"Los Cullen han vuelto"
Desde la mañana, la loba pelirroja de pelaje blanco y ojos bicolores ha estado rondando el territorio de los Cullen, cuidadosa, protegiendo el mundo salvaje. Mientras se escabulle entre los árboles, ve cómo un oso pardo camina con incomodidad. Al acercarse, pisa mal una rama, alertando al oso, quien, enfadado, mueve imperceptiblemente sus orejas. La loba ladra suavemente, baja las orejas en señal de sumisión y de que viene en son de paz, pero el oso no está de buen humor y la ataca sin dudar, lanzándola de un zarpazo contra un árbol. Un gruñido de dolor escapa de sus labios.
La loba se remueve lentamente, luchando contra el dolor. Con gran esfuerzo, se levanta y le gruñe al oso, con calma, tratando de mostrarle que solo quiere ayudar, pero el oso no la comprende. Sin otra opción, huye hacia el sur, en dirección a Alaska, siendo perseguida por la osa. Su cuerpo resiente el dolor, y finalmente cae exhausta al suelo, incapaz de seguir corriendo.
—Grrraw~ —gruñe el oso.
Se acerca lentamente a ella. La loba, obligada a defenderse, saca fuerzas de flaqueza y se abalanza dolorosamente sobre la osa, derribándola en la nieve. Lo mira y lo obliga a escucharla.
«Vengo en paz», le hace saber mediante sus pensamientos.
El oso la observa unos minutos y luego dirige su mirada hacia su pata, la misma con la que cojeaba. Una astilla grande era la causa de su irritabilidad. Sin dudar, la loba se la quita. Algunas ardillas llegan para ayudar a sanar al oso, calmando la molestia de la pata, que solo había sido causada por la astilla. La osa, ya más tranquila, olfatea a la loba y parece arrepentida. La loba le lame la cara, dejándolo todo atrás, y poco después la osa se marcha. Las ardillas huyen, alertadas por una posible amenaza: el sonido de pisadas.
Unas rápidas pisadas en la nieve. La loba no puede mantenerse en pie debido a su pata delantera derecha herida y cae nuevamente en la nieve, exhausta. Desde lejos, Edward Cullen escucha sus gemidos de dolor y jadeos, lo que lo hace detener su carrera y acercarse al lugar donde se encuentra la loba pelirroja.
«¿V-vampiro?» piensa la loba, sorprendiendo a Edward con su habilidad para identificarlo. Al acercarse, Edward se da cuenta de que no le tiene miedo, pero sí puede ver el cansancio en su mirada. Instintivamente, la loba lame la sangre de su pata herida. Edward, con cautela, extiende su mano y, al no percibir peligro, le acaricia la cabeza.
«N-no me lastimes... por favor», suplica la loba en su mente.
Edward la mira con compasión y, con cuidado, la levanta en brazos, llevándola a la casa de los Denali. Carlisle, al darse cuenta de que la loba no está bien, trata de ayudarla, limpiando la herida y vendándola.
—Hijo, ¿cómo la encontraste? —pregunta Carlisle, curioso.
—Estaba recorriendo el lugar y escuché unos gruñidos a lo lejos. La vi, toda lastimada, y deduje que había sido atacada por un oso —explica Edward.
La loba escucha la conversación y mueve sutilmente sus orejas, negando.
—Los osos no suelen atacar sin motivo. Algo debió haber ocurrido. ¿Estás seguro, hijo? —insiste Carlisle.
Edward mira a la loba y, sin poder evitarlo, responde:
—No estoy seguro, pero parece que ella sabrá decirnos...
—¿Cómo? ¿No es una loba salvaje? —pregunta Carlisle.
—Sí, pero puedo leer sus pensamientos, igual que con los licántropos —explica Edward.
La loba entiende que Edward, el vampiro, es un lector de mentes y que puede comunicarse con él a través de sus pensamientos.
«La osa no quiso hacerme daño, fue un malentendido», piensa la loba.
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Amore [Paul Lahote]
VlkodlaciEn la reserva Quileute, el amor entre Paul y Amore trasciende la realidad, desafiando el destino y las antiguas leyendas. Atrapados en un mundo donde la naturaleza y lo sobrenatural se entrelazan, su conexión profunda despierta pasiones primitivas y...