Capítulo 8

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Otra vez, el suelo era de nubes.Pero, ésta vez, no estaba sola.Una legión de angeles me acompañaba. Nos dirigíamos hacia un agujero negro en el suelo, dónde eran arrojados varios ángeles.

Este sueño parecía más real que los anteriores, como si se tratara de un recuerdo.

-Es tu turno-Me dijo uno de los angeles.

Cinco angeles me tomaron por los brazos.Me acercaron al agujero y me arrojaron a la negrura.

Tardé una eternidad en caer y la oscuridad no dejaba entrever el suelo.Cerré los ojos con fuerza y apreté los dientes. Aterricé dolorosamente sobre una piedra.Un policía me encontró y me llevó a un orfanato, ahí, una mujer me adoptó.Me encariñé con ella rápidamente.

Luego, apareció una imagen más reciente, dos años después. Un bombardero surcaba los cielos y causaba destrucción a su paso.Mi madre murió. Grité.

La pesadilla era insoportable.

Corrí hasta alejarme de mi antiguo hogar, me senté en cuclillas, alguien tomó mi brazo, era Fergos. Fergos me llevó al edificio de los trajes militares, donde el teniente me clavó una aguja en el cuello...Luego, volví al terreno nebuloso.Ahora sabía todo sobre mi pasado. Tenía recuerdos otra vez.

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-Tam¿Te encuentras bien?

Abrí los ojos,Fergos me miraba preocupado.

No me dejó responder.

-Éste, también, es un sueño¿Has visto el humo violeta?Tendré que buscar un antídoto. Hasta entonces, no despertarás.

-Está bien, adiós, Fergos

-Adiós, Tam-Dijo y besó mi frente.

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El bosque era espeso.Me adentré en él. Una flor enorme, según me habían dicho, esperaba en su centro.

Esa flor, tenía el poder de devolverte los recuerdos de tus vidas anteriores.

Caminé durante horas, hasta que la encontré. Me arrodillé junto a ella, era hermosa. Olfatee su dulce aroma.

Unas palabras resonaron en mi cabeza:mastìcame.Lo hice sin dudarlo...

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Las nubes volvieron a rosar mis pies.Una criatura horrenda me miraba fijamente desde una jaula.

-Es un demonio Crast-Explicó una voz a mis espaldas, se trataba de un ángel hermoso.

Seguí observando a la criatura, su infinidad de colmillos eran como agujas.

-Ya veo - Respondí.

Me dirigió una sonrisa torcida.

-Me siento frustrado, siempre has sido más inteligente que yo en el arte de diferenciar demonios.

-Debe ser porque yo tengo un don natural para distinguir demonios de cualquier tipo, hasta los que parecen humanos-Contesté sarcasticamente.

El ángel soltó una carcajada.

-No me creo ni un poquito de lo que me dices-Dijo riendo.

-¡Miguel!-Me quejé.

Así que aquel era Miguel, el arcángel.

Él alborotó sus rubios cabellos.Era tan hermoso...

Me atrajo hacia sí y me besó, yo le devolví el beso.Su lengua se unió a la mía, nuestros cuerpos encajaban perfectamente.Solté un gemido y me apartó.

-Te amo¿Lo sabes?

Asentí y respondí:

-Y yo a ti.

-Tami, eres lo más hermoso que he visto en mi eterna vida.

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Se me había terminado el trozo de flor que estaba masticando . Así que era la novia de Miguel...y una arcángel, aparte.

Comencé a darme cuenta de cuánto extrañaba a Miguel.

Tomé otro trozo de la flor y lo mastiqué lentamente.

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Estaba en una especie de juicio lleno de angeles. Uno de ellos me señalaba y me acusaba de algo,pero no quería escuchar su acusación.

Atisbar a Miguel fue fácil.

Cuando el tipo ese dejó de acusarme y el juez me declaró culpable,Miguel se acercó a mí.

-No puedo creer que hayas hecho algo tan horrible-Me escupió.

Cuando todos se fueron,rompí a llorar.No podía creer que Miguel me hubiese tratado de aquella forma.Al día siguiente me arrojaron al agujero negro.

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Estaba sola, en una playa abandonada.Mis pulmones estaban llenos de agua salada, ésta, me lastimaba los mismos.Tosí y gran parte del agua fue expulsada. Seguía teniendo mis alas, por lo que supuse que fue antes de que me arrojasen por el agujero, pero por como me sentía, era después del juicio.

Estaba llorando a mares.Estaba empapada de agua salada, había intentado suicidarme, tirandome de un acantilado y no había funcionado porque era inmortal.Me odiaba a mí misma.

La luz del sol se vio eclipsada por una figura alta y de hombros anchos.Era Miguel.

-No quiero hablar contigo-Le espeté.

-¿Quién dijo que he venido para hablar contigo?-Sonrió de forma siniestra.

Su pierna derecha retrocedió y tomó impulso, luego, con una velocidad y fuerza imposible, se estrelló contra mis costillas izquierdas.

Que sea inmortal, no quiere decir que no sienta el dolor.

Al parecer, Miguel no estabs satisfecho con haberme quebrado tres costillas. Así que pateó todo mi ser con la misma fuerza que cuando me había quebrado las costillas. Cuando hubo terminado, se marchó sin articular palabra.

El dolor físico y el dolor sentimental se unieron.Los angeles, nos curamos a la misma velocidad que los seres humanos. Grité. Volví a gritar, grité todo lo que me permitieron mis pulmones.Y después, lloré  hasta quedarme seca.

Mi sufrimiento se transformó en agonía, se me habían ido las ganas de vivir.Pero no podía morir ni en el cielo ni en la Tierra.Pero en ambos podía sentir el dolor.Y no olvidemos al infierno, allí tampoco podía morir, pero si podía sufrir.

El dolor se apoderó de mí. Fue la única vez que grité con tanta fuerza . Pensé que iba a morir del dolor, aunque fuera algo imposible.La agonía era tal que terminé por desmayarme.

Guerra de mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora