Capítulo 05
—Así que vives hace poco aquí ¿verdad? — pregunté caminando junto a él. Sí, el chico algo orgulloso de las audiciones. Caminábamos juntos sin rumbo fijo.
—Sí, estuve viviendo en Berlín por un tiempo, digamos que cuando mis padres se separaron me fui con mi mamá, pero, ella se casó con otro hombre, tuvo dos hijos más y se olvidó de mí—me explicó un tanto nostálgico —por eso volví con mi papá acá en Grindelwald, ya que por poco entra en depresión cuando me fui.
Su historia es muy conmovedora, al igual que él. También me entró algo de nostalgia al recordar mi época en Berlín.
Con respecto a las postulaciones, quedé en la orquesta, ya que por lo que mencionó Minnie, o la profesora Mahisworan, el oboe es un instrumento de música clásica. Somos los únicos que postulamos para el oboe. Éste chico me cae bien, llevamos todo el camino conversando, descubrí que vive a unas calles de mi casa y que le gusta el helado, al igual que a mí.
—Por cierto ¿Cómo te llamas? No me has dicho tu nombre —le recuerdo sonriente. Genial Beatriz, llevas media hora hablando con alguien del cual ni si quiera sabes su nombre, simplemente genial.
El para en seco y rasca su nuca.
─ ¿En serio? Perdón —se disculpa risueño —Soy Áshall, un gusto.
Sonrío —Ok, Áshall, soy Beatriz, un gusto también.
Nos damos un apretón de manos y reímos. Al reír, noto que tiene unos hermosísimo dientes blancos y derechos, a diferencia de los míos, que parecen ensalada de lechuga.
─ Que lindo dientes tienes — le alago incrédula. Ahora que lo he dicho suena más estúpido que cuando lo pensé en mi mente.
Ríe —Son para comerte mejor—bromea dando unos pasos adelante mío. No me río, pero por lo aburrido de su humor suelto una risa suave y algo forzada.
—Eres gracioso Áshall. ─mentira, tu humor es demasiado infantil y rebuscado.
—Me lo habían dicho—comenta él con aires de suficiencia.
—Tan pequeño y tan egocéntrico, los niños de hoy —comento mirándolo de reojo, rodé los ojos ampliamente para que lo notara.
─ ¿Pequeño? ¿A quién le dices pequeño? —pregunta fingiendo estar ofendido. Se cruza de brazos y comienza a caminar en puntillas para aparentar ser más alto.
— A ti —admito divertida. — Por si no te has dado cuenta, soy más grande que tú.
Y era la verdad, le ganaba por varios centímetros de estatura, era algo muy gracioso. Le comencé a mirar con la cabeza alzada y él gruñó.
—Quizás de porte pero ¿qué edad tienes? —pregunta curioso, como sabiendo que será mayor que yo, de seguro se equivoca, él se ve demasiado menor, como dos años menos.
—Trece y ¿tú? —confieso intrigada.
─ ¿¡Trece!? No jodas, ─agita su mano restándole importancia y dándome paso a que revele la verdad ─ ya dime qué edad tienes, en serio —insistió sin creerme.
—Tengo trece —repito confundida. — ¿Qué? ¿Acaso me veo mayor?
—Juraba que tenías mi edad —admitió él sorprendido. ¿Eso quiere decir de que me veo menor?
─ ¿qué edad tienes si se puede saber?
—Tengo quince.
Su confesión me deja sorprendida, metería las manos al fuego por que él tenía o mi edad o menor, nunca mayor. El mundo cada vez me sorprende más. Es decir, basta con mirarlo unos segundos y queda claro que él es aún de primer ciclo.
— Guao, te vez, mucho menor—le admití. Sin intenciones de ofenderle, sólo intentando ser sincera.
Bufó. —Ya lo sé, siempre me dicen que me veo menor. ─la molestia era claa en su tono de voz, se notaba claramente que no le agrada el temita de su estatura.
Nota mental: Nunca hablar de estatura con Áshall, tema altamente peligroso, reacciones no confirmadas.
Pero en fin, no se equivocan al pensar que es menor, deberías estar en el jardín. No, estoy exagerando, nunca tanto.
—Cambiando de tema, ¿en qué colegio estás? —me preguntó observándome, al parecer todavía dudoso de mi edad.
— Master Dmitre College ─mi anuncio hace que nuevamente se detenga a mirarme sorprendido, ay, no me digas, ¿estamos en el mismo colegio? Ajá, qué coincidencia, ya me está dando miedo.─ ¿por qué?
—Me estás bromeando ¿verdad?— suspira él mientras mira hacia otro lado. Creo que al parecer no estaba tan alejada de la realidad.
—No, para nada—le aseguro.
─ ¡Yo igual estoy ahí! —grita eufórico. Creo que he dado en el blanco.
Me tapo los oídos por el estruendoso grito que acaba de emitir. Si sigue así me va a dejar sorda.
—Vuelves a gritar así y olvídate de tu lengua— le amenazo enojada. Si hay algo que me irrita sobre cualquier cosa es la gente ruidosa y molestamente chillona.
Al parecer se sorprende por mi agresividad repentina y para en seco, yo lo imito y me lo quedo mirando, su cara pasa de seria a una de muchas emociones, al final, suelta una sonora carcajada y continúa caminando.
—Eres increíble Beatriz.
«Lo sé querido, Lo sé»
(...)
Corro por la calle hasta llegar a mi casa y al cerrar la puerta me cargo en ella. Suelto un enorme suspiro. ¡Vaya Día!
─ ¿Pasa algo, cariño? —me pregunta mi madre al verme llegar agitada. Ella siempre tan atenta y preocupada por mí.
Le sonrío —nada mamá, nada.
Ella asiente y me da un beso en la frente. Yo doy un brinco y salgo corriendo a mi habitación. Cuando llego arriba abro mi ventana y respiro el puro y fresco aire de la ciudad. Observo el parque que hay a unas cuadras de mi casa y veo sus verdes árboles rodeados de niños jugando.
Pensar que hoy tengo trece años y aún no tengo ningún amigo o amiga, técnicamente sin mis padres estoy completamente sola, sin nadie que me pueda alcanzar un mísero vaso de agua.
Me lanzo a mi cama y observo la fotografía que hay en mi velador, es una foto que nos sacamos hace tres años con todos mis hermanos, mis papás salen abrazándome y todos mis hermanos rodeándonos. Ojalá nunca se hubieran ido, desearía que estuvieran conmigo, Apoyándome, viendo en lo que me convierto. Lástima que eso nunca va a poder ser así.
Dejo la imagen en el velador nuevamente y me lanzo otra vez a mi cama. Doy un largo suspiro.
¿Quién diría que así sería el comienzo de mi adolescencia? Siendo una total antisocial apática de las relacione sociales y sin ningún amigo, con una colección de libros que releo casi todos los días. Sin hermanos, en una casita sencilla en el centro de una ciudad a las afueras de la capital, lejos de toda la gran masa del país. Abandonada por los que me importaban, con unas compañeras que me hacen bullying cada día de mi existencia y unos profesores que lo de ciego lo tienen de sordos, nunca escuchan nada, nunca ven nada y jamás entienden las quejas que mis padres han ido a hacer en repetidas ocasiones a la escuela. Siento que ellos esperan que me muera, que se me salga un brazo o algo así para recién reaccionar y hacer algo, antes todo es normal y común entre los niños de mi edad. Para mí es completamente ridículo, algo que se me hace inverosímil, digo, ¿Qué tiene de normal un comportamiento envidioso y agresivo hacia los demás? Es más lógico teñirse el pelo de un color neón y vestir un saco de papas todos los días a que resolver problemas a golpes e insultos sea normal. ¿A qué clase de demencia hemos llegado? ¿Acaso llegará alguien a abrirle realmente los ojos a la gente y que visualice la catástrofe social que nos está atacando?
Espero que ese día y esealguien llegue pronto, de lo contrario, me atrevo a apostar de que mi vida mejuega en contra con respecto a esto.
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Nada Diferente © [RF#1]
Novela JuvenilRE-SUBIENDO LA HISTORIA POR TERCERA VEZ EN MENOS DE UN AÑO. ¡LA TERCERA ES LA VENCIDA! ¡VAMOS CON TODO! Libro uno de la Trilogía Romances Frívolos. Está expresamente prohibido copiar, transmitir, retransmitir, transcribir, almacenar, alterar o repr...