Nieve blanca

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Narra Rukia

Han pasado dos semanas de aquel sueño y de mi desmayo que presente el primer día de clases, tras esos acontecimientos todo había vuelto a la normalidad, a excepción de un solo detalle, mis sueños. Ahora cada noche soñaba con Ichigo, un par de mellizas que eran atacadas por un ser llamado hollow y después le cedía a él algo llamado poderes shinigamis.

Tenía la certeza de que era un shinigami, pero de que existieran, eso era otra cosa diferente, los shinigamis son parte de la cultura de Japón, era como pie grande, o godzilla, solo eran mitos, entonces ¿Por qué sentía que esos sueños no eran producto de mi imaginación, si no recuerdos de una vida?

Así que decidí buscar algo de información en la biblioteca, ya que en internet era poco confiable buscar algún dato que fuera verídico. Al llegar a la biblioteca, me percato que uno de mis compañeros de la escuela estaba en una escalera buscando algún libro, si mi memoria no fallaba era Natsuki, antes de continuar mi camino vi como caía de la escalera, por alguna razón corrí a evitar que no se lastimar, por suerte cayo en mi regazo.


—¿Estás bien, no te lastimaste?


El me miró por algunos segundos, hasta que entendí el por qué, me estaba comportando como si fuera una madre, ya que estaba revisando si no tenía alguna herida.


—no debes subirte a esa escalera, pudiste haberte lastimado, la próxima vez, pídele ayuda alguien más, dime a mí—regañe


—Rukia chan, pareces como si fueras mi madre—comentó


Aquellas palabras resonaron en mi mente, trayendo algunas escenas borrosas, pero, las pocas que pude apreciar fueron a mi embarazada, vestida con un kimono negro, parecido al de mi sueño, solo que esta vez incluía una capa blanca, además mi cabello era más largo, la escena cambia a mi acostando en un futon, mientras que en mi brazos sostenía a un pequeño niño de cabellos naranjas y ojos violetas.


—sacaste el cabello de tu padre y mi color de ojos, vas a hacer el niño más hermoso, mi pequeño Natsuki—murmure mientras acariciaba su mejilla


Tras aquellas palabras comencé a ver borroso hasta que todo se volvió oscuro.

La oscuridad solo fue breve, ya que una la luz de una vela se hizo presente.

Me acerqué a una celda donde estaba un niño parecido a mi compañero Natsuki.


—hola mi pequeño—dije con una gran sonrisa


—hola mamá —respondió


—ten te traje esto—le entregue algunos objetos para que se entretuviera


—¿Cómo está mi nee san?


¿Por qué un niño tan pequeño y tan frágil, debía estar encerrado en estas cuatro paredes?, era un niño, era mi niño.


—está bien, ya creció más, además hoy sale de aquí—contesté


Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora