VIII: capítulo final

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Todas los días le pedía a mis padres para ir a la playa, porque sabía que Hyuk siempre estaría allí para esperarme. A pesar de que nos conocíamos desde hacía poco tiempo, sentía como si él siempre hubiese estado junto a mí.

Hace ya una semana desde que nos bañamos por primera vez en el agua. Siempre jugábamos en la arena así que quisimos probar algo diferente. Motivados por la curiosidad y la emoción, nos tomamos de la mano y caminamos juntos hacia el mar. Cuando dimos un paso y el agua rozo nuestros pies, salimos corriendo por lo fría que estaba, aun así, lo volvimos a intentar y logramos pasar más de un minuto en ella, bueno, toda la tarde mejor dicho.

Me gustó mucho salpicar con el agua a Hyuk y parece que al él le gusto reírse de mi, al ver mi cara de emoción cuando los peces nadaban tan solo a unos metros de nosotros.

Cuando mis padres llegaron nos dieron un fuerte regaño porque no nos habíamos puesto protector solar, además de que no habíamos salido del agua, aun cuando nuestros dientes habían comenzado a castañar y nuestra piel a arrugarse.

El verano ya estaba acabando y me preguntaba si esa era la razón por la que desde hacía pocos días, Hyuk se veía triste y no sonreía mucho. Por eso, después de pensar que podía hacer por él, llegue a una conclusión. Así que ahora caminaba con un cono de helado y dos cucharas, hacia el chico de postura encorvada sentado sobre una roca.

-Mi padre dice que no debo sentarme encorvado, que le hace mal a mi espalda -murmuré parándome a su lado.

-Mi padre lo único que me dice es que este callado y quieto.

Ante tales palabras no supe que contestar. Imaginaba que Hyuk no se llevaba muy bien con sus padres, por el hecho de que nunca los había visto cerca de él, aun cuando nos quedábamos hasta tarde en la playa o nos íbamos con toda la arena de la playa en nuestros bolsillos.

El helado ya estaba comenzando a derretirse en mi mano así que tocando su hombro con la otra mano, intenté llamar su atención. Y creo que nunca olvidaré la sonrisa en su rostro cuando me vio, y menos el momento en que le dije que era de fresa, su sonrisa brillaba más que sol, me dejaba ciego y despertaba una serie de sensaciones en mi interior. Como si miles de pececitos nadaran y saltaran en mi estómago.

Nos sentamos en la arena y comenzamos a comer.

-¿Compraste un helado solo porque no tienes dinero? o ¿creías que si comías solo tú me enojaría?

-No, no fue por eso.

-¿Entonces por qué?

Evite mirarlo a los ojos mientras repetía lo mismo que le dije hace unas semanas atrás a mis padres. Solo que esta vez me avergonzaba decirlo en voz alta a él y creía entender porque.

-Porque cuando queremos a una persona, nos gusta compartir cosas con ella -susurré.

El silencio después de ello se instaló durante lo que parecieron años. No quería verlo por miedo a ver burla o molestia en su rostro por mis palabras, pero cuando creí escuchar un llanto gire rápidamente y lo vi. Ocultaba su rostro entre sus brazos y de su boca escapaban pequeños sonidos. Entonces me miró y mi corazón se rompió al ver las lágrimas resbalando por su rostro y empapando sus mejillas. No lo dude ni un segundo y salte sobre él, abrazándolo con todas mis fuerzas e intentando que ese abrazo lograra calmar su corazón y detener sus lágrimas.

Pasamos horas abrazados. El sol desapareció del cielo y la luna ocupo su lugar, las olas que antes arremetían con fuerza contra la arena, ahora solo provocaban un suave murmullo y el niño que una vez lloró, ahora sonreía e iluminaba con su sonrisa la noche.

***

Al día siguiente, Donghae fue a la playa como todos los días para encontrarse con Hyukjae, pero él no estaba. Al otro día tampoco y al otro tampoco.

No importaba a qué hora Donghae fuera a la playa, Hyukjae no aparecía.

No importaba que Donghae recorriera la playa de punta a punta, Hyukjae no aparecía.

El verano desapareció y se llevó consigo a Hyukjae.

Castle |EunHae|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora