Capítulo 10

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Amore, después de experimentar la conexión tan profunda con Paul, la magia de la imprimación finalmente cumplida, sintió su corazón latir con fuerza al reconocer su voz. Una voz que hacía eco en su memoria, aquella del lobo terracota que meses atrás había perdido el control en su forma lobuna, atacándola en medio de su desesperación. Al escucharlo ahora, sin querer, su cuerpo reaccionó por instinto, buscando refugio y protección detrás de Paul.

Jacob, al notar la reacción de Amore, sintió cómo el dolor y la culpa lo consumían. Sabía lo que había hecho y las consecuencias que aquello había tenido, y ver el miedo en los ojos de Amore solo lo hundió más. Sus manos temblaron mientras su garganta se cerraba al intentar hablar.

Paul, quien hasta el momento había estado perdido en la magia de su unión con Amore, sintió el cambio inmediato en ella. Sus sentidos se agudizaron al percibir el miedo que emanaba de su compañera. Su cuerpo se tensó, sus músculos se endurecieron, y su mirada se clavó en Jacob con una intensidad feroz.

-¿Qué le has hecho? -la voz de Paul fue un rugido bajo y amenazante.

Jacob dio un paso hacia atrás, sintiendo el peligro inminente. No quería problemas, pero sabía que no podía escapar de lo que había hecho. Sus ojos se movieron rápidamente entre Paul y Amore, buscando alguna señal de comprensión.

-Yo... Perdóname, Amore -su voz era apenas un susurro-. No fue mi intención lastimarte aquella vez. Lo sabes, ¿verdad? -había desesperación en su tono, pero Amore solo bajó las orejas, incapaz de mirar a Jacob a los ojos. El miedo seguía apoderándose de ella.

Paul sintió una oleada de ira subir desde su pecho. El miedo que percibía en Amore lo quemaba por dentro. Su impronta, su compañera, había sido lastimada, y no podía soportar la idea de que alguien, ni siquiera Jacob, le hubiera causado ese dolor.

La has lastimado! ¡A mi impronta! ¡Es mía!-gritó Paul, su voz cargada de furia.

En un arrebato de ira, Paul se transformó en su forma lobuna, incapaz de controlar el impulso de proteger a Amore. Jacob, viéndose acorralado y sin otra opción, también se transformó en un lobo. Sam observó el conflicto desde la distancia, preparado para intervenir, pero Billy lo detuvo con un movimiento de cabeza, sabiendo que esta era una lucha personal entre los dos.

El aire se llenó de tensión cuando Paul atacó a Jacob. Aunque Jacob intentaba evitar la pelea, no podía esquivar los embates de Paul, que estaban llenos de rabia y desesperación por el miedo de Amore. Cada vez que Paul atacaba, su frustración crecía más, sintiéndose impotente por no haber estado allí para protegerla.

Amore, viendo la escena, supo lo que tenía que hacer. Tomando una decisión firme, avanzó hacia los dos lobos, poniéndose frente a Paul en el momento justo.

«Paul, para. Estoy bien»pensó Amore, su mente transmitiendo calma y serenidad.

Paul se lanzó hacia Jacob, pero en su embestida, se llevó por delante a Amore, dejándola atrapada bajo sus patas. Por primera vez, la loba sintió la inmensidad de su compañero. La sensación de estar tan cerca de un lobo tan grande la hizo tragarse la saliva, una mezcla de intimidad y temor.

Nunca había sentido intimidación ante los licántropos, pero estar en esta posición la hizo sentir vulnerable y, al mismo tiempo, segura. La dualidad de sus emociones la envolvió mientras miraba a Paul, quien, al darse cuenta de que la tenía bajo él, no pudo resistir su instinto protector.

Con suavidad, Paul comenzó a frotar su hocico contra el cuello de Amore, olfateándola con ternura. Ella, con el corazón desbocado, lo miró con amor, sintiendo cómo todo el miedo se desvanecía en su presencia.

«No sabes cuánto te he esperado»pensó Amore, lamiendo su mejilla lobuna.

Al ver esa interacción, varias mujeres de la tribu se sonrieron, conmovidas por la dulzura de la escena. La conexión entre Paul y Amore era palpable, y en ese momento, el mundo exterior parecía desvanecerse.

«No te dejaré, me vale una mierda lo que piensen»reflexionó Paul, perdido en los ojos dorados de Amore.

Cuando ella le lamió el hocico con amor, posando su pata suavemente en su rostro, Paul sintió que su corazón se llenaba de una felicidad abrumadora.

«Gracias por amarme, yo te he amado desde el primer instante en que te vi»pensó Amore, mientras la calidez de su conexión se intensificaba.

Paul, abrumado por sus palabras, emitió un suave gruñido en su cuello, disfrutando de la cercanía. A pesar de las burlas que pudiera recibir de otros, sabía que no se alejaría de ella.

La sensación de impotencia que había sentido al ver a Amore en peligro, y la rabia que había crecido en él al darse cuenta de que otro macho la había lastimado, se transformó en una firme resolución. Nunca más permitiría que alguien lastimara a su impronta. En ese instante, Paul comprendió que su deber era protegerla, sin importar las circunstancias.

Paul, después de tanto tiempo de confusión y lucha interna, había encontrado a su impronta. La conexión con Amore era inquebrantable, y, a pesar de lo que su mente racional pudiera decirle sobre lo mal que podría estar, no podía alejarse de ella. Su instinto lobuno le dictaba que debía protegerla, y esa necesidad lo llenaba de determinación.

Amore, por su parte, se daba cuenta de que el miedo a perderlo era más intenso que cualquier otra emoción que hubiera experimentado. Había hecho un juramento a la Madre Luna de cuidar de Paul, como lo haría con su propia manada, sintiendo que su amor y su conexión eran un tesoro que debía preservar a toda costa.

Sin embargo, en los momentos de tranquilidad, mientras observaba a Paul interactuar con los demás, una inquietud le carcomía el corazón. Las bromas de Embry, Jared y los cachorros resonaban en el aire, pero cada risa la hacía sentir culpable. Sabía que la impronta era algo sagrado, y esas bromas, aunque inofensivas, la hacían cuestionar su lugar en la manada.

«¿Paul dejará la manada por mí?»se preguntaba en silencio, sintiendo que el peso de esa pregunta podía aplastarla.

No quería ser la causa de que él se separara de su familia, pero el deseo de estar juntos era más fuerte. Cada vez que Paul gruñía en respuesta a las bromas, ella sentía un destello de esperanza, pero también de miedo. No quería que su amor resultara en una fractura entre él y sus hermanos.

Paul, notando la tensión en la atmósfera, se acercó a Amore y le dio un suave empujón con su hocico, intentando transmitirle que estaba a su lado y que no permitiría que nadie interfiriera en lo que estaban construyendo juntos. En ese gesto, ella encontró un poco de consuelo, pero la preocupación persistía en su mente.

Ambos sabían que enfrentarían desafíos, pero la incertidumbre de su futuro juntos pesaba sobre ellos, un recordatorio constante de que el amor verdadero también requería sacrificios. La conexión que compartían era profunda, pero ¿sería suficiente para mantenerlos unidos frente a lo que estaba por venir?

Amore [Paul Lahote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora