3-Sospechas

489 20 0
                                    

*Narra Sara*

Cuando regresé de la piscina encontré a María hablando por teléfono con alguien, no quise entrometerme y me dirigí al salon para ayudarle a Luisa, la madre de María, a poner la mesa.

Al poco tiempo regresó Elsa, pero a ella no se le veía tan triste como cuando la vi por última vez. Venía un poco roja y risueña. ¿qué le habría pasado?

La comida trascurrió en silencio, nadie intercambió palabra.

Despues de comer Luisa nos comunicó que ella y Joaquín (su marido) pasarían la tarde fuera, por lo tanto María, Elsa y yo tendriamos el apartamento para nosotras sola.

*Narra Elsa*

Después de contarle a Jesús lo que me pasaba, me sentí mucho mejor, él me trato genial y consiguió alegrarme de una manera increible.

Cuando terminamos de hablar bajamos a la playa, yo no llevaba bikini, pero a Jesús no le importó, me cogió en brazos y me lanzo al agua con la ropa puesta, pasé una mañana estupenda y entre risas y risas llego la hora de volver a comer, pero estaba empapada.

-JESÚS OVIEDO YO TE MATOO!! ¿como vuelvo ahora al apartamento?

- Venga tonta reconoce que te lo has pasado genial jajaja ¿donde está eso?

- ¿el que? ¿mi apartamento? aqui al lado, ¿ves ese edificio azul? pues allí es.

-Anda pero si estas en el mismo bloque que yo!! ven!! corre!!

-Aaa pero dónde vamooos??

-Confía en mi, ahora lo veras.

Entramos en la piscina del bloque y una vez allí me preguntó en que piso estaba mi apartamento. Por suerte no estaba demasiado alto (me alojaba en un segundo) porque ibamos a subir escalando por los balcones.

-¿Y si me caigo? estas loco!! me da miedo!!

-Enserio piensas que te voy a dejar caer? vamos ven dame la mano.

-Ah! esta más alto de lo que creía!!

-Ya estamos arriba, no a sido para tanto ves!! Corre , ahora cambiate y volvemos a bajar para entrar por la puerta.

- Aviso voy a tardar un poco.

-No importa, yo te espero guapetona.

-Ohh me encanta cuando me llamas así.

- Y a mí me encantan los colores que te suben cuando te lo digo. Venga y ahora date prisa.

-Vale, voy.

Cuando terminé de secarme volvimos a trepar por los balcones y luego Jesús me acompañó hasta la puerta del apartamento y me despidió con un beso, un beso como no me habían dado nunca.

-Adios pequeña- me dijo mientras retiraba su mano de mi cintura.

-Adios feo.

Entré en casa un poco roja y creo que Sara se percató de ello.

Durante la comida todos estaban serios, pero yo no podía evitar sonreir al pensar en lo ocurrido esta mañana, ahora, más que nunca, necesitaba contarle todo a María.

Un cero a la derecha (gemelier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora