Capítulo Veintitrés

3 1 0
                                    

Camila

Voy corriendo para llegar a casa, abro la puerta y de inmediato localizo a mi amiga acostada en el sofá.

Abriendo muchos los ojos y levantando las manos para lucir inocente me grita que se ha tomado la medicina, se duchó y almorzó lo que dejé en la mañana.

Pero eso no es lo que me preocupa.

— ¿Leíste lo de tu jefe en redes? —le pregunto preocupada —. Lo vi de camino para acá pero no presté atención hasta que unas señoras en el bus lo estaban comentando.

— Sobre eso…

— ¡Sí! Sobre eso — la regaño — Paola del Carmen, con quién tuvieron el accidente es de la mafia y no como los libros de dark romance que sé que lees, donde son un amor y protección y se deja de lado sus matanzas. Esto es serio.

— No sabía absolutamente nada — se defiende.

— ¿Qué piensas hacer? — inquiero — esas personas ya deben de saber que tu estabas en ese coche, tu jefe está vivo, tú estás viva, salió hasta en las noticias que son gente mala así que no deberían de estar felices comiendo perdices.

— Tengo que hablarlo con mi jefe, sabes que en estos casos no sé que procede, para mi también es una novedad meterme en pleitos con la mafia — bromea.

— Quiero que tomes esto con seriedad.

— Ya entiendo — acepta —. Pero en serio, si quieres vamos al hospital a verlo…

— Claro que no,  y que nos maten en el hospital, lo irán a rematar —intervengo.

— ¿Entonces que me recomiendas que haga? — cuestiona– ni tú ni yo tenemos ni idea de que hacer. Voy a ir a hablar con él.

— Le diré a Christian —digo — que nos den una visión sobre esto. Además no se si te das cuenta pero Thomas no te negará su ayuda.

— Hablando de eso, más temprano recibí un mensaje un poco extraño de parte de él— frunzo un poco mis ojos—. Me escribió algo como que hoy tenían que decidir unos temas importantes y que uno de ellos solo tenía una sola opción.

— Tiene sentido, no vinieron a turistear.

— No me da buena espina, y cuando algo no me da buena espina sabes que siempre pasa algo.

— No te pudo dar mala espina lo de tu jefe y vienes a pensar mal de él. — contesto con un poco de desdén, me encamino a mi habitación y en el camino le digo–; Voy a cambiarme de ropa y descansar un rato.

— Te despierto si se hace muy tarde para que estés dormida, lo tengo. —me responde.

En mi cuarto respiro para calmarme, después de escuchar la noticia busqué como loca en todos los portales que pude encontrar, me bebí toda la información como una posesa, al dejarme el bus en la parada cerca de donde vivo, salí corriendo para hablar con ella.

Sentía que se me bajaba la presión.

Mientras me cambio a una ropa más cómoda pienso que podríamos estar más en peligro que lo que podamos manejar, puedo estar muy asustada y trato de entender que ella quiera esperar a hablar con su jefe.

Dios.
Soy yo de nuevo.
Sé que mi vida era normal pero la prefiero en este momento a todo lo que está pasando. No me ignores, se que escuchas.

Acostandome en la cama, cierro los ojos y sigo pensando. Pero en algún momento me quedo dormida, sin saberlo.

Y como si fuera una película que he pausado en cierta parte, todo se reanuda.

Alma GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora