Capítulo Trece

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Ese mismo día, pero más tarde

—Entonces, se besaron.

—Sí.

— ¡Oh dios mío! El hombre no lleva más de dos semanas aquí y ya se besaron. ¡Es impresionante! —chilla Paola.

—No lo digas así, que se oye muy mal—siseo—. Me haces sentir como una cualquiera.

—Páralo ahí, amiga. Yo no he dicho eso, ni lo he insinuado. No creo eso de ti, y tú no debes creerlo tampoco. No eres una cualquiera.

—Pero no debí corresponderle el beso—dudo.

— ¿Te arrepientes? —pregunta.

—No—le contesto.

—Y si pudieras regresar a ese momento, para repetir toda otra vez, ¿lo besarías igualmente?

—Sí—digo sin dudar.

—Entonces no pasa nada de malo, cariño. No debes de cuestionarte las cosas que pasaron, o que deberían de haber pasado, porque esto tenía que suceder así. No dudaste para responder, y eso significa que, a pesar de todo, al regresar el tiempo, aceptarías volver a hacerlo porque era lo que tú querías que sucediera. Y siempre será así, no podrás cambiarlo.

— ¿Desde cuándo te volviste tan sabia? —sonrío.

—Desde que mi mejor amiga se vuelve una tonta.

Emito una risa. Ella tiene razón, fueron mis decisiones, como esas fueron las decisiones de él, y no debo de sentirme mal. Me gustó, le gustó y se sintió correcto. Más nada debe de importarme.

Veo en silencio como Paola termina de cenar. Llegó hace media hora, y yo medio adelanté lo sucedido, cuando se sentó a comer fue que decidí contarle lo que sucedió en el día con lujo y detalle. No sé qué es lo sucede con nosotros dos. Pero hay esa atracción demasiado fuerte que hace que olvide cualquier cosa cuando estoy con él.

—Debimos haber comprado cena—replica Paola mientras lava el plato—. Así yo no tendría que lavar los platos sucios.

—Para la próxima. Sorry, amiga. Aún quedaba comida del almuerzo y no quería salir a comprar y tu llegarías muy cansada, así que es lo que te toca. — le digo.

—Tenemos que ir a cenar con tu chico... Y con su bello amigo. ¿Te dije que intercambiamos números? —cuenta.

— ¡No me dijiste eso! —replico con una fingida voz molesta— ¿Te gusta Thomas? —le pregunto levantándole una ceja, dándole más énfasis a mi pregunta.

— ¿A quién no le gustaría ese hombre?

—Hablo en serio, Paola. Hablo de gustar de forma romántica.

—Umh—se voltea a verme—. Me atrae, mucho. Estamos empezando a conocernos, nosotros no somos como ustedes, que se gustan desde que se vieron en los sueños, y que llevan años con eso. Nosotros acabamos de saber de la existencia del otro sacando lo que ustedes comentaban.

—Ese día no dejaban de verse. —canturreo.

—Por eso te digo, me atrae demasiado. Es algo muy loco, ¿sabes? Veo sus ojos y me pierdo.

—Amiga, estás cayendo—declaro.

—La que cayó fuiste tú—me rebate.

Esbozo una sonrisa. Le doy la razón y le digo que iré a mi cuarto, me levanto de la silla, me dirijo hacia allá, busco un pijama que consiste en un pequeño short negro y una blusa de tirantes blancas.

Alma GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora