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—Te prometo hermano, que el sol brillará nuevamente sobre nosotros.

Serrure despertó agitado, estaba sudando a pesar del frío de la noche, sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, si tuviera que describir el sentimiento que estaba percibiendo en esos momentos, seria tristeza y miedo.

Encontró un refugio para dormir en el parque Maurice Gardette, justo debajo de una de las bancas, se había cubierto con los periódicos que pudo encontrar, para mantenerse un poco caliente.

De nuevo había tenido ese sueño, aunque realmente no recordaba mucho después de despertar. En sus sueños, él, (porque sabía que esa persona que hablaba era él, aunque realmente no sabía cómo), intentaba salvar a un hombre rubio de ojos azules, sin embargo, no podía recordar su cara, entendía que ese hombre era importante, ya que estaba preocupado por su bienestar. Era un sueño horrible, estaba lleno de miedo y tristeza, era tanto así que en ocasiones se despertaba llorando y era de las personas que nunca lloraban, ni cuando su madre murió lloró.

Cuando levantó la vista se dio cuenta que no tardaría en amanecer debido a que podía vislumbrar el sol que estaba por salir, era una fina línea anaranjada sobre el cielo azul intenso, ya no podría dormir, y era mejor así porque quizá los policías no tardarían en llegar y echar de ahí a todos los vagabundos. Y es que tristemente a su corta edad de diez años, vivía en la calle. Y los policías de París eran unos malditos contra la gente como él.

Aun así, tenía suerte, había escapado del orfanato hacia casi un mes, logró sobrevivir gracias a que robaba cuando era necesario o hacia pequeños trabajos, siempre y cuando la policía no lo viera. La mayoría de sus ganancias provenían de los turistas, por su extraña habilidad de poder entender cualquier idioma que escuchara y servía como traductor, algunas personas le regalaban comida y si tenía suerte, algunas monedas.

Pero el día anterior no fue bueno, varios policías estaban detrás de él, por lo que se había enterado querían llevarlo a un orfanato, pero Serrure era mucho más listo que cualquier tonto policía y mucho más hábil y escurridizo. Sin embargo, no consiguió ni un céntimo, a pesar de ello pudo comer un poco, debido a que cambió sus zapatos por unas monedas, estaba descalzo, pero tenía algo en el estómago.

Pese a que muchas personas de la calle le dijeron que se uniera a sus grupos, no le agradaba la idea, a Serrure le gustaba estar solo, aunque se sintiera inmensamente triste, algo dentro de él le decía que era lo mejor, y no le había ido mal hasta entonces.

En el orfanato en el cual había estado casi por dos años, sufrió realmente, tenía hasta una cicatriz en su pierna derecha por ello, las personas le golpeaban y le dejaban sin comer por días; era tan injusto por lo que no podía permanecer ahí por más tiempo, en cuanto tuvo la oportunidad escapó, prefería mil veces vivir así, que volver a aquel infierno de lugar.

A pesar de sus diez años, Serrure era un chico muy listo, había sobrevivido perfectamente sin la ayuda de nadie durante un mes, sabía que tenía limitaciones, pero nunca o casi nunca se quedaba con hambre.

Perezosamente se levantó de su pequeño refugio, dobló cuidadosamente sus periódicos y buscó un escondite para que nadie los pudiera tomar y poder usarlos nuevamente en la noche, odiaba el otoño, ya que era más difícil robar comida o conseguir algunas monedas y no podía ir a uno de esos refugios porque enseguida lo llevarían al orfanato donde escapó, y en sus planes no estaba pisar ese lugar de nuevo.

Aunque hacía mucho frio en el otoño, Serrure lo podía soportar. Sabía que algunas personas habían muerto de frio en los últimos días, principalmente gente mayor y escuchó de un niño, pero él estaba sobreviviendo sin enfermarse, hasta para él era sorprender, ya que solo vestía un pantalón y una simple playera y ahora estaba descalzo, al menos esperaba que ese día le fuera mucho mejor que al anterior.

Una Oportunidad MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora