¡BESO! - Capítulo 4

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William estaba sorprendido... Y fascinado.

Se sorprendió al darse cuenta de la rapidez con la que Jaime se había puesto mejor. Se miraba recuperada, tenía un brillo en los ojos que William no alcanzaba a mirar antes.
Se sentía fascinado por ella. La tenía en la mente día y noche. No podía concentrarse o pensar en algo más que ella, no conseguía apartarle de su cabeza ni un segundo.

Sólo imaginarlo, imaginar estar con ella sentado, hablando de cosas sin importancia. O comiendo un bocadillo a media noche como se le había hecho costumbre. Ya no podía imaginar no estar con ella una tarde, siempre paseaban por el jardín, ella lo necesitaba para estirar las piernas.

A William le estaba mirarla cuando estaba dormida. La última vez que habían salido en auto, hacía ya como una semana, ella se había quedado dormida. William temió estrellar el auto con el conductor de adelante. Casi nunca estaban fuera de casa. Una sola vez lo habían hecho y ella se quedó dormida en el automóvil. Ese día ella tenía un antojo de los grandes. Fueron comer a un restaurante cómodo y hogareño. William no podía recordar haberse reído más en su vida.

Su secretaria lo seguía llamando para una junta muy importante y él no lograba despejarse. Los recuerdos lo tenían agobiado. Se sentía perdido.

Ya quería llegar a casa y verla tan resplandeciente como sólo ella podía verse. Sabía que la encontraría con su pancita esperándolo en el comedor para comer con él.

Sólo imaginarlo hacía que se le acelerara en corazón.

-Señor Williams, ya no se puede posponer el asunto. Hace dos semanas piden hablar con usted y... Son muy importantes.

-Avísale que en una hora voy a estar ahí.

Ella asintió para ella misma y salió prácticamente corriendo.

Así eran sus días. Aunque cada vez lo recortaba más. Sus horarios estaban modificados para estar menos horas fuera de casa, menos horas lejos de Jamie.

Ya no podía recordar la última vez que había llegado temprano a su casa temprano. Hasta sus empleados comenzaban a darse cuenta de que llegaba tarde y salía temprano.

El tiempo pasó sin que se diera cuenta. Ni imaginaba que tipo de cosas pudo haber aceptado en el contrato que firmó.

Llegó a casa lo más rápido que pudo. Estaba ansioso por contarle su día a Jamie, últimamente le pasaba mucho eso.

Cuando entró por el umbral de la puerta se sintió escandalizado al darse cuenta de que Jamie no lo esperaba como tanto había ansiado. Se preocupó, al instante.

Lucy estaba esperándolo en la puerta de la mansión.

-De verdad, lo lamento demasiado. No sé qué fue lo que sucedió... Ella estaba bien, pero de repente...

-¿Quién? ¿Qué fue lo que pasó, Lucy?
¿Qué le sucedió a Jamie?- preguntó William, tratando de no gritarle. No entendía que sucedía pero comenzaba a desesperar.

-William, ella está muy mal. Estábamos arreglando las flores y cuando terminamos ella quedó exhausta y comenzó a sentirse mal. Creí que tenía fiebre pero no, parecía ser que sólo estaba extremadamente cansada y eso no puede ser normal. Estoy muy preocupada y todo es mi culpa.- lamentó rápidamente Lucy.

William no esperó más explicación y pasó por su lado a paso rápido. Se sentía asustado. Se supone que Jamie estaba bien, ya estaba recuperada.

Entró lentamente y sin hacer ruido.
No alcanzaba a verla, estaba dando la espalda a la puerta. Se sentía consumido por la desesperación. Ya no sabía que más hacer, se supone que se pondría bien.

¡No eres mi tipo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora