La llamada

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LUIS

Nos subieron a todos en camiones, despedirnos de los que se quedaban fue de las cosas más duras que había hecho en mi vida, nuestros familiares vinieron para despedirnos también, los dejamos atrás con lágrimas en los ojos, nosotros de la tensión que llevábamos ni siquiera nos salían las lágrimas.

- Todo va a estar bien, nos protegeremos unos a otros y antes de darnos cuenta estaremos de vuelta ya lo veréis.- dije con la voz temblorosa intentando creerme mis propias palabras.

Nos llevaron al aeropuerto pero antes nos dieron el uniforme y las armas que después tuvimos que facturar, En las largas horas de vuelo (extraoficiales ya que no habían vuelos directos hasta Siria) reinaban las miradas de devastación, yo solo agarraba la pulsera de Aitana con la otra mano como si tocándola la estuviera sintiendo a ella y por unos segundos podría jurar que así era.

No os voy a contar por los cuatro primeros meses que pasamos allí, prácticamente incomunicados, nos dejaban una llamada a la noche, que aunque parezca poco era lo mejor del día, llamaba 4 veces a la semana a Aitana y los otros 3 llamaba a mi familia y amigos. Siempre nos preguntaban como estábamos nosotros, y sinceramente antes que decirles la verdad contestábamos un bien bastante entredientes y les decíamos que nos hablasen de sus vidas para desconectar de aquello.

A vosotros no os voy a ocultar como estaba siendo aquello, cada noche dormíamos en literas super ruidosas a lo que hay que sumarle ronquidos, ruidos de goteras etc.., , los tres estábamos en la misma tienda de campaña, habría unas 10 literas por tienda.

Cada mañana a las 6 nos levantaba el general al mando para ir haciendo los ejercicios físicos diarios, había que mantener la energía y el estado de alerta siempre.

Luego un grupo se quedaba en los puestos de vigilancia por si se acercaban enemigos, a pie, en coche, como fuera, otro grupo se quedaba haciendo labores en las casetas, lavando, cocinando, recogiendo ( ese era mi turno preferido) , y luego había un tercer grupo que iba a las líneas de combate, en las que había fuegos cruzados, peleas incluso internas, y del que rara vez volvían todos los del equipo, afortunadamente nunca nos había tocado el tercer grupo ya que los demás eran mejores que nosotros en el manejo de armas y en el cuerpo a cuerpo. Pero cuando volvían se les veía el miedo en sus ojos, nos contaban como tuvieron que disparar a incluso niños que aparecieron con metralletas.

Lo peor era cuando traían cuerpos heridos o sin vida de nuestros compañeros, veíamos sus manos llenas de sangre, las últimas palabras siempre dirigidas a familiares o parejas, solo podía imaginarme que había gente que también moría tras esos disparos aunque no estuviesen delante de ese cañón, ni aunque no apretasen el gatillo.

Que haría yo en esa situación, como podría hacer pasar por ese dolor tan grande a los míos.. cuanto sufrimiento nos rodeaba, cuanto horror.. Cada sonido era un vuelco al corazón, ya había habido algún que otro ataque de coches bomba en los que habíamos salido bien parados, pero un día podríamos no tener esa suerte. Dormir por las noches pasó a ser historia desde el sonido del primer disparo.

Todo cambió radicalmente una mañana..Nos despertamos a la hora de siempre con la misma rutina. Pero esta vez las asignaciones de grupos fueron diferentes.

- En la misión de ayer murieron muchos de nuestros compañeros y compañeras, desgraciadamente que en paz descansen, pero no podemos permitirnos flaquear ahora, así que haremos una operación arriesgada atacando nosotros primero en primera línea de fuego, la mala noticia es que tendremos que suplantar las bajas que tuvimos.- dijo el general con voz firme.

Alfred, Miriam y yo nos miramos deseando no escuchar ninguno de los tres nombres en esa lista. Pero si estábamos los tres, Miriam cayó sentada a la cama, Alfred tenía la mandíbula desencajada y yo solo podía mirarlos y parecía como si todo estuviese sucediendo a cámara lenta a mi alrededor.

- Partimos después de la hora de comer así que preparaos , os dejaremos la llamada de esta noche para antes de salir, no sabemos cuantos volveremos y es mejor estar prevenidos, como consejo no informen de la peligrosidad de la misión a sus seres queridos para evitarles las horas de agonía hasta su vuelta, de todas maneras en caso de ser malas noticias serán los primeros en saberlo.- dijo el general dándose la vuelta y marchándose.

Tenía claro que mi última llamada, en caso de que así fuera, iba a ser para Aitana.

- Hola amor.

-¿Hola?¿Por qué llamas a esta hora?¿Ha pasado algo?.- contestó ella preocupada.

Un nudo me atravesó la garganta y no me dejaba mentirle, así que traté de contarle la verdad lo más superficialmente posible para no preocuparla, pero no sabía como despedirme sin que sonara a despedida.

- No, no te preocupes, verás me han cambiado el turno y vamos a estar unas cuantas horas más fuera así que no sabíamos si llegaríamos para la hora de la llamada de la noche así que nos dejaron llamar ahora.

- Ah está bien, que susto.

- Oye me he despertado romántico hoy, y quería decirte que te amo con locura, y que tu pulsera es lo que me da fuerzas cada día para poder volver a casa, y recuerda esa conversación del hotel la noche antes de irme, quiero que brilles siempre.

- ¿Por qué dices lo de la conversación? me estás asustando Luis.

- Solo me entra esa preocupación porque veo a los que han caído y no quiero que tu te quedes con esa imagen mía en caso de que pasara algo, pero no te preocupes intentaré llamarte esta noche si llegamos a tiempo ( tragué saliva y me sequé una lágrima de la mejilla). Si no mañana a primera hora te llamaré.

- Vale, yo también te amo Luis no veo la hora de que vuelvas, te espero.

Y colgué el teléfono con un adiós atravesado en el alma, pensar que podría ser la última vez que la escuchaba, dios sentía que ya estaba muriendo por dentro y aún no habíamos ni salido de la tienda.

Alfred llamó a Amaia y Miriam a Pablo, antes de eso nos pusimos de acuerdo en qué decir y qué no por si hablaban entre ellos, ninguno se alteró demasiado pero sospechaban que algo estaba saliendo mal.

Llegó la hora y tras fundirnos en un abrazo los tres con lágrimas al borde de los ojos nos subimos a uno de los coches que marchaban para la misión.

Te esp(q)eroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora