El Jardín de Las Hespérides

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En la mitología griega las Hespérides (en griego antiguo Έσπεριδες, 'hijas del atardecer') eran las ninfas que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, situado según diversas fuentes en las montañas de Arcadia en Grecia, cerca de la cordillera del Atlas en Marruecos, o en una distante isla del borde del océano.

Adicionalmente, Hespérides (o también Islas Afortunadas) es un nombre dado por los antiguos a una serie de islas situadas en el extremo oeste del mundo entonces conocido. Éstas podían haber incluido Canarias, Madeira y Cabo Verde.
Según diferentes fuentes, había tres, cuatro o incluso nueve hespérides, pero normalmente se consideraba que eran tres, como las demás tríadas griegas (las Cárites, las Greas, las Gorgonas y las Moiras). Algunos de sus nombres eran Egles, Aretusa, Eritia, Hesperia, Héspere, Hestia y Hesperetusa. A veces se las llamaba Doncellas de Occidente, Hijas del Atardecer o Diosas del Ocaso, aparentemente aludiendo a su imaginada situación en el lejano oeste, y de hecho Hésperis es apropiadamente la personificación del atardecer (como Eos es la del amanecer) y Héspero la de la estrella vespertina. También se les llamaba las Hermanas Africanas, quizá por cuando se pensaba que estaban en Libia.

A veces eran retratadas como las hijas vespertinas de Nix, la Noche, y (según las versiones) de Érebo (la Oscuridad), de la misma forma que Eos en el más lejano este, la Cólquida, era la hija del titán solar Hiperión. Según otras fuentes eran hijas de Océano, de Atlas y Hésperis, de Hésperos, de Zeus y Temis o de Forcis y Ceto.
Una de las hespérides era Hesperia, hija, según las versiones, de Nix por sí misma, de Atlas y Hesperis, de Héspero, o de Zeus y Temis. Sus hermanas son Egle y Aretusa.
Las Hespérides tenían voces que encantaban y poseían el poder de cambiar de forma para enloquecer a los que las veían

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Guanarteme era el término que recibían los reyes aborígenes en la isla de Gran Canaria antes de la conquista castellana. Puesto que la isla estaba dividida en diversos territorios más o menos autónomos, existían varios guanartemes. En el momento de la conquista había dos: el Guanartemato de Telde y el Guanartemato de Gáldar.

Los guanartemes se ayudaban de un consejo de nobles para tomar sus decisiones, además de contar con el sacerdote o faicán, quien en ocasiones podía tener más relevancia social y política que el propio guanarteme. También se menciona la existencia de un consejo de carácter militar: el sabor, donde se reunían los guayres o capitanes.

El Guanartemato de Gáldar era uno de los guanartematos en los que se dividió la isla de Tamarant (Gran Canaria) tras la muerte de Artemi Semidán en 1405, hasta la conquista de la isla. La antigua jefatura única de la isla, con sede en Telde, quedó dividida en dos, quedando al frente de Gáldar, el guanarteme Egonaygache Semidán.

El guanartemato ocuparía todo el sector NO de la isla, y posiblemente sus límites con el Guanartemato de Telde estarían en el Barranco de Guiniguada y el Barranco de Arguineguín, según Abreu Galindo, o el Barranco de Guiniguada y Barranco de Tirajana.

La sede del poder político del guanartemato estaría en la Vega de Gáldar, en torno a la actual ciudad homónima. También había asentamientos poblacionales importantes en La Aldea de San Nicolás. Agaete, Veneguera, Mogán y Arguineguín, tanto en hábitats concentrados como dispersos, con poblados de superficie formados por casas, como cuevas artificiales y naturales. También se encuentran dentro de este territorio las necrópolis del Agujero, La Guancha, Guayedra, etc. Muchas cuevas artificiales fueron utilizadas como silos para el almacenamiento de la producción agrícola.
La principal actividad económica sería la agrícola, destacando la fértil Vega de Gáldar. En las zonas montañosas se practicaría la ganadería (caprina y ovina). En la costa se explotaron los recursos marinos. En cuanto a la actividad minera, destaca la Montaña de Horgazales como centro de explotación de la obsidiana, la cual sería distribuida por toda la isla.


Tenesor Semidán (bautizado como Fernando de Guanarteme) fue un líder aborigen canario. Negoció con la Corona de Castilla un tratado válido para todas las islas del archipiélago. Nace probablemente hacia 1420 en la isla de Gran Canaria, de cuyo reino, Guanartemato de Gáldar, era guanarteme ("rey") a la llegada de los castellanos.

Tenesor Semidán y Bentaguaire eran los hijos del guanarteme de Gran Canaria, Artemi Semidán (finales del siglo XV), y heredaron el reino a la muerte de este, pero pronto surgió la lucha entre ambos; Tenesor venció pero tuvo que hacer frente a la sublevación del usurpador Doramas y a continuos intentos de invasión. En 1478 Juan Rejón y Pedro de Algaba desembarcaron en la isla al frente de una expedición de tropas castellanas iniciando la conquista de la isla.

En 1481, Tenesor viaja a España por vez primera y firma la Carta de Calatayud, pacto entre los Reinos de las Españas y el Reino de Canarias, el 30 de mayo en Calatayud, capital de Aragón, firmando en nombre del Reino de Canarias, y Fernando el Católico, Rey de Aragón, en nombre de los Reinos de las Españas.[2] Los mandos del ejército español destinados en Canarias, obtienen tierras, y también los diferentes menceyes y guanartemes (reyes tribales) que quedan como responsables políticos.
Al año siguiente a la firma del tratado, algunos grupos de rebeldes liderados por Guayarmina Semidán y el príncipe Bentejuí se refugian en las cumbres y mantienen viva la resistencia en Gran Canaria.
Tenesor Semidán se reúne con ellos, para tratar de convencerlos de que cesen en la rebelión: el 29 de abril de 1486, conversa con Guayarmina Semidán, descendiente como él de los Semidán, y con Bentejuí en la fortaleza de Ansite. Tras la reunión, Guayarmina baja y se entrega, mientras que Bentejuí y el Faycan de Telde se suicidan siguiendo el ritual aborigen, despeñándose por el barranco de Atis Tirma, así llamado por ser esa la frase que la tradición narra que exclamaron al precipitarse al vacío ("Viva la Montaña sagrada").
Cristianización
Traidor y pusilánime para unos, estadista y pacificador para otros, fue un personaje de gran importancia para la incorporación pacífica de algunas de las islas canarias a las coronas de los Reyes Católicos, quienes apadrinaron su bautizo, celebrado con todo esplendor en las Cortes Generales de la ciudad de Calatayud, el 30 de mayo de 1481, día de San Fernando. Tras su cristianización, se le llamó Don Fernando Guanarteme. Deja descendencia en sus hijas, la infanta Margarita Fernández y la infanta Catalina Hernández.

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