nueve.

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Felicidad era lo único que ambos sentíamos ahora. Nos habíamos visto en persona después de un tiempo hablando por teléfono y conociéndonos. Y el ahora estar abrazados y sin distancia de por medio era lo máximo que podíamos pedir.

-¡Estoy tan feliz de verte! -soltó emocionado.
-Yo también, hyung. -sonreí mientras deshacía el abrazo. -¡Cuánto has crecido! -bromeé y él me dio un leve manotazo en el brazo.
-Debo confesar que te imaginaba más bajito, Youngjae. -admitió al pasar su vista por mi cuerpo.
-¿En serio? -alcé una ceja. -Yo te imaginaba más feo, la verdad.

Jaebum se quedó callado unos pocos segundos hasta que entendió lo que quise decir.

-O sea, ¿te parezco guapo?
-No, eres feo, pero no tanto. -contesté para molestarle.
-¿De verdad? -se tocó la cara con preocupación. -Aish, debí ponerme corrector de ojeras. -dijo con fastidio.

Me reí ante su respuesta y negué.

-Es mentira, me pareces muy guapo, no te preocupes. -le regalé una sonrisa y él relajó el rostro.
-Tú también lo eres, demasiado. -admitió.

Mis mejillas se colorearon de un leve rojo sin poder evitarlo al escuchar aquello, pero intenté disimularlo.

-Está bien que ambos nos veamos atractivos el uno al otro. -agregué intentando sonar tranquilo.
-Sí, está bien. -concordó. -Oye, ¿te apetece ir a tomar algo? Sinceramente, aún no quiero despedirme. -propuso mientras señalaba hacia fuera del lugar.

Me alegré al saber que él al igual que yo, tampoco quería marcharse tan pronto. Así que acepté sin dudarlo y ambos salimos de la tienda de música con las manos vacías, pero con algo mucho mejor que un álbum de música: la presencia del otro.

Acabamos en una pastelería conocida de la zona y pedimos los pasteles que queríamos y un par de batidos. Nos sentamos en una de las pocas mesas y comenzamos a comer.

-Gracias por invitarme, Jaebum hyung.

Él había insistido en pagar también mi parte, así que debía agradecérselo. Había sido un bonito detalle, aunque me hubiese gustado haberlo pagado yo.

-¿Por qué me dices hyung? -frunció el ceño. -Por teléfono apenas me lo decías.
-Bueno, no nos veíamos y tú me dijiste que no era muy necesario que te llamase hyung, así que por eso no lo hacía mucho. Pero en persona las cosas son distintas. -expliqué.
-Bah, no te preocupes. -hizo un movimiento con su mano. -Puedes hablarme sin usar honoríficos, soy tu amigo y para mí no es necesario.
-De acuerdo, hyung. -asentí.
-¿Otra vez? -soltó indignado.

Al darme cuenta de ello, me reí con ganas casi escupiendo el trozo de pastel que llevaba en mi boca.

-Lo siento, ¡ha sido sin pensar! Es algo automático. -respondí mientras intentaba calmar mi risa, la cual le contagié.

Al cabo de un rato en donde estuvimos hablando un poco de nuestras vidas, decidimos que ya era hora de salir de la pastelería.

-¿Dónde vives? -me preguntó mi amigo de repente.
-¿Para qué lo quieres saber? -le miré con curiosidad.
-Para venir a visitarte. -dijo con obviedad. -Mientras no tengas móvil puedo venir a verte.
-¿No tienes que trabajar?
-Sí, pero tengo varios días de descanso. Por eso hoy nos hemos encontrado, sino ahora mismo estaría hablando con clientes mientras finjo que estoy caliente y todo eso. -rio levemente.
-Me encantaría que trabajases de otra cosa. -fruncí los labios.
-Algún día eso podrá ser posible. -pasó su brazo por mis hombros. -O al menos eso espero.

Comenzamos a caminar rumbo a mi hogar.
Tener a Jaebum tan cerca de mí y con su brazo alrededor de mi cuerpo parecía irreal. En ningún momento me habría imaginado que me fuese a encontrar con él, pero por lo que veía la suerte estaba de mi parte.

Línea erótica [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora