Prefacio

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Prefacio

Era una tarde de verano, el sol resplandecía y mi madre sonreía; todo estaba en paz, hasta que llegó.

Un avión bombardero surcó los cielos, la paz se rompió y mi mundo se transformo en un infierno, desorientada busqué a mi madre; mi horror al descubrir que ella estaba muerta fue tal que el grito que salía de mi boca se oyó por todo el pueblo.

Las bombas explotaban, las casas se incendiaban, mi hogar no existía y mi única familia había muerto. Yo no tenía nada.

Mi desesperación aumentó, moriría aquí, como mi madre, o moriría sola. Ninguna de las dos opciones me gustaba, así que trate de distraerme, ¡Que tonta!, Estaba a punto de morir y pensaba en distraerme, algo prácticamente imposible.

Intenté levantarme, pero cuando lo hice, una mano vagamente familiar me tomo del brazo y me arrastro a un edificio seguro.

Dentro, los trajes militares eran una masa uniforme. Comencé a patalear pero la voz de Fergos, mi compañero del  colegio, me tranquilizó.

Fergos me soltó, dejándome en las manos de los militares, quienes me llevaron al centro de la sala, donde me hicieron sentar sobre una silla de madera.

La masa uniforme abrió paso a un militar grande, con ojos fríos y calculadores. En su chaleco se leía “Teniente”. Alcé la barbilla y apreté los dientes, no quería morir, no estaba preparada. Me estremecí.

El teniente me observaba con la frialdad en su mirada. Tragué saliva, el teniente sonrió. Movió mi cabello a un lado y me clavó una aguja en la yugular, borrando así todo mi mundo y dejándome perdida.

“Mi nombre es Tamara, vivo en un pequeño pueblo, tengo dieciséis años… ¿Quién soy? ¿Dónde estoy?...”

Guerra de mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora