[CAPÍTULO 9]

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Un día más, tenía que ir a la escuela y le pedí a mi chofer que me llevara pero que no me recogiera. Llegué a la facultad y en la entrada esperaba mi amiga para estar juntas. Le conté lo ocurrido la tarde anterior.

— ¡Qué bonito momento, ¿no crees?

— Algo. —dije sin importarme.

— Te defendió, eso es impresionante. —dijo muy emocionada.

— Oh, claro.

Suspiró mi amiga.

— ¿Pasa algo? —le pregunté.

— Verás, al parecer Miranda se las ingenió y tal vez encontró algo nuevo con qué atacarte. Estoy preocupada por eso.

— Elimina esa preocupación de tu cabeza. La realidad es que no tengo oportunidad con él y si de alguna manera Miranda se las ingenia para engatusarlo, será problemas de él, no mío. No dejaré que algo tan insignificante arruine mi estancia en la facultad.

— A veces desearía ser tan fría como tú.

— Ser fría de corazón no es una virtud, es una maldición.

— Yo lo veo desde otro ángulo. Si fuera como tú, no hubiera sufrido en tercer grado porque Jason me terminó.

— ¿Quién dice que yo no sentiría dolor en ese momento? Solo digo que el dolor no duraría mucho.

— A eso me refiero.

El timbre sonó y las clases empezaron, todo rutinario, nada nuevo. En la hora de deportes, Miranda realizó un plan malévolo que le costaría caro a la larga. En deportes, la clase era quemados. La chica era pésima para los deportes, pero al mismo tiempo era ágil y veloz. Mientras iba eliminando uno a uno con un balón a Miranda se le ocurrió la brillante idea de golpearla con un balón que no era para quemados, era un balón de baloncesto. Cuando tuvo la oportunidad, le lanzó la pelota, la cual le golpeó la cabeza tirándola al suelo por el impacto. El entrenador mandó a Miranda a la dirección y a mí a la enfermería. En el camino, mi amiga me decía:

— Esa Miranda es una... —la interrumpí.

— No malgastes tu saliva.

— ¿Te duele mucho?

— Solo un poco. Mi cráneo es muy duro.

— Pero está sangrando mucho.

— Es normal. No te preocupes.

A lo lejos, Cumberbatch reconoció a la joven que se dirigía a la enfermería con mucha sangre en su rostro y fue hacia nosotras.

— ¿Señorita Sasha, está bien? ¿Qué pasó?

— Estoy bien, yo... —me interrumpió.

— Miranda la golpeó con un balón que no tenía cara de ser de goma.

— La enfermera está muy ocupada, yo me encargo, Cloe.

— Gracias, doctor. —Cloe se retiró a clases.

Ya en la enfermería:

— ¿Te duele?

— No mucho.

— Entonces, es un sí.

— Algo así.

— Te lo advertí.

— No creo que puedas hacer nada.

— En eso te equivocas.

— ¿A qué te refieres?

— Revisé sus expedientes. Tiene que sacar buenas notas para sacar su título de Neurocirujana. Yo sé cómo hacerlo imposible.

— Eso tiene algunas fallas. —Cumberbatch tocó mis brazos asegurándose de algo.

— ¿Qué haces?

— Me aseguré de que no seas una clase de robot del futuro. —sonrió en forma de burla.

— ¿Se supone que es gracioso?

— Se supone, pero tú lo haces ver que no lo es. ¿A qué "fallas" te refieres? —dijo resaltando las comillas en el "fallas".

— Si la directora descubre que le pones trabas en las clases, te podrían correr.

— Eso es algo que me tiene despreocupado. —se quedó viendo al vacío pensando un momento.

— ¿Pasa algo?

— Pensándolo bien, no puedo dejar que me corran.

— ¿A qué se debe el cambio de pensamiento?

— Si me corren, ya no podría protegerte de Miranda.

— Tengo 28 años, puedo sola.

— Claro. —le limpió la sangre, le hizo unas puntadas y terminó.

— Listo.

— Gracias. —me levanté y me fui.

Ya en la última hora de clases, la directora dio un anuncio a todos los salones.

— Como verán, jóvenes, he observado buenos resultados en cambio a sus notas y he decidido darles un respiro por ese motivo iremos de viaje a un bosque este fin de semana. —todos se pusieron alegres ante la noticia. —Espero el pago de (inventen la cantidad) en mi oficina a más tardar el viernes. Quien guste ir, claro. Los que no, son libres de no ir, Buenas tardes tengan hoy.

Profesor Cumberbatch [EDITANDO] ~TERMINADA~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora