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—Viernes, localiza a los demás, diles que estoy bien y en casa —. El niño se quedó pasmado, pero aquel desconocido le ignoró hasta que logró sentarse.

El extraño era alto y musculoso como el tío Steve, sus ojos eran azules como el hielo y el cabello largo hasta los hombros de color castaño. La penumbra de la noche le daba un aire siniestro, aunado a las luces en tono bajo que tenía la sala, lograba parecerse a un asesino dispuesto a dispararle en cualquier momento.

—Ya se encuentran en camino, estarán aquí en cinco minutos — respondió Viernes de pronto rompiendo el lúgubre silencio de la sala.

—¿Quién eres? —por fin habló el hombre después de mirar a Lucas inquisitivamente por un buen rato, el niño se había mantenido en la posición inicial, sentado en el sofá frente a la pantalla de plasma que seguía transmitiendo la película, aún tenía la mano en el bol con palomitas.

A pesar de la sombría apariencia del hombre, no le daba miedo, quizás era su curiosidad, aunque debía admitir que desde que estaba viviendo con los Vengadores su curiosidad había aumentado en demasía, provocándole algunos regaños de parte de Viernes principalmente, ya que lo vigilaba constantemente.

—Lucas — respondió. La mirada de aquel hombre era helada, pero no aterradora, el niño sentía que aquellos ojos se asemejaban mucho a los de Steve, además si tuviera la intensión de asesinarlo ya lo hubiera hecho. Se movió con cautela en una posición menos vulnerable para ponerse de pie con posibilidad de correr en caso de ser necesario.

—Bien, Lucas, ¿quién es tu padre? —el nombrado estaba confundido ante el cuestionamiento, porque bien preguntaba por su padre biológico o por su padre adoptivo.

—Es difícil de explicar.

—Hazlo sencillo —el niño miró al hombre dubitativo, y es que era difícil explicar su situación, sin embargo, si resumía las palabras dichas por Anthony terminó por responder.

—Stark.

—No te pareces a él — el hombre rio un poco antes de reclinarse en el sofá, ahora con una expresión de dolor, lucia más relajado que en guardia y eso también ayudó a que el niño tuviera la confianza de acercarse.

Lucas podía decir que se asemejaba como a un mapache, tenía las ojeras tan marcadas que parecía que él mismo se las había pintado, además de tener el cabello enmarañado sin contar su ropa tan sucia que se sorprendió que el hombre no oliera mal, además no había apartado su mano de su costado y por lo que podía ver tenía unos guantes de cuero.

—Soy adoptado —dijo, esperando no dar demasiada información al respecto, aunque no sabía si podía o no decirlo.

—La Lata adoptando un niño, sí que es divertido — aunque quiso sonar gracioso no lo logró, la expresión de cansancio era más que obvia. El hombre suspiró, daba la apariencia de que hacía un gran esfuerzo por no quedarse dormido.

—¿Quién es usted?—se aventuró a preguntar, ahora que el hombre no estaba en guardia su curiosidad estaba al tope, era de tal manera que comenzaba a balancearse de un pie a otro.

—James Buchanan Barnes, solo dime Bucky — dijo con simpleza encogiéndose de hombros y tomar una posición más cómoda en el sofá. Lucas no estaba seguro si el señor Stark se enojaría al ver que el sofá se manchaba con sangre, y por los gustos del dueño estaba seguro de que era tan caro que no se lo podía imaginar.

—Señor Bucky — el hombre rio al escuchar cómo le llamaba, pero enseguida hizo una mueca de dolor, Lucas corrió a la cocina, tomó el botiquín, se puso los guantes de látex y tomó unas gasas para así cubrir la herida y evitar el sangrado.

Una Oportunidad MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora