Capítulo Dieciocho

50 10 0
                                    


Camila

¡Puedes dejar de rascarte la herida! Por el amor de Diosregaño por décima vez a Paola quién se encuentra en el sofá acostada con vendajes en sus brazos y en la pierna dónde salió más lastimada, tiene en su cara algunas gasas pero ella se lastima los daños más profundos.

¡Pero es que me pica! No seas mala, deja que alivie mi picazón. — ella hace un puchero.

Cuando se te infecte las heridas por andar de impaciente tendrás que recordar que no es mi culpa, porque cuando estés lamentando el haber hecho eso, me culparás a mí. Yo te conozco, bicha— le digo tras apagar las hornillas—. Ni se te ocurra limpiarte la herida de la pierna tú sola, si no viene Thomas entonces espera a que yo llegue. —le oriento.

¿Y por qué? Soy capaz de limpiar mis propias cosas, déjame decirte. —me refuta.

Pues déjame decirte a ti que eres muy patosa con todo de tu salud, y no quiero que después la herida, que es la peor que tienes, se infecte y te cause un mayor daño a tu pierna, y después se vaya limitando tu movilidad, se pudra y al final deben de cortarla —expreso viendo como su cara cambia cuando entiende a lo que yo quería llegar.

Entendido, Capitán. No quiero perder mi pierna, ¡Después no tendré sexo!emite con sorpresa.

Tú no eres normal, amiga. El almuerzo está listo, te comes todo, no es que llegaré más tarde y estará toda tu comida dentro del plato y guardado en la neverale aviso, ella traga duro y asiente.

Sí, mamá. ¿Algo más que necesites que haga? Acuérdate que estoy inválida y me costará hacer muchas cosas, entonces se me complicará los deberesdice mientras intenta mostrar una imagen débil y frágil, pero sé que es sólo mentira. La muy dramática.

Niego con mi cabeza y voy caminando para mi cuarto, debo de cambiarme, Christian pasará por mí dentro de poco.

Hace rato dijiste que eres muy capaz para valerte por ti misma, no cambies la declaración futura abogada chimba — me burlo mientras abro la puerta y paso por ella.

Duro aproximadamente veinte minutos en buscar una ropa para ponerme, y otros veinte minutos para vestirme. Después de peinarme y maquillarme ya han pasado casi cincuenta minutos desde que entré en la habitación.

¿Qué tienes ahí?escucho a lo lejos la voz de Paola.

Un regalocontestan, ¿Christian?

¿Cuándo tocaron la puerta? No escuché nada.

Umh, ¿para mí?sigue hablando Paola.

No, para su suegradice una voz, totalmente distinta a las otras. Thomás.

Después de tantas cosas que han pasado, llegó el día del cumpleaños de mi mamá. Siento como si estos días fueron eternos. Hemos pasado por tantas cosas que me parece increíble que aún esté de pie. Me miro en el espejo y me cuando apruebo mi look del día, tomo una bocanada de aire. Mi mirada va hacia mi desordenada cama, y mi mente se pierde al rememorar el sueño, uno tan potente como la de la otra vez...

Varias horas antes...

Al abrir mis ojos, tuve que inmediatamente volverlos a cerrar todo por la iluminación que hay en ese lugar. Mi cuerpo se siente extraño, estoy acostada en algo que es punzante y extraño al tacto... Giro mi cabeza y abro los ojos lentamente, tratando de enfocar mi vista.

Alma GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora