7- A contrarreloj

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No sé cómo funciona. Supongo que luego de cambiar cada recuerdo, mi yo de ese momento siente cierta confusión y se acuerda de lo que sucedió. Capaz que siente que fue él quién actuó, cuando en realidad no fue así. Honestamente no sé cómo son las reglas con respecto a esa parte. Mi abuelo no me mencionó eso. Sólo dijo que "Él" se encarga de arreglarlo todo. Es extraño, pero es así.

Luego de revivir la fiesta y el engaño de Belén, sucedió algo inesperado. No desperté, como las veces anteriores, tirado en algún lado. Apenas se disolvió la escena del auto de mis padres yéndose con Nahuel, aparecí dentro del espejo ubicado en la esquina de la sala donde me estaban velando. Observaba detrás de él, sin poderme mover. Únicamente podía ver y escuchar.

Al principio pensé que lo había arruinado todo y que no había podido cumplir con lo cometido. Pensé que me iba a quedar allí eternamente, encerrado en el espejo, mirando mi cuerpo sin vida y a mis padres llorar sobre él. Pero luego de unos instantes supe por qué estaba allí...

Una mujer conocida entró al lugar. Era la mamá de Emiliano. También lloraba. Tenía los ojos rojos y muy hinchados. ¿Tanto le había afectado mi muerte?

—Vine a verlo—les dijo a mis padres, con la voz quebrada—. Es increíble que les haya pasado esto a los dos—se apoyó en el hombro de mamá y arrancó a llorar sin consuelo.

—Maribel...—mamá estaba destrozada—Se fueron para cuidarnos. Son nuestros ángeles.

Fruncí el ceño. ¿Qué se suponía que había pasado?... ¿Emiliano también estaba muerto...? ¡No! No podía ser... Aun así tenía sentido, ¿por qué no estaba en mi velorio?...

Fuiste muy afortunado. Esto no le pasa a cualquiera. Mi abuelo me lo había dicho. Indirectamente, pero me lo había sugerido. ¿Cómo? ¿Por qué?

Una voz grave me llamó desde lejos. Me volteé y solo vi oscuridad así que regrese la mirada al frente. Cuando lo hice, el salón había desaparecido. Estaba todo oscuro. Estaba varado en el vacío, sin poder ver nada. Intenté gritar, respondiendo al llamado, pero no me salió voz alguna. Era como estar en un sueño. Mis cuerdas vocales no vibraban y de mi boca no salía ningún sonido.

De repente, una mancha grisácea comenzó a ensancharse arriba de mi cabeza. A continuación, y copiando a la primera, más manchas de colores empezaron a agujerear la oscuridad. Las manchas aparecían por todos lados, como lombrices perforando la tierra. Poco a poco, el paisaje se fue dibujando a mi alrededor.

Unos segundos después, estaba de pie frente a un parque de juegos infantiles. Lloviznaba y había algo de viento. Parecía invierno. Las ramas de los árboles se batían hacia los lados y los columpios oscilaban hacia adelante y atrás con fantasmagórico ritmo.

Revisé con la mirada toda la zona y me percaté de que estaba solo. No había nadie más. Permanecí inmutado, evaluando en silencio todas las posibilidades, cavilando sobre lo que había escuchado minutos atrás. Emiliano había muerto... de eso no cabían dudas. ¿Por qué? ¿En realidad había sido yo el gran afortunado? ¿Por qué me habían hecho presenciar eso en la mitad de mi viaje? ¿Qué querían demostrarme?

¿Y si Emiliano también estaba en la misma situación que yo? ¿Y si era una carrera contrarreloj para ver quién terminaba primero y regresaba a la vida? El "Tata Edu" me había dicho claramente que tenía unas veintiocho horas para cambiarlo todo y hasta ese momento llevaba algo así como doce. Pero, ¿si eso no era todo? ¿Y si había algo más que yo desconocía? ... ¿Por qué no era capaz de sentir emociones, pero si de estar confundido? ¿Qué me estaba pasando? ¿Qué?

Repentinas risas hicieron que retornara bruscamente de mi ensueño. Tres niños de unos diez años de edad pasaron corriendo alegremente por mi costado derecho, rumbo a las hamacas. No les importaba en lo más mínimo la lluvia ni el viento.

EL RELOJ DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora