Adiós-parte 1

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Escuché el disparo pero no sentí la bala, entonces abrí los ojos y frente a mi Alfred caía al suelo de rodillas, con la mano en el corazón tapándose la herida de la bala que lo había atravesado.

- ¡NO!.- grité con todas las fuerzas que me quedaban.- ¿Por qué has hecho eso? No tendrías que haberte puesto en medio Alfred, por dios tengo que sacarte de aquí, hay que llevarte a la enfermería.- dije mientras lo agarraba entre mis brazos escondidos.

- Noto como me ha atravesado Luis, se que no tengo mucho tiempo.- dijo balbuceando mientras agarraba mi mano.

Pasé su brazo por encima de mis hombros, no estaba dispuesto a perderlo y haría lo posible por salvarlo. Nos pusimos de cuclillas y llegamos a duras penas al camión donde Miriam y los demás nos esperaban con la cara desencajada.

-¡Alfred! Dios mio no puede ser, hay que marcharnos de aquí ya, cagando leches para la puta enfermería.- dijo Miriam histérica hablándole al conductor.

Comenzó a echar unas gotas de sangre por la boca al toser.

- Luis.- me llamaba.

- Dime estoy aquí contigo no te voy a dejar solo, te lo prometo.

- Escúchame, se que no voy a sobrevivir, prácticamente puedo sentir como se me están inundando los pulmones de sangre.- me agarró la mano.- Tienes que prometerme que le dirás a mi familia que no maté a nadie, que me he ido en paz porque no solo no he fallado mis principios si no que he salvado una vida, la tuya , y ya con eso ha merecido la pena esto.

-No deberías haberlo hecho Alfred esa bala iba hacia mi tu no deberías estar ahí.- rompí a llorar sin poder contenerme.

- Déjame terminar por favor, necesito irme sabiendo que dejo un mensaje para cada persona que quiero, no quiero que se queden sin un adiós.- paró para tragar saliva, cada vez le costaba más.- Dile a Amaia que aunque fuéramos jóvenes aún, mi corazón sabía que era una mujer única en este mundo, puede ser que no fuéramos eternos pero si se que la recordaría toda la vida con una sonrisa, o quien sabe en mis pensamientos hasta nos reíamos el uno del otro al contar las arrugas que nos habían salido, pero la vida da muchas vueltas y ahora me toca despedirme, dile que la amo y que quiero que sea feliz, que se tome su tiempo, su espacio, pero por favor sobretodo dile que jamás jamás deje de ser ella, porque hace el mundo más bonito, más fácil, y aún hay gente que se merece disfrutar de eso, de ella.- soltaba lágrimas y la voz le temblaba pero no se rompió a llorar, estaba demasiado concentrado en dejarlo todo claro como para flaquear ahora, y yo entre lágrimas también memoricé aquellas palabras como lo más importante que tenía que hacer en la vida.

-Luis, no te sientas culpable, de verdad que no, yo lo he decidido, no quería morir eso es evidente, pero esa bala no fue responsabilidad ni tuya ni mía, te diría que ni siquiera fue culpa del tirador. Nos tienen aquí como muñecos de juguete haciendo una maldita guerra, mientras ellos manejan desde despachos enchaquetados. Luis aprovecha esto por favor, vive tu vida y disfrútala como si vivieras por los dos, y si puedes lucha en contra de estas masacres, nadie merece perder un ser querido, nadie merece perderse a sí mismo.

Comenzó a toser cada vez más y más fuerte, ya casi estábamos llegando a la base, pero la hemorragia ya había llegado demasiado lejos.

-Alfred eres de las mejores personas que he conocido en mi vida, no tengo palabras para decirte como me siento ni lo mal que lo vamos a pasar todos sin ti, eres esencial para muchas personas, y te prometo que haré lo que esté en mi mano por hacer llegar tu mensaje al mundo y que se te recuerde como un héroe, porque solo alguien con el corazón muy noble haría esto. Te quiero mucho amigo.

Me miró, me sonrió y de repente vi como la sonrisa se iba relajando en su rostro, como se iba apagando la luz de sus ojos, como su mano pasó de estar apretando la mía a soltarla de un plumazo, pude ver como la vida se iba de su mirada, sentí como murió y con él también una parte de mí.

Me abracé a él mientras gritaba negando que aquello no podía estar pasando, Miriam no daba crédito y entre lágrimas desconsoladas se echó sobre mi espalda abrazándome.

¿Cómo íbamos a superar aquello?¿Cómo olvidar esa mirada, cómo olvidar ese hecho? Amaia me iba a odiar con todas las razones del mundo por ser él en lugar de yo el que volviera en un ataúd. ¿Cómo iba a mirar a su familia a los ojos y contarles lo que había pasado?

Miriam parecía que me estaba leyendo la mente, al ver mi cara de desesperación y dolor.

- Luis no tienes por qué decirles que esa bala iba para ti, simplemente ha pasado y ya está no hay vuelta atrás. Si te resulta más fácil no lo digas.

- No puedo hacer eso, prefiero que me odien a quitarle una pizca de heroicidad a lo que ha hecho por mi. Que estoy aquí respirando gracias a él. Esto me supera Miriam, no puedo.- y nos abrazamos.

Nos quedamos toda la tarde al lado de Alfred, viendo como lo preparaban para meterlo en el ataúd.

La noche fue la peor noche de mi vida, y por desgracia empezaba a sospechar que así iban a ser las noches a partir de ahora, por lo menos en un tiempo largo.

Ni Miriam ni yo utilizamos la llamada de aquella noche, no teníamos fuerzas para hablar, ni sabíamos que decir. Le pedimos al general que nos dejase darle la noticia a la familia en persona, y nos concedió un par de días para ir, contárselo y hacerle un entierro. Alfred no estaba de acuerdo con aquello de las guerras, así que sería un entierro normal no militar.

No sabíamos como íbamos a hacerlo pero la mañana siguiente nos esperaba un avión para llevarnos a los 3 de vuelta a casa... no como esperábamos. 

Te esp(q)eroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora