aunque cuando los abrió el tren estaba casi vacío, el sol se alzaba en lo alto del cielo y en su móvil tenía 15 llamadas perdidas de su jefe.

Donghae caminó hacia su jefe; quien lo esperaba frente al estudio con un notorio enojo plasmado en su rostro y las venas de su cuello marcándose.

—Lee Donghae, esta es la quinta vez en la semana que llegas 4 horas tardes. ¿Te volviste a quedar dormido en el metro?

—Lo siento papá, no fue mi intención. Te prometo que no volverá a pasar.

—Ya he escuchado eso más veces de las que puedo contar. Hijo, sabes que puedes hablar conmigo o tu madre —dijo él mientras se acercaba y apoyaba su mano en mi hombro—. Te ves cansado y las ojeras en tus ojos son bastantes notorias — miro hacia ambos lados y se acercó a mi oído para susurrar—. ¿Es por qué el verano está comenzando? ¿Has vuelto a pensar en Hyuk...

—¡Cállate! ¡No lo nombres!

Escuche murmullos y voces al mi alrededor por lo que supuse que tal vez me había exaltado demasiado y no había controlado mi tono de voz. Intenté calmarme y volver a hablar.

—No hay nada más de que hablar papá. Llegué tarde y pedí disculpas, ahora si no te molesta, debo ir a hacer mi trabajo.

—Esta bien Hae. Que tengas una buena jornada.

No espere a que terminara de hablar para dirigirme al estudio y encerrarme todo el día allí a hacer lo que más me gustaba: tomar fotografías. Quería ver a las personas felices y capturar sus sonrisas...aunque no fueran tan brillantes, cálidas y reconfortantes como las de él, Lee Hyukjae; la primera persona a la que quise y se encargó de demostrarme qué tanto puede dolor la partida de una persona a quién abriste tu corazón y no hizo más que decir adiós y dejar un vacío en él.

***

Choi Kyuhyun volvió a mirar al hombre parado frente a él y notar como este miraba para los costados, nervioso e incómodo al parecer. Podía entenderlo, no todos los días una persona te miraba durante largos períodos de tiempo sin hablar, pero Donghae no lo entendía o mejor dicho, no lo recordaba. Pero Kyuhyun sí lo hacía.

Volvió a mirarlo intentando comparar a la persona que veía con la imagen del niño que él tenía guardada en su memoria.

El niño de unos 9 años, de cabellos castaños, pequeña estatura y delgado cuerpo, ahora era un hombre de 23 años, con el cabello teñido de azul y un peinado de esos que se veían en las revistas, había crecido bastante en altura pero seguía siendo más bajo que él, y cuando cruzaba los brazos sobre su pecho podía ver los grandes y fuertes músculos que se ocultaban detrás de su camisa.

Entendía que Donghae no lo reconociera, ya no era ese niño de traje rojo que mientras corría por la playa lo chocó y destruyó su castillo de arena. Así que obviando eso por ahora, decidió enfocarse en la razón por la que al parecer estarían trabajando juntos.

Castle |EunHae|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora