Pre-partida

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Amaia y yo nos habíamos pasado todo el día mirando la televisión por si decían alguna noticia buena, pero todo lo que salían eran nuevos frentes de guerra, las zonas que ya estaban en guerra de por sí ahora estaban peor, y yo en cada imagen de ciudades en llamas solo podía ver a Luis en mitad de todo ese desastre perdido, mi corazón se estaba partiendo en dos y literalmente podía sentirlo.

Bajamos a recepción porque vimos el autobús a través de la ventana llegar.

- ¿Cómo ha ido?¿Que os han hecho? ¿ Os han dicho si os vais?.- Amaia disparó su metralleta de preguntas a uno y otro.

- Nos han hecho pruebas médicas y a los escogidos para ir nos han marcado con este sello en la muñeca.- dijo Alfred enseñando su marca. Amaia tenía la cara descompuesta y la única reacción que tuvo su cuerpo fue sentarse en el sofá de un golpe seco, como si necesitase algo confortable en esa situación.

-Al parecer soy propenso a enfermedades cardíacas y no me han cogido para ir.- dijo Roi con voz de alivio.

- Yo también voy chicas..- continuó Miriam entre lágrimas, aunque con una mini sonrisa ya que Pablo no fue escogido.

- Jadel está fuera llamando a su familia él también se va.- dijo Ana con la voz temblorosa.- No me creo que vaya a irse ahora que íbamos a tener una familia.

Durante todo ese tiempo yo me quedé absorta mirando a cada uno de los que hablaban, y Luis miraba hacia el suelo con resignación.

- Luis por favor dime que voy a levantar la manga de esta camiseta y no voy a ver nada, por favor necesito que me lo digas.- dije mientras le cogía de las manos. Él guardó silencio, y yo le di la vuelta a su brazo y levanté la manga... ahí estaba esa maldita marca. Rápidamente me quitó el brazo de entre mis manos, pero aun así yo seguía mirando a ese punto fijo tratando de asimilar lo que significaba para nosotros.

- Voy a estar bien, te lo prometo, haré todo lo posible por regresar bien y pronto, pero aún hay más de lo que hablar.- me dijo sujetándome la cara con las dos manos, sentí que me sostenía entera. Luego se dirigió a todos y con una mirada cómplice de Alfred dijo:

- A ver vamos a sentarnos aquí todos y os explicaremos todo lo que nos dijeron.- señaló los sofás de al lado del que Amaia se había sentado.

- Nos han asignado ya los grupos a los que iremos, la buena noticia es que Alfred, Miriam y yo estamos en el mismo..- empezó diciendo con una templanza admirable.

- ¿Y la mala noticia?.- le interrumpió Amaia.

- Bueno la mala noticia es que nos han mandado a Palestina y que partimos en una semana.

Se nos descompuso la cara, Luis se limpió un par de lágrimas que se le saltaban, Alfred solo hacía gestos faciales de nerviosismo y Miriam, ella se mantuvo más serena conforme pasaban los minutos, la leona sacaba su fuerza interior.

- Se que va a ser algo difícil, esta semana tenemos entrenamientos exprés de manejo de armas y combate cuerpo a cuerpo. Pero os juro que de esta salimos todos, así nos tengamos que dejar la piel en el intento.- dijo poniéndose de pie.

- Ella, guerrera.- dijo Pablo con una sonrisa de orgullo y una mirada de admiración llena de lágrimas.

Esa semana fue la más larga y corta a la vez de mi vida, cada minuto de espera hasta el día final, era un minuto menos que nos quedaba. Todas las mañanas se iban desde las 6 hasta las 3 de la tarde y luego otro par de horas de 6 a 8 de la tarde. A Miriam se le daban muy bien las armas, y todos aprendieron bastante rápido las técnicas del combate en un cuerpo a cuerpo, supongo que la necesidad de supervivencia hace de cualquier persona el mejor guerrero.

Alfred lo pasaba muy mal al llegar a la habitación, Amaia me contaba que la abrazaba y se lamentaba de tener que hacer eso, él no quería, más que nada su filosofía de vida defendía la paz, la libertad, el bien común y sobretodo el valor de las personas, le estaba destrozando por dentro pensar que podría llegar a herir a alguien.

Mientras tanto Luis y yo pasábamos todas las noches abrazados, la mayor parte del tiempo intentando aprovecharlo sin pensar que se nos estaba agotando. Compusimos una canción juntos, veíamos pelis, hacíamos el amor y sobretodo hablábamos de lo muchísimo que nos queríamos.

El día llegó, como era evidente y la noche anterior fue todo un sin vivir..

- Luis no podemos seguir haciendo como si esto no fuera a acabar, mañana te vas y ni siquiera se si vas a volver, por dios que voy a hacer si te pasa algo, se me partiría el alma en mil pedazos.

- No podemos hacer nada contra eso, solo podemos afrontarlo e intentar pasarlo lo mejor que podamos. Yo estoy muerto de miedo, no quiero herir a nadie ni morir yo, no puedo ni imaginarme en esa situación, aún me parece todo surrealista.

-Yo te quiero, estoy enamorada de ti y ese sentimiento es de las mejores sensaciones que he tenido en mi vida, sentirme yo misma contigo, hablar de mil cosas con total comodidad, bailar contigo sin música porque no nos hace falta, me haces sentir alguien con suerte en este mundo lleno de gente, y eso yo no quiero perderlo Luis, no quiero perderte.- dije mientras lo abrazaba en la cama y me tumbaba en su pecho para que no viera mis lágrimas caer.

- Oye oye, no vas a perderme, te prometí que volvería y lo voy a hacer, pero para ser realistas en el caso de que eso no pase..

-¡No digas eso ni en broma!- le interrumpí.

- Aitana hay que contemplar todas las posibilidades, en caso de que sea así, se que dolerá pero preciosa yo estoy enamorado de tu alegría, de tu sonrisa, de tus caras, de tu forma de moverte por el mundo como si fuera tu escenario perfecto, de la forma en la que encajas con la gente porque tienes el corazón mas blandito y achuchable del mundo, así que no pierdas eso nunca ¿me oyes? Nunca ni por mi ni por nadie, dolerá pero todo se pasa.- me abrazó con fuerza y me besó la cabeza. Luego nos intercambiamos unas pulseras que teníamos para que se llevase un pedacito de mí y yo me quedase un pedacito de él.

De nuevo amanecía y con el amanecer la partida.

Te esp(q)eroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora