Las pruebas

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Amaneció, nunca pensé que los primeros rayos de sol producirían en mi tanta ansiedad. Ya no nos quedaban lágrimas y lo único que se escuchaba en el ensordecedor silencio eran los pájaros de la calle, ajenos a todo el mal que estaba por llegar.

De repente los guardias comenzaron a pegar en las habitaciones y nos avisaron de que en 15 minutos habría que estar listos en recepción. Allí nos esperaba un autobús que nos llevaría al centro. Durante todo el trayecto nadie dijo ni una palabra solo nos agarrábamos de las manos con la mirada en a saber donde.

Al llegar vimos una enorme carpa blanca, no se veía el interior solo una pared que la dividía en dos partes, había muchas personas trajeadas y de uniforme entrando y saliendo de allí.

- Bueno ahora al bajar las chicas deben dirigirse a la parte derecha de la carpa y los chicos a la parte izquierda ahí esperad hasta que os toque vuestro turno, los que aún no tengáis la edad y estéis aquí solo para acompañar, el autobús os llevará de nuevo al hotel, cuanta menos gente haya aquí menos barullo habrá.

La voz del policía retumbó en mi cabeza como si estuviera hablando desde un altavoz, supongo que las horas de sueño perdidas comenzaban a pasarme factura.

- Luis, no se que decirte, no se aún ni siquiera qué está pasando..- le dije con una mirada de desesperación.

- No hace falta que me digas nada, mira ninguna guerra conseguiría separarme de ti.- me clavó su mirada en la mía y sentí una inexplicable sensación de tranquilidad. Vi tanta sinceridad en ellos que no había lugar para mis miedos.

Se bajaron del autobús y Amaia y yo nos quedamos mirando a través de la ventana como se marchaban.

LUIS

Me dirigía hacia la carpa y solo podía fijarme en los demás, Miriam y Pablo se despedían con un beso al igual que Ana y Jadel, Alfred, Roi y yo nos sentamos en uno de los bancos a esperar. Era un ambiente cargado de tensión, me recordaba a las pruebas de Divergente, todos esperábamos a que salieran de una habitación de la que solo veíamos la puerta abrirse y cerrarse.

- Roi ¿qué nos van a hacer?

- Solo nos harán pruebas físicas, pero me preocupa tanta prisa, todo ha pasado de un día a otro y eso solo me lleva a pensar que nos queda menos aquí de lo que esperamos.

- ¿Cómo estás tan tranquilo?

- No lo estoy, pero intento mantener la calma, además Cris me escribió esta mañana que la echarían para atrás por la altura así que estoy más calmado.

Pasaban las horas y la espera se hacía eterna, pero después de todo ese tiempo la puerta se abrió, y esta vez era mi turno, no tenía nada que ver la sensación pero sentí un deja vu de cuando hice el casting para OT, esa puerta también me cambiaría la vida.

- Siguiente.- dijo una voz fría desde dentro de la habitación. Respiré hondo y entré.

- Hola.- me senté en la camilla que había a la izquierda de la habitación, una mujer con bata sentada en su mesita iba escribiendo datos de la persona anterior que guardó en un fichero.

- Hola, siento si mi trato es algo superficial pero necesito ir lo más rápido posible como entenderá hay muchas personas esperando como usted y no podemos perder el tiempo con formalismos.- dijo la doctora Ortega, según indicaba su cartelito.

- Si no se preocupe solo dígame lo que tengo que hacer.- me pasó un formulario con mis datos personales, y luego procedió a hacerme las pruebas pertinentes, reflejos, medidas, ecografías, enfermedades genéticas, de todo vaya, de hecho pensé por un momento en tono sarcástico con tanta prueba me van a convalidar 2º de cobaya. Después de un buen rato en silencio habló.

- Bueno muchas gracias y suerte, en unas horas tendremos los resultados listos ahora deben esperar en una sala ahí atrás y se les informará.

Salí de allí hacia la sala, estábamos todos así que nos reunimos.

- Mira jamás pensé que diría esto pero ojalá tenga algo que me impida ir.- dijo Miriam con cara de susto.

- Yo temo por ustedes, evidentemente saldrá mi embarazo y no podré ir, pero tampoco quiero que los manden allí, esto es una locura.- comentó Ana agarrada del brazo de Jadel.

- Es increíble como puede cambiar la vida en unas horas, ayer era el hombre más feliz del mundo amaneciendo con Amaia entre mis brazos y una guitarra en la butaca y hoy.. hoy ni siquiera se donde meter tanta angustia.- dijo Alfred negando con la cabeza.

Tras unas horas un hombre trajeado fue llamando de uno en uno a todos los que estábamos allí e iban saliendo a los pocos segundos, los que sí entraban a las tropas los marcaban con un sello en la muñeca y los que no simplemente volvían a casa.

Volvíamos para el hotel..

Te esp(q)eroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora