Parte 33

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Ha pasado prácticamente una semana desde aquel incidente en mi habitación y tengo que reconocer que he reflexionado mucho sobre ese mensaje.

De hecho, he barajado dos posibles eventualidades y ninguna de ellas me ofrece las respuestas que estoy buscando.

En primer lugar, albergaba una pequeña esperanza de que Chelsea siguiera allí dentro, entre toda aquella piel y carne dormida.

Pensé que podía estar intentando ayudarme, o tratando de comunicarse conmigo. Pero esta opción, aunque prometedora, presentaba ciertas lagunas.

Una en concreto.

Sé que ella jamás los hubiera nombrado, ni hubiera escrito "Spencer" sobre superficie alguna. Recuerdo que ni tan siquiera se atrevía a mirar la citada mansión cuando caminábamos por la acera de nuestra calle.

Por otro lado, sopesaba la posibilidad de que los Spencer estuvieran interactuando con ella de algún modo. Eso significaría que Chelsea estaba vacía por dentro, muerta en vida, y de que solo era un títere manejado por unos hilos invisibles. 

Por un instante, imaginé que los Spencer habían urdido un plan a través de ella, algo como una trampa, un castigo, o similares. 

Me estremecí.

Admito que esta incertidumbre me estaba matando por dentro y no sabía si, tomara la decisión que tomara, las cosas podían empeorar todavía más. 

Y ya había hecho suficiente por destrozar lo poco bueno que me quedaba.

Aparte de condenar a Chelsea a una vida poco envidiable, tenía ciertas dudas sobre mi segunda entrada en la casa de los Spencer.

Tal vez desaté algo cuando les grité y amenacé. Tal vez había abierto la caja de Pandora y todos los males del mundo habían resurgido para coronar este pueblucho de mala muerte en sangre y cenizas.

En cualquier caso, si de alguna forma Chelsea conseguía liberarse de las ataduras que la encadenaban a ese estado vegetativo...

Cabía una pequeña posibilidad de que, como se suele decir en términos policíacos, cantara. En cuyo caso, podría contar los terribles acontecimientos de los que fue testigo. Desde la manera en la que fue secuestrada o donde la llevaron, hasta quién o quiénes eran los Spencer.

Y mientras mi cabeza daba vueltas y más vueltas a todos estos turbios asuntos, Arcadia continuaba sumida en una auténtica pesadilla, una situación límite en toda regla. 

La gente seguía desapareciendo cada vez con mayor frecuencia y el pueblo estaba desangrándose poco a poco. Se percibía un ambiente hostil, un hedor repulsivo emanando del odio que desprendían los ciudadanos en contra de Chelsea. 

Era como el racismo, en su máxima expresión. 

Pero a pesar de las circunstancias tan adversas, no todo era negativo. 

¿Sabéis quien fue uno de los elegidos por los Spencer?

Ni más ni menos que nuestro querido Jacob.

Sé que no debería decirlo, sé que está mal y sé que no debería esgrimir una sonrisa mientras escribo esto, pero confieso que la noticia en cuestión no me desagradó en absoluto.

En cualquier caso, estos no son los motivos reales por lo que realizo esta entrada.

No sabría explicar con palabras lo que ha estado ocurriendo estos días. Llegados a este punto, no me siento seguro en ningún sitio, ni siquiera en mi propio hogar.

Os contaré el porqué.

Algo raro les está pasando a mis padres.

En realidad, ellos no son los únicos. Algunas personas de mi círculo cercano han empezado a actuar de una manera un tanto excepcional. 

La Casa de los SpencerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora