Introducción.
—¿Ya no me quieres? —preguntó la pequeña niña de seis años con las mejillas inundadas en lágrimas.
—¡No! Bebé, te amo, te amo más que a mi vida —su padre la tomó en sus brazos y la sentó en su regazo.
—¿Entonces por qué te vas? No lo entiendo —Lara se aferró con fuerza al pecho de su padre. No quería que se fuera, él no podía dejarla sola.
—Mi amor, solo me voy a trabajar, no te estoy abandonando.
Su madre se acercó hasta ellos, por un momento no quiso intervenir en la conversación pero al ver como su pequeña sufría porque su padre se iría a trabajar a otra ciudad, no pudo dejar de hacerlo. Roger y ella fueron novios por dos años cuando estuvieron en la universidad, quedó embarazada casi al final de su carrera y a pesar que su relación no duró mucho después que Lara nació, él jamás abandonó a su hija, para él ella era su princesa.
—¡Hey! Bebé —se sentó al lado de ella y pasó su mano por el suave cabello castaño de su hija— papá te ama, siempre lo ha hecho, desde que supo que estabas en mi panza, pero ahora él debe ir a trabajar. La niña movió su cabeza hacia su madre y la miró con sus hermosos ojos celestes llenos de lágrimas.
—¿Y si se olvida de mi? Jenny dice que su padre se olvidó de ella —dijo sollozando para después volver a esconder su rostro en el cuello de su padre.
—¡Jamás! Jamás me olvidaría de ti, eres mi princesa.
—Promételo , no... júralo, la abuela dice que jurar es más importante —Lara se separó de su papá y fijó sus ojos celestes en los de su padre que eran del mismo color.
—Lo juro, lo juro princesa. Juro por mi vida que jamás me olvidaré de ti —la pequeña asintió y nuevamente comenzó a llorar, su padre la acunó en sus brazos. Roger miró a la madre de su hija que le devolvió una triste sonrisa, aunque ellos no estuviesen juntos, también le dolía dejarla. Ahora ambos tenían una nueva relación –ella con Hans, un buen hombre que para su tranquilidad quería a Lara y él con Hanna la que también amaba a su hija, es que era imposible no querer a su pequeña– pero el cariño entre ellos siempre estaría presente, por lo que habían vivido y sobre todo por la pequeña que sollozaba en su pecho.
Lara vio a su padre subir a su auto y alejarse de la casa que compartía con su madre y Hans. Las lágrimas volvieron a adueñarse de sus ojos, su pecho dolía, no quería que se fuera.
—¡Papá! —gritó cuando el auto dobló en la esquina, salió corriendo de la casa ignorando el llamado de su mamá, llorando corrió y sin mirar hizo ademán de cruzar la calle.
—¡Lara! — Marie gritó cuando vio que una camioneta se acercaba a toda velocidad hacia su hija. La pequeña solo escuchó la bocina y el chirrido que hicieron las ruedas al frenar antes de sentir que alguien la tomaba en brazos y la llevaba corriendo hasta la acera.
—¿Estás bien? —levantó los ojos asustada hasta el rostro de quien la tenía en sus brazos, un chico tan alto como su padre la miraba preocupado a través de sus anteojos mientras respiraba agitado.
—¡Dante! —una mujer que se veía realmente preocupada llegó corriendo hasta ellos.
—¿Te llamas Dante? —preguntó curiosa. El chico sonrió y la pequeña sintió que su corazón palpitaba más rápido.
—Si, ese es mi nombre. ¿Cuál es el tuyo?
—La… Lara.
—Lara... ¡Que bonito nombre! Como tus ojos.
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El primer amor de Lara
Cerita PendekComo un héroe se presentó ante ella haciendo que su corazón latiese con tanta fuerza que la asustó. Dante era como el príncipe azul de los cuentos que su madre le leía antes de dormir, creció admirando a ese chico de sonrisa mágica. Pero ¿qué pas...