Mare de Déu del Blau

30 0 0
                                    


A los leridanos que subían a misa en la Seu Vella no les gustaba la virgen que presidía el Pórtico de los Apóstoles. Sentada en una especie de silla, la encontraban tan vieja y malcarada que en vez de representar la madre de Jesús parecía la suegra de Judas. Los canónigos de la catedral de Lleida decidieron sustituirla, por lo que encargaron al mejor escultor de Lleida una nueva estatua, digna de presidir la magnífica portada de acceso al claustro por la banda de la ciudad. El artista disponía de un obrador donde aprendían el oficio media docena de niños, todos ellos orgullosos de tener por maestro aquel gran artista de la piedra.El hombre, que ya se hacía viejo ya veces le temblaba el pulso, se tomó el encargo como la gran obra de su vida. Encima de los papeles esbozó la imagen de una chica joven con cara de salud, derecha a la manera de las estatuas clásicas y con la cabeza ligeramente inclinada hacia delante. Con el brazo izquierdo sostenía el Niño Jesús mayorcito que ya debía gatear, pero que daba la impresión de ser ligero como una paja. El Niño miraba a una paloma que se había detenido con las alas extendidas sobre la mano derecha de la madre y que representaba el Espíritu Santo presidiendo la reunión de los apóstoles. Los ojos de la madre, en cambio, no habían mirado la paloma sino más abajo, hacia los devotos que entraban y salían del portal. Cuando el artista tuvo más o menos claro el proyecto sobre el papel, cambió el carbón por el cincel y se enfrenta al bloque de mármol.Al cabo de unos meses, el escultor había terminado el cuerpo de la estatua con el repliegues y bordados del traje, y la figura del Hijo con los ojos muy abiertos y la manija extendida hacia el paloma, como si quisiera tocarlo. Sólo le faltaba el trabajo más comprometida, que era dar vida y la expresión en el rostro de la Virgen.El viejo maestro no lo conseguía. Ninguna de las caras que primero amasaba con barro tenían la expresión reflexiva ni la mirada de serenidad que él pretendía infundir en la imagen. Una mañana, hastiado de probaturas y tras mandar trabajo a los aprendices, salió a dar un paseo por la ciudad para esbarjolar un rato. Tal vez, en la cara de alguna joven lavandera del río podría copiar los gesto que le bailaba por la cabeza.Hacia el mediodía volvió al obrador arrastrando las mismas preocupaciones. Al abrir la puerta, quedó viendo visiones: su estatua plantaba totalmente terminada, con un rostro expresivo que maravillaba.- ¿Quién lo ha hecho esto? - exclamó.- Que os gusta, maestro? - hizo, sin disimular el entusiasmo su mejor alumno.- El maestro fulminarle con la mirada:- ¿Quién te lo ha mandado? No es tu trabajo mocoso!- Yo creía ...El maestro le tomó el martillo de las manos y de una revuelta lo lanzó con fuerza contra la imagen con la intención de destrozar la obra que el rebajaba ante sus aprendices. El hierro chasquear en medio del frente de la imagen y de rebote tocó la cabeza del maestro, con tan mala fortuna que le acertó el pulso y cayó muerto.Cuando hubieron retirado el cadáver, el aprendiz quiso comprueba el daño que la martillazo había causado a la estatua. El chico se quedó de piedra ante el prodigio: el frente de la imagen era liso, sin el más pequeño golpe ni rasguño, y en medio había salido una mancha oscura, de un azul amoratado. Como si la cabeza de la Virgen en vez de ser de mármol, fuera de carne y hueso. Pintaron la cara para hacer desaparecer el morado, pero por capas de pintura que pusieran, el azul volvía a salir.La virgen herida, conocida popularmente como la Virgen del Azul, presidió durante siglos el Pórtico de los Apóstoles de la Seu Vella. En medio de aquella docena de santos barbudos todavía parecía más joven y bonita.Con los años la imagen ha acabado bajando a la ciudad y actualmente ocupa un lugar de honor en el altar mayor de la catedral nueva. Los leridanos le tienen mucha devoción, sobre todo aquellos que se dedican al ramo del arte y de la enseñanza. Aunque no vayan nunca a misa ni bauticen a sus hijos, entran de vez en cuando en la catedral a hacerle una visita. Los artistas piden a la imagen que haga salir azules en sus obras para que así parecerán más vivas. Los maestros le piden alumnos que pronto los superen en conocimientos, ya que este hecho, lejos de avergonzarse, les debe confirmar como maestros excelentes.Pep CollLa noche que la montaña bajó al río. Leyendas de toda Cataluña.Ed. la GaleraTambién el etnógrafo y el escritor leridano explica así la leyenda:Mitos de poniente. La Virgen del Azul. Los años 1447 y 1448 llevaron hasta las tierras de Lleida muchas realidades históricas pero también, y no podía ser de otra manera, hechos que envuelven con la leyenda que atenderse cada noche en torno a las innumerables hogar de fuegos leridanas, donde el padrino contaba los nietos todo lo que pasaba o imaginaba que había pasado al abrigo de paredes, casas, campos y obradores de la ciudad y también fuera ...Mientras en la chimenea hervía la olla con cuatro frijoles que debían servir para cenar aquella noche, los niños volvieron a pedir por enésima vez:-Padrón, cuéntanos de nuevo la historia de la Virgen del Azul!-Pero si ya os lo he explicado muchas veces - hizo el buen abuelo, con ojos llenos de dulzura y agradecimiento mirando la docena de caras que la miraban embelesadas.-Sí, pero es tan bonita ... -reblaren vez los labios infantiles, que denotaban que ya dejaban volar su imaginación en la leyenda que, no dudaban, los volvería a contar el padrino.Y el hombre ya no se lo hizo repetir. Acercó la leña al fuego para reavivar, porque todo el entorno cogiera aquella mágica dimensión que desprende la luz de la llama, y empieza:"Era un buen maestro arquitecto de nuestra Seu Vella, de nombre Jordi Safont, y que también era un gran escultor. Recibió el encargo de esculpir una bella imagen de la Virgen, la cual sería col • locada en la que actualmente es conocida como la Puerta de los Apóstoles. Si bien esto es lo que se cuenta históricamente, está el hecho legendario que ha devenido popular."Cuenta la leyenda que un buen maestro escultor recibió el encargo de hacer dos imágenes de la Virgen, las que iban destinadas a presidir las puertas principales de dos edificios de Lleida, que eran la Seu Vella y el antiguo hospital de Santa María."Había, sin embargo, exigencia de rapidez en la entrega de las dos imágenes, por lo que el buen escultor, para tener las dos esculturas terminadas en la fecha fijada, se vio en la necesidad de decir a su ayudante que empezara a cortar un bloque de piedra para una imagen mientras lo cortaba y hacía la otra."Uno y otro se pusieron a trabajar con fuerza deleite. El aprendiz, con más ilusión e ingenio que el mismo maestro escultor."Fueron pasado los días y los bloques de piedra, como tal, fueron desapareciendo y dejaron paso a unas bellas figuras de este hecho el escultor, enfurecido, cogió su martillo y lo lanzó a la cara de la imagen de su ayudante , con la intención de romperla, ya que no podía consentir que aquella obra fuera tan perfecta.


"El martillo lanzado con fuerza, impacta contra el rostro de la Virgen. Entonces sucedió un hecho inexplicable, mítico, legendario ..., ya que en vez de romperse, la imagen permaneció entera, pero en el lugar donde había impactado el martillo apareció un azul, un morado."La voz corrió por todo Lleida. Todo el mundo se apresuró a ir a ver el prodigio. Durante muchos días no se habló de otra cosa en la ciudad. La imagen fue denominada por todos como la "Virgen del Azul". A partir de ese momento la devoción a aquella imagen arraigó fuertemente en el corazón de todos los leridanos, y cada año se celebra su fiesta el día 2 de febrero recordando esta leyenda."Es de esta manera, y por este motivo, que aún hoy todo el mundo conoce esa imagen con el nombre de la Virgen del Azul. Quien quiera, puede acercarse y ver cómo el frente de la imagen luce aquella marca del martillo. Aquel azul que le salió en la frente ... "El abuelo calló. El fuego se había ido apagando poco a poco, y tan sólo en atizarlo centellea alguna llama salida de las brasas, que continuaban dando una agradable calor al estanca. Nadie se atrevía a romper el silencio que siguió aquella romántica explicación, que envolvía los presentes, como la oscuridad que todo ya reinaba.En la calle, los primeros copos de nieve empezaban a caer, cubriendo la ciudad de aquel color puro que lucía el abuelo en su pelo, el cual, cada noche, embelesado los pequeños y los grandes con sus narraciones de leyendas y cuentos.

leyendas españolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora