Elliot

7.9K 1.1K 47
                                    

Al final de cada tortuoso día de clase (gracias a él lo son) tengo la posibilidad de presionar el botón de escape y salir huyendo del instituto. Y siempre lo hago.

Hay veces que me voy enojado conmigo mismo. ¿Cómo es posible que un sentimiento nuble tanto mi razonamiento?.
Es horrible no poder concentrarme.

El gran portón marrón de metal parecen las puertas al paraíso llegada la tarde, al atravesarla mi mente libera un poco (desgraciadamente nunca del todo) a Gardner.

Se crea una sensación de presión en mi garganta cada vez que debo verlo de cerca.

Debo huir.

Hoy no era un día específicamente malo, según yo el problema fue un poco disipado gracias a la declaración que me hizo una chica.
Bastante tierna, más baja que yo y con una gran melena pelirroja.

Un tono parecido al de Caden.

La cortesía que mi cerebro me dijo debía demostrar me hizo desconectar al chico de las perforaciones de mi sistema, se que no me gustaba aquella chica, pero si una persona se arma de valor para confesarte que eres el causante de un sentimiento tan grande que llega a ser abrumador para uno mismo, como mínimo debes escuchar, y admirar el valor.

Del cuál carezco.

Quiero decir... Este sentimiento es aterrador, ni siquiera lo llamaría sentimiento, esto es algo con vida propia. Te manipula completamente, maneja tus estados de ánimo, decide tus reacciones por ti, y no importa lo que te dicte la lógica, terminarás haciendo lo contrario.

—ni siquiera logró concentrarme en mis clases, e incluso... Diría que me siento algo asustada cuando estoy a punto de dirigirte una palabra—

Me regañe a mi mismo por distraerme en su discurso, pero lo poco que logré analizar me descolocó. ¿Asustada?

—si... Me asusto un poco cuando debo hablarte, ¡no es miedo!, diría que es algo como nerviosismo, pero más fuerte—

La sensación en mi garganta.
¿Son acaso una mezcla de nervios mezclados con miedo?

Tres más tres es igual a cincoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora