Efecto Placebo

27 2 0
                                    

Bienvenido lector, en esta ocasión trataremos un tema que va ligado al poder de la mente y la ley de atracción.

Sin más que añadir, comencemos:

En nuestra vida diaria es frecuente que tomemos medicamentos y nos sometamos a diferentes tratamientos con el fin de mejorar nuestra salud o superar un problema concreto. En más de una ocasión hemos oído hablar de las ventajas de algunas técnicas que no gozan de reconocimiento científico y a pesar de todo a mucha gente parecen funcionarle.

Tanto en estos casos como en muchos otros tratamientos más reconocidos, es lícito preguntarse si lo que nos tomamos o hacemos realmente tiene un efecto real en nuestra salud. Dicho de otra manera, ¿el tratamiento que estoy siguiendo es realmente efectivo o tiene la propia mejoría otra explicación? Tal vez estemos ante un caso de efecto placebo. Ha continuación veremos qué quiere decir esto y de qué manera se tiene en cuenta este fenómeno en un contexto clínico.

Entendemos como efecto placebo aquel efecto positivo y beneficioso producido por un placebo, elemento que por sí mismo no tiene un efecto curativo o una mejoría en la problemática que se está tratando por el mero hecho de su aplicación. Es decir, la sustancia o tratamiento no posee cualidades que produzcan una mejoría en la sintomatología, pero el hecho de que se está recibiendo un tratamiento provoca la creencia de que se va a mejorar, cosa que por sí misma provoca la mejoría. La consideración de placebo no se circunscribe únicamente a sustancias, sino que también puede aparecer bajo tratamientos psicológicos, cirugías u otras intervenciones.

El funcionamiento de éste fenómeno se explica a nivel psicológico por dos mecanismos básicos:

El condicionamiento clásico.

Las expectativas.

En primer lugar, el paciente que recibe el placebo tiene la expectativa de recuperarse, en función de la historia de aprendizaje seguida a lo largo de su vida, en la que generalmente se produce una mejoría tras seguir un tratamiento.

Estas expectativas condicionan la respuesta al tratamiento, favoreciendo la respuesta de recuperación de la salud (este hecho se ha demostrado en la respuesta inmunológica). A mayor expectativa de mejora, mayor es el efecto del placebo, con lo que el condicionamiento será cada vez mayor.

Otros factores que influyen en este efecto psicológico son que;
El efecto placebo también se ve mediado por la profesionalidad y la sensación de competencia que proyecta quien lo administra, el contexto en el que se lleva a cabo la toma, el tipo de problema al que se hace frente y otras características como el coste, la presentación, los materiales o los rituales necesarios para tomarlo.

Ha nivel neurofisiológico se ha demostrado que la aplicación del placebo estimula la corteza frontal, el núcleo accumbens, la materia gris y la amígdala activando las vías dopaminérgicas y (en menor medida) la serotoninérgica. Esta activación provoca una sensación de recompensa y relajación que coincide con la mejoría percibida por los pacientes.

Pacientes con dolor, síntomas somáticos, Parkinson, demencia o epilepsia se han visto beneficiados del uso de placebos en entornos de investigación, mejorándose su situación. Los efectos son especialmente marcados en aquellos aquejados de dolor, teniendo mayor efecto cuanto mayor el placebo y el dolor inicial.

El efecto placebo puede ser confundido en ocasiones con otros tipos de efectos.
Un ejemplo de ello es la confusión con el efecto Hawthorne. Este último se refiere a la modificación de la conducta cuando nos sabemos observados o evaluados (por ejemplo, cuando hay alguien analizando nuestras acciones, como un superior en el trabajo o simplemente un observador externo en una clase), sin que la posible mejora en el funcionamiento se deba a otra causa que la propia medición.

Las semejanzas con el efecto placebo se encuentran en el hecho de que en general se produce una mejoría perceptible en el estado y funcionamiento vital del individuo. Sin embargo, el efecto placebo es algo totalmente inconsciente, y se da ante la creencia de que realmente se va a producir una mejoría ante la aplicación de un supuesto tratamiento, mientras que el efecto Hawthorne es una forma de reactividad ante el conocimiento de que se está midiendo o evaluando una característica, situación o fenómeno.

Pero como todo en el mundo el efecto placebo tiene una contraparte, a la cuál se le conoce como efecto nocebo. En este efecto el paciente sufre un empeoramiento o un efecto secundario debido a la aplicación de un tratamiento o un placebo, siendo este inexplicable por el mecanismo de acción del medicamento.

Si bien la investigación de este fenómeno es menor ya que es menos frecuente, puede ser explicado por los mismos mecanismos de expectativa y condicionamiento que el placebo: se espera que un síntoma negativo vaya a ocurrir. Un ejemplo de ello es el acontecimiento de síntomas secundarios que los pacientes han visto en un prospecto a pesar de que a nivel biológico no existen amenazas.
Otro efecto que es similar es el efecto Pigmalión tiene una relación clara tanto con el efecto placebo como con los anteriores. Este efecto se basa en que la expectativa expresada de que vaya a ocurrir determinada situación o fenómeno conduce a que el sujeto termine realizando acciones que llevan a provocar la situación esperada inicialmente. Así, su funcionamiento es muy semejante al del efecto placebo a nivel cognitivo, en que la creencia de que se va a mejorar provoca la propia mejoría.
Y a que va todo este gran texto, bueno es simple; cada uno de estos efectos son reales y se llevan a cabo gracias a la ley de la atracción que es creada a partir de la mente, refiriéndose en que los iguales se atraen.

Y el efecto placebo no es más que ley de atracción, que no solo funciona en temas clínicos si no, también pueden ser aplicados en otras situaciones de la realidad.

Planteando una mejora imaginaria al realizar una acción, de manera que esta se vuelve real.

La Realidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora