Capítulo 7

141 26 0
                                    

Capítulo 7

Sonrió en dirección a las dos mujeres que estaban al otro lado de la tienda y que observaban a su padre como si fuera un trozo de carne, soltó una risa traviesa cuando se dieron cuenta de que las miraba, una de ellas se giró avergonzada y comenzó a buscar entre la ropa tomando  una blusa demasiado pequeña para ella mientras la otra descaradamente le hacía señas en forma de saludo.

—¿De qué te ríes, princesa? —preguntó su padre.

—De que donde vas, las chicas te miran —dijo señalando a las mujeres con la barbilla.

—Es que soy demasiado guapo —contestó Roger. Lara comenzó a reír y asintió dándole la razón.

Era cierto, su padre era guapo. No estaba segura de cuanto medía pero tenía que estar cerca del metro ochenta y cinco, se preocupaba por su apariencia haciendo ejercicio así que su cuerpo estaba trabajado, mantenía una pequeña barba y su cabello siempre estaba bien cortado, tenía los ojos de un intenso color celeste, el mismo que ella había heredado, además, con treinta y siete años, aún era joven.

Después de comprar algunas cosas —de las cuales, la mayoría, no necesitaba— se fueron a comer. Lara amaba cuando su padre venía a la ciudad, ambos estaban juntos todo el tiempo, ella se iba —por los días que su padre estuviera— a la casa de su abuela, iba desde ahí al colegio y luego regresaba. Pero estos días no tenía muchas ganas de ir a la escuela así que a escondidas de su madre, su padre, le permitió faltar.

—Vamos, papá. ¿Me vas a decir que no tienes una novia? —preguntó no creyéndole cuando dijo que estaba solo— No te creo.

—Jamás pensé que mi propia hija me llamaría, mentiroso —rodó los ojos cuando su padre hizo un exagerado gesto de indignación antes de beber de su soda—. Créelo, Lara. La única mujer en mi vida eres tú… y mamá, pero tú eres más importante, eres mi princesa —golpeó la mano que su padre acercaba a su rostro seguramente para apretar su mejilla. Hizo una mueca y se alejó, Roger solo comenzó a reír.

Por un lado ser la mujer más importante para su padre se sentía muy bien, no tenía que compartir su cariño, ni su tiempo con nadie, pero no le gustaba la idea de su papá solo. Siempre había lamentado que las cosas entre él y Hanna no hubiesen funcionado. Hanna se había portado muy bien con ella y las pocas veces que la había visto, luego de que terminarán su relación la trató con mucho cariño, por un tiempo creyó, que tal vez, ellos lo retomarían pero ya hacía dos años que Hanna se había casado.
—¿Qué hay de la señorita Langdon? —preguntó en tono inocente.

—¿Qué con ella?

—A ella le gustas, y a ti también te gusta —Luisa Langdon era vecina de su padre y ambos tenían una relación bastante extraña, hasta ella se había dado cuenta de la tensión que flotaba en el aire cuando se encontraban. Pero su padre no quería reconocer que la mujer le gustaba—. Además recuerdo que te veías muy alegre cuando fingiste ser su novio.

—¡Claro que no! Esa mujer es insoportable, todo le molesta y siempre tiene que estarse quejando de algo. Que si hago mucho ruido, que Sansón orinó en el tapete de su puerta, como si mi perro hiciera eso —Lara sabía que el perro labrador que su padre tenía sufría un cierto desdén por el tapete del departamento vecino—. También es demasiado joven, creo que tiene veintiséis años o algo así, aunque es una amargada. Y con respecto a lo de fingir ser su novio, te recuerdo pequeña conspiradora que eso fue tu culpa —sentenció en forma molesta aunque lo que realmente le molestaba era que de verdad se había divertido por esos días.

—¡Estas enamorado! —Roger lo negó una y otra vez, no, él no estaba enamorado de esa mujer.

Roger miró a su hija que le sonreía insistiendo en que debía declarase a su vecina y recordó lo que Marie le había dicho, que su princesa estaba enamorada.

El primer amor de Lara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora