Para William, esos últimos días habían sido un infierno.
Ya no tenía ideas.
Jamie no le hablaba. Ya ni siquiera lo esperaba para comer.
En realidad, eso era lo que más le dolía. Hablar con ella durante la comida era realmente productivo y relajante.
Además, no podía pensar en la posibilidad de que el beso mágico que recordaba no se volviese a repetir.
Trataba de olvidar, pero no podía, aunque trataba de hacerlo por su bien y el de ella.
Nunca había besado a nadie igual, con tantas ganas y ternura. Fue oficialmente el mejor beso de su vida.
Pero ahora se había vuelto de nuevo la chica insegura y temerosa que había encontrado. Ya no sonreía.
Era su sonrisa la única que lo revivía, ¿cómo haría sin ella? Tenía que verla otra vez.
Pero tenia un plan.
Ese día de trabajo saldría temprano, pero no le interesaba, sólo quería que las cosas volvieran a ser iguales entre ellos.
Cuando salió de la empresa apurado, apresuró a su chofer para llegar antes de que hubiera oscurecido
Al llegar a casa, todo estaba en penumbra y silencio. Pero él sabía dónde estaban todos.
Jamie los había comprado a todos en esa casa, todos la querían ahí. Pero, ¿cómo no hacerlo?
Era realmente mágico tenerla cerca.
Fue directo hacia el jardín.
Ahí se encontraba Jamie y Lucy platicando muy animadas.
Jamie sonreía por algo que Lucy había dicho y daba ligeras caricias a su vientre mientras le mostraba una frágil sonrisa.
A Lucy se le iluminó el rostro cuando él llegó.
—¡Qué bueno que llegas! Justo estaba diciéndole a Jamie que necesita cosas para el bebé. Ya casi nace.
—En realidad, todavía faltan algunos meses, Lucy.
Jamie no estaba muy conforme con la idea.
—Siempre puede decidir venir antes. No te confíes.
Ella asintió, dándole la razón. De todos modos, ella tenía razón.
El bebé no la podía encontrar desprevenida.
—Entonces… Será mejor que vayamos rápido, ¿no, Jamie?
—No, no es necesario aún. Además, pronto voy a irme y no voy a llevarme nada, así que…
—Ustedes dos no van a ningún lugar— dijo Will, refiriéndose a ella y al bebé.
Ella se mostró sorprendida por su actitud tan cortante.
—No voy a dejar que te vayas.— Le llamó a Lucy que al ver la situación, había huido a la cocina a pesar de los llamados de Jamie— Sube a Jamie a su habitación y prepara un conjunto que sigue en mi habitación. En el armario, el vestido, por favor.
No le dio tiempo de protestar y siguió caminando.
Cuando Jamie llegó a su cuarto, ya le tenían su ropa lista. Se miraba muy bien.
Y era amoldable a su figura que se había deformado por el embarazo. O eso era lo que ella creía.
Lo que no sabía era que su pequeño vientre sólo la había mirarse más frágil y delicada.
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¡No eres mi tipo!
ChickLitWilliam Williams no esperó enamorarse así. De esa chica tan dañada y frágil, de esa chica que necesitaba su ayuda. De la chica embarazada y dulce que había ayudado. No esperaba enamorarse de su inseguridades y defectos, tampoco de sus manías e ideas...