capítulo 3

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Las llamas me devoraban lentamente y la agonía crepitaba dentro de mí. Cuando pensaba que iba a morir del dolor, una voz tronó desde algún lugar.

-Bienvenida al infierno, querida, el lugar donde las almas sufren pero nunca se desvanecen...Estarás aquí lo que queda de la eternidad-Aquella voz haría que cualquiera tiemble de miedo.

No deseaba decir nada que pudiese irritar a la voz...lo único que faltaba era que el dolor se volviese más intenso.

Cuando pensaba que estaría allí, realmente, toda la eternidad, apareció el chico que había visto la noche anterior.

-¿¡Qué, diablos, haces aquí!?-Le grité.

-Pensé que debía venir a rescatarte, Tam-Dijo con total naturalidad.

-Lo único que lograrás es que te encadenen a ti, también. -Le espeté.

-A mí no me harán nada, confía en mi...

No pude oír lo que dijo después porque, un remolino succionó el infierno y todo lo que estaba a mi alrededor, incluido el chico...

*****

Desperté en mitad de la noche, con el sudor rrecorriendome la espalda.Él, estaba allí, mirándome con los ojos llenos de preocupación.

-¿Pesadillas?-Preguntó, yo asentí sin rechistar.

-Sí -Respondí, finalmente.-¿Es que tú nunca duermes?

-No-Me respondió con ternura.

-¿Te conozco?

-Me conocías-Dijo, con amargura-, antes de que te borraran la memoria.

No pude aguantar el peso de mis párpados durante mucho más tiempo y me dormí en los brazos de mi amigo.

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Desperté muy temprano, en la mañana. La puerta de mi celda, estaba cerrada, como suele estarlo.Ya hacían dos semanas desde que estaba allí.

Me escondí. Quizá si creía que había escapado, en un descuido, dejara la puerta abierta.

Entró diez minutos después y yo no hice el menor ruido.El alma se le cayó a los pies, era divertido ver la expresión que tenía en el rostro.Tuve que contener la risa.

Me buscó por todas partes, jamás se le ocurriría fijarse detrás de la pared.

El teniente estaba desesperado, tanto que sucedió lo que ya había previsto.El teniente se fue y se dejó la puerta abierta.

Esperé unos minutos para salir de mi escondite . Corrí en silencio hacia la puerta y asomé mi cabeza al pasillo.No habían moros en la costa.Avanzé contra la pared en silencio.

Quince minutos después había surcado el edificio y estaba saliendo por la puerta.

Guerra de mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora